UNA METAREFLEXIÓN SOBRE EL DELIRIO Agustín Jimeno Valdés. Introducción. No cabe duda de que el delirio es el tema central de la psicopatología y que de su comprensión o explicación derivará una comprensión global de los síntomas y los síndromes de las enfermedades mentales, que no trastornos…. Mis muchos años ya tanto de reflexión sobre el tema, a partir de la experiencia clínica cotidiana y también las lecturas y estudios – tan infinitos – sobre la cuestión, me han llevado a algunas opiniones, quizás heterodoxas pero que hoy os quiero ofrecer. Vaya por ello en primer lugar mi agradecimiento a los doctores M. Franco y M. Vargas por su invitación a participar en esta mesa. Yo me interesé por la psiquiatría además de por la tradición familiar y mi contacto con ella desde casi mi infancia, para intentar comprender el problema del alma y cuerpo posteriormente transformado más modestamente en el problema mente cerebro. Hoy desde luego me conformaría con diferenciar meramente el delirio de la creencia….. y esta va a ser le línea directriz en las páginas que siguen. Para ello presentaré en hipersíntesis en primer lugar la evolución histórica del síntoma delirio, que no concepto, en tres épocas. La clásica antigua de Kraepelin; la clásica como tal en las ideas de Jaspers y Kretschmer, y su derivación semántica en los años 60 o de la revolución psiquiátrica. Hoy día desgraciadamente el tema ha perdido popularidad, que no interés en quienes reputo más profundos y mejores. La cuestión ha sido destruida por el pensamiento plano general del llamado postmodernismo concretado en nuestro campo por los desdichados códigos diagnósticos al uso, que mezclan lo patológico, con la mera variante social o aún política según las coyunturas del momento. La época clásica antigua. Griessinger y Kraepelin. Sería, pienso yo, un insulto si repitiera aquí la definición clásica y kraepliniana del delirio. La doy por supuesta entre psiquiatras al igual que se suponía el valor del soldado en las ordenanzas militares de Carlos Tercero. Añadiré solamente que se partía del axioma del carácter patológico del delirio, de su origen pues en una enfermedad que no podía ser más que cerebral dado que éste es el único órgano responsable de lo psíquico y que por lo tanto la finalidad de su estudio era la delimitación de sus formas, la precisión de su origen y desde luego de los posibles métodos de tratamiento. Se destacaba su característica psicológica de incomprensible en su contenido y origen precisamente por ser patológico y dejar de servir a la función principal del psiquismo que naturalmente es, como toda función la pervivencia del individuo en las más óptimas condiciones posibles. Por ello mismo el tratamiento del delirio como tal debía ser “orgánico”, o en lenguaje no reduccionista, médico, pues recordemos como también el otro clásico por antonomasia: Kurt Schneider, nos decía, que se superentendía que toda enfermedad mental era como tal enfermedad cerebral. Otra cosa es que la persona enferma con su delirio no pudiera recibir un tratamiento “moral” o psicológico que actuaba más bien sobre las otras funciones remanentes y sanas con la finalidad de que se adaptasen para superar así las dificultades y limitaciones producidas por el delirio. Época clásica moderna Nuestra segunda época viene definida por Jaspers y Kretschmer. El primero en su monumental obra de “Psicopatología General” y a partir sobre todo de sus estudios sobre el delirio de celos de los alcohólicos, distingue dos tipos de delirio: Uno primario derivado directamente de la afección cerebral y típico de la demencia precoz y otras psicosis ( endógenas) y que llamó como sabéis procesos. ( se entiende procesos morbosos cerebrales) Otro secundario con implicaciones etiopatogénicas psicológicas derivado de la colusión entre las características psicológicas del sujeto, por ejemplo, suspicacia y proyección de vivencias de incapacidad y minusvalía, respecto fracasos, en el caso del delirio de celos, sexual y afectivos. Se trataría de un desarrollo de la persona; es decir, de una transformación lenta y comprensible de la misma Admitía Jaspers además la existencia de desarrollos neuróticos y desarrollos piscopáticos que modificaban también la personalidad del paciente. En estos casos el delirio sí que sería comprensible al menos en su génesis, bajo diversos modelos explicativos. No obstante no descartaba o más bien exigía, la colaboración de condicionantes o precipitantes orgánicos como de forma patente se daban en el alcoholismo, y hoy día lo vemos con tanta frecuencia en los abusos de drogaspsicotóxicas, Por último definía Jaspers la existencia de ideas "deliroides" que serían residuos y elaboraciones en la conciencia vigíl, de los recuerdos confusos producidos en las estados confusionales, y a los que el paciente podía adscribir diversos grados de aceptación o rechazo. Este concepto injustamente olvidado tiene una gran importancia hoy día si consideramos que también puede y debe aplicarse a fenómenos de las psicosis tóxicas. Me parece que el tan citado fenómeno del "flash back" en estas psicosis son precisamente ideas deliroides resultantes de las vivencias oniroides de los momentos de intoxicación por alucinógenos y similares. Una cita clásica que se aducía como ejemplo es el episodio de D. Quijote en la cueva de Montesinos donde vive maravillosas experiencias. Al ser preguntado después de si éstas fueron sucesos verdaderos o meramente imaginados acaba respondiendo D. Quijote que él mismo no lo sabía ni podía responder. Deseo adelantar en este momento que tales síntomas por lo tanto se producen en la percepción y en el recuerdo y no propiamente en el pensamiento. En todo caso estos puntos de vista sobre los dos grandes tipos jasperianos del delirio fueron reforzados por Kretschmer a partir de su doctrina del “Delirio sensitivo” Un autentico delirio puramente psicogenético y por ello comprensible y sensible también por ello a la psicoterapia. Partiendo de una personalidad “sensitiva”; es decir sensible y dependiente del entorno y mediante el mecanismo de las “interpretaciones delirantes” pero no de alucinaciones o percepciones delirantes, el delirio surgía, se conformaba y se reforzaba. En este sentido nada nuevo respecto a los desarrollos deJaspers excepto que destacaba la importancia, y frecuencia clínica del problema y quizás también el detalle importante de la menor exigencia de la concausalidad de factores orgánicos. Entonces se produjo una grave polémica entre kraepelinianos y Kretschmerianos, pues producía un escándalo doctrinal aceptar que el delirio podía tener un origen psicogenético lo cual en la mentalidad rigurosamente biologicista de la época equivalía a decir que no era propiamente patológico. Recordemos que el mismo Kurt Schneider y no solo Griessinger como suele citarse afirmó en su Psicopatología Clínica que solo podía aceptarse una enfermedad mental como tal en concomitancia con una enfermedad somática, se entiendo que en último término cerebral. Recomiendo por todo ello la lectura de la obra de Kretschmer publicada últimamente por Tricastela y corregida y adaptada por mí y la Prof. N. Jimeno en la que aparece un capitulo nuevo escrito por el hijo de Kretschmer y que detalla todas estas vicisitudes. Kraepelin al final dio la razón aKretschemer con lo quedó zanjada la discusión. Psiquiatría comunitaria y revolución asistencial. Una nueva época en la psicopatología del delirio se presentó con la revolución psiquiátrica de los años 60-70. El discurso contracultural promovido sobre todo por las ingenuas izquierdas occidentales, además de la razonable y necesaria crítica y posterior mejora de las instituciones, los tratamientos y la organización asistencial con la política sectorial, trajo consigo la negación misma de la existencia del delirio. ¿El “delirio” incorregible? ¿Qué medios se han puesto para corregirlo o cual es la competencia del psiquiatra para afirmarlo o incluso porqué corregirlo si puede estar el pacientemente precisamente en la verdad o en su verdad? ¿ El delirio falso o erróneo? ¿ Quien lo juzga? ¿Será el psiquiatra interesado precisamente por su empecinamiento social conservador a ahormar al paciente a la verdad oficial suprimiendo toda libertad, toda innovación y todo respeto y tolerancia hacia el paciente? ¿El delirio de origen patológico? ¿Pues no se produce aquí una intolerable petición de principio al declarar al sujeto enfermo por la existencia de un delirio y el delirio porque se admite ya que esta enfermo? El supuesto delirio, en suma, sería precisamente “una creación innovadora de los sujetos más activos y responsables de la sociedad que negando el manido discurso capitalista promovía la revolución en las costumbres y las ideas." Los enfermos por lo tanto se convirtieron en fermentos del necesario cambio social. Se cerraron los manicomios se abandonó a los pacientes sobre todo esquizofrénicos crónicos a su suerte sobre todo desde los centros sometidos al influjo de los más exaltados y el asunto se convirtió en político bajo el lema de que los pacientes eran agentes del cambio social ( manejados desde luego por sus psiquiatras.) De estas células surgió en Alemania el colectivo socialista de psiquiatrizados ( o victimas de la Psiquiatria) y de este grupo a su vez la banda terrorista de Baader Meinhof. En Italia podríamos citar a Basaglia de nefasta memoria y responsable del abandono de los enfermos crónicos a las calles de las ciudades tras el cierre de los hospitales por decreto en connivencia alegre con los políticos que veían así disminuir sus gastos sanitarios. En España al coincidir esta revolución psiquiátrica con la transición política condujo en diversos centros a diversos excesos de algunos de los cuales fui testigo y víctima pero que no es el caso recordar aquí. Sí citaré la pervivencia anecdótica en los Servicios Psiquiátricos de Berna de una unidad y tipo de tratamiento promovido por Ciompi y basado precisamente en la no restricción de delirio, en la prohibición de todo psicofármaco y la aceptación de que el paciente elija su tipo de vida y costumbres aunque consistan en la coprofagia y la evitación de la ducha… “ Que el paciente viva su delirio” La unidad se llama Soteria y me negué a visitarla. ¿ Es que no existen en Suiza comités deontológicos? El psiquiatra citado por lo demás sigue presentando la apariencia ya totalmente periclitada del joven contestatario y contracultural de los años 60 y que hizo moda también en España. Los más jóvenes podéis preguntarme si no sabéis a qué me refiero. Claro que desde luego subsistió una línea psicopatológica en España y fuera de ella que siguió estudiando el delirio, y quiero recordar entre nosotros los magníficos estudios de Sarró, pero los psiquiatras oficiales desestimaron ocuparse de ello y cito como anécdota un dicho, de un psiquiatra prominente francés ( entonces muy importante por haber sido descubierto en Francia el primer neuroléptico verdaderamente eficaz - el largactil - que al ser preguntado sobre el delirio contestó que “ nosotros no nos ocupamos del “derriere” de los pacientes” ; vamos en lenguaje paladino “no nos ocupamos del culo de los pacientes ”. ( Referidopersonalmente por Ramón Sarró) Toda esta lamentable historia de la psiquiatría en los años 6o es un ejemplo más de los desastres que se producen cuando se inmiscuyen las ideologías en temas que deberían ser exclusivamente científicos; claro está que quizá ello en nuestro campo está propiciado por la escasa fundamentaciónpropiamente científica que tiene todavía la psiquiatría; sin embargo respecto a nuestro tema puso en evidencia la dificultad de identificar y definir formalmente; es decir, de forma lógicamente concluyente, el delirio y delimitarlo de la ideación "normal" Un modelo en los años 90Yo mismo como sabéis seguí interesándome siempre por cuestiones psicopatológicas que al margen de lo asistencial, que favorecía el “café para todos” derivado de la inespecificidad de los fármacos, me parecía, me sigue pareciendo, que son el verdadero y único campo de la psiquiatría como ciencia. De esta manera publiqué en 1998 mi libro “ Psicopatologia actual, Problemas y Conjeturas” [1] en la que vertí mis ideas sobre estos problemas y que brevemente os quiero presentar ahora. Advierto que en principio no se trata de una innovación psicopatológica, alguna si no meramente algún modelo, tanto lingüístico como pictórico que ejemplifica los dos tipos básicos de delirio descritos por los clásicos: El delirio primario producido en los procesos psicóticos (endógenos es decir de base orgánica) que denomine delirio plus , y el delirio secundario de los desarrollos delirantes que denominé delirio minus ya veréis porqué. Parto de un esquema pictórico de la. cognición; es decir, del establecimiento en la conciencia de un contenido pensamiento o idea, que a su vez parte de la percepción, que en sus niveles superiores o complejos denomino percatación. Veasé para ello el esquema 1. La percepción, o percatación como toda función compleja está integrada por diversas funciones de rango inferior; en este caso nivel sensorial, nivel lingüístico simbólico y nivel propiamente psicológico psiquiátrico. Los defectos patológicos que se producen en los diversos niveles son, como en el resto de la patología cerebral, los que nos dan noticia de cada una de las funciones elementales, que los integran. La comprensión del nivel sensorial no ofrece dificultad. En caso de déficit por lesión del órgano periférico ( ojo, oído etc. ) o bien de sus áreas cerebrales de proyección primaria se anula completamente la función resultando ceguera o sordera, El nivel dos es propiamente neuropsicológico y en él se integran primeramente las diversas características del objeto para su identificación lo cual se evidencia por el uso y manipulación adecuado de dicho objeto. El déficit a este nivel determina las agnosias. Pensemos en el objeto lápiz, si se reconoce bien se tomará con la manos adecuadamente y se trazarán algunas líneas con él. Un segundo paso neuropsicológico es la adscripción del objeto a su categoría lingüístico simbólica denominándolo con la palabra correspondiente. El fallo de esta función determina las afasias. Pues bien el tercer nivel sería en mi esquema citado puramente psiquiátrico y comprendería a su vez dos subniveles: Al primer subnivel psiquiátrico lo denominé significado. Consiste en la integración, con la implicación de todos los canales sensoriales, de la escena-campo actual de la consciencia que implica el juicio de realidad etc. Sus disfunciones originarían las ilusiones, alucinaciones y percepción delirante. Al nivel superior lo denomino sentido consistente en la atribución intencional y afectiva de la escena integrándola en la biografía, sentido de la vida.creencias y propósitos del sujeto. Su disfunción originaria la antigua idea delirante primaria. Es importante tener en cuenta que ambas funciones, que son naturalmente funciones ya del pensamiento y del yo, ocurren de forma obligada, automática y continuamente al igual que ocurre en los niveles inferiores. Como en el resto de las funciones superiores, como el lenguaje, solamente en las situaciones patológicas cuando la función se desintegra, tenemos acceso a las subfunciones que lo mantienen. Puede compararse este tan conocido proceso a los análisis mediante destilación o de electroforesis fraccionada. La persona, el yo, ante cada situación en cada momento de su existencia y por el mero hecho de su ser histórico, de su ser pensante y de la actividad continua de la conciencia en situación de normalidad, produce una percatación de su ser y de su estar en cada instante , una opinión y una voluntad respecto su futuro y sobre esta "percatación" está en disposición ante él mismo o ante los interlocutores que concurran, de los pensamientos pertinentes que precisen y extiendan su situación. Por ello al conjunto de la función de percepción integrando ya todos los niveles descritos lo denomino por ello percatación; la percatación de la escena; es decir de la escena o situación vivencial y biográfica completa en la que se encuentra el sujeto. Se trata de funciones eminentemente psicológicas y su disfunciones producen síntomas genuinamente psiquiátricos. Desde el Significado al SentidoEl proceso más importante es la transición desde el significado al sentido. Podemos denominarlo también proceso cognitivo conductal puesto que a partir de los resultados del mismo se organizará al acción o conducta. En la tabla III presento los pasos sucesivos o subfases que podríamos distinguir en dicho proceso. Se trata en su primera fase de una incorporación de cada vez más elementos del “campo de la conciencia” que van conformando a la escena percibida o idea.. En una segunda subfase en este proceso la “idea” se va sustituyendo por referentes simbólico-lingüísticos cada vez más abstractos y que condicionan la pérdida de precisión del referente del concepto inicial. Todo ello se realiza bajo la dirección de los valores afectivos que cada vez van “cargando” más y dirigiendo el curso de la “percatación”; la percepción se va transformando en autentica hermenéutica; es decir, interpretación del mundo y de la vida del sujeto que es lo que constituye lo que llamamos “sentido”. Este proceso según los casos, puede avanzar más o menos pudiendo convertirse al final en “idea totalitaria”, o en pensamiento absoluto y fanático que denominaremos ideología y que como decíamos es formalmente idéntico al de una idea delirante . En nuestra monografía citada distinguía no obstante, un delirio minus que derivaría de insuficiencias en el nivel del significado y un delirio plus, que procedería de una disfunción en la adscripción del sentido de la escena; es decir de la función sentido En todo caso el sentido es lo mismo que opinión ideológica o creencia o si se quiere Fe que es naturalmente bastante más que una opinión tal como hemos expuesto anteriormente y en la Tabla III. En dicha Tabla además y para mayor claridad expongo un ejemplo bastante actual de cómo desde la percepción simple de un objeto, como la bandera norteamericana, se llegan a movilizar ideas o fuerzas absolutas y que todos facilmente entenderéis. Donde dije digo digo diego Una metareflexión en el siglo XXI. En estos últimos años he presentado invariablemente este esquema en lecciones y escritos, según cito en la bibliografía. Mas una nueva reflexión que denomino metareflexión, en estos dos o tres últimos años me lleva a criticar este esquema y precisamente en sus fundamentos respecto la existencia de dos tipos de delirio y a la diferencia de éste respecto las opiniones creenciales de la persona. ¿ Cómo podremos decidir que el sentido; que es el sentido de la vida y de la muerte de una persona en su desarrollo histórico y biográfico sea patológico? Es fácil entender y aceptar el déficit sensorial o el olvido de las palabras o aun la confusión de las categorías lógicas de organización de la realidad, más quien llega a una elaboración del sentido de su escena y de su circunstancia en su vida y en su historia, parece que es difícil enjuiciarle como enfermo propiamente, temiendo siempre que sean nuestras propias categorías y opiniones las que subjetivamente o prejuiciosamentedeterminen qué sea patológico y que sea normal. Porque parece, o mas bien me parece ahora, que la función sentido exige un muy alto grado de funcionamiento mental y por ello mismo es difícil denominarlo como patológico. Naturalmente que puede producirse y se producen ideas o creencias patológicas cuando existe algún déficit o anomalía importante en los niveles inferiores de nuestro esquema, pero en este caso no debemos llamar delirio al resultado sino sencillamente error. Además disponemos para este caso del concepto ya descrito de idea deliroide. Quien tiene alucinaciones auditivas en forma de voces dialogadas naturalmente que “cree” que alguien le está hablando y este alguien será tomado del mundo creencial o habitual del sujeto. Mas esto debe clasificarse ya hoy día, creo yo, como una disfunción neurológica, como muestran las nuevas investigaciones de neuroimagen funcional, Pero la cuestión que se debate es la posibilidad de una disfunción exclusiva y propia de estos niveles superiores de la significación y sentido y que tenga una configuración neurobiológica; es decir, orgánica propia. Pues sigo creyendo con Kurt Schneider que sin disfunción orgánica no puede hablarse de enfermedad. Creo por lo tanto que no es ni será posible encontrar estos correlatos organico-biológicos del delirio, puesto que "los mecanismos y funciones que producen la ideación delirante como la describimos aquí son las mismas fuerzas, mecanismos y funciones que producen la ideación normal". Otra consecuencia posterior, por lo tanto, es que toda investigación neurobiológica del delirio está destinada al fracaso; o más bien que no es posible siquiera el establecimiento de una hipótesis científica consistente ni de un diseño válido. Y ello a diferencia de las alucinaciones como cada vez muestran más los éxitos la investigación actual Si acudimos a los conceptos de epistemología de la ciencia hemos de afirmar lo siguiente: No es posible establecer una diferencia formal; es decirlógico formal, entre lo que denominamos un delirio en sentido clásico y una creencia o Fé. Ya sé que es este uno de los problemas centrales de la psiquiatría y esta afirmación podría parecer que pone en entredicho la existencia misma de los conceptos más importantes de la misma y ello dando la razón además a nuestros adversarios de los años 60 volviendo parece a una concepción contracultural de la psicopatología en este tan importantísimo punto. Se hundiría también la diferencia entre delirio plus y delirio minus para lo cual sea dicho, en honor de la verdad no hemos podido encontrar corroboración ni empírica ni experimental, pues en ambos casos se habría conformado una idea pensamiento o creencia, y como sabemos muy bien hasta los delirios más aberrantes han encontrado seguidores, sectas, religiones ideas o ideologías que los aceptaban y seguían. Mi mismo esquema, pues, adolecería de las características de idea, opinión o creencia puesto que no puede ser sometido a comprobación experimental, que es lo único que lo convertiría en una hipótesis propiamente científica y además examinándome a mí mismo, o sea metareflexionando, acepto que mi esquema y mis conceptos surgen precisamente por el deseo o necesidad psicológica o incluso emocional de salvar la existencia del concepto de delirio para diferenciarlo claramente de las creencias o opiniones no delirantes o sea, normales o sanas. Así pues, insistiendo en esta misma doctrina, podemos decir que la ideación normal es identica formalmente a la ideación delirante. “Formal” quiere decir concatenación de conceptos dentro de un sistema lógico o taxonómico conceptual y que está organizado jerarquicamente desde los coneptosmás abstracotos y superiores como ser, cosa , hombre … a los más singulares: esta cosa; este hombre. El estudio formal por lo tanto se desentiendo totalmente de los contenidos de la idea o del delirio delirio. La consideración funcional en cambio parte del estudio dinámico psicológico de los contenidos de la idea o delirio. Se trata de dos sistemas diferentes del analisis y lo que estamos diciendo es que entre la idea normal y el delirio solo existe diferencia funcional no formal y por ello su evaluación ha de echar mano no solo de los conceptos y reglas de lla epistemologia del pensamiento lógico-científico, si no de los valores humanistico culturales. Esta posición es coincidente inicialmente, solo inicialmente, con las de la antipsiquiatría de los años 60, y tiene en todo caso como características las siguientes consecuencias: No es posible diferenciar lógico formalmente una creencia de un delirio ni por el origen ni por el contenido. No es posible por ello diferenciar lógicamente lo normal de lo posiblemente patológico en la formación de un significado y sentido de la escena percatada. Formalmente, son exactamente las mismas fuerzas, condicionantes, motivaciones y acción toda del sujeto humano lo que producen tanto la ideación “normal” de la reputada patológica delirante. Si quisiera aceptarse una diferenciación lógico formal entre creencia y delirio no encontraríamos ninguna característica o razón suficiente dentro de la epistemología de la ciencia. La evidencia empírica; es decir, del ejercicio de la psiquiatría, nos enseña que hay que acudir siempre en estos casos a criterios extra-lógicoformales para diferenciar creencia de delirio. Criterios que se refieren a lo que opina el termino medio en el grupo de población o cultura a la que pertenece el sujeto; a la eficacia en la adaptación o éxito en la vida , al sufrimiento o beneficio que pueda producir al propio individuo o al grupo etc.; es decir criterios respecto los valores de la cultura y entorno en el que se ejerce la acción médico psiquiátrica. No será posible, por ello, establecer un correlato órgano biológico con la ideación delirante. El delirio por lo tanto no puede ser investigado por procedimientos de la ciencia biológico natural. Sin embargo algún criterio o procedimiento podrá ser aplicado para describir el delirio. ¿O es que éste no existe como tal y aquel síntoma, el más importante de la psiquiatría, se convertirá en una falacia y en una sombra.? No; ni falacia ni sombra. Simplemente tenemos que reflexionar en otronivel semántico-conceptual. Es preciso aplicar criterios funcionales y no formales. Mas podemos decir que los criterios formales son los únicos que pertenecen al campo de la ciencia natural dentro de la cual quisieramos situar la psicopatología, y los criterios funcionales, dependen de lo social-cultural , que incluye al mismo psiquiatra, con sus valores y costumbres, Así pues el concepto de delirio no puede ser, según estas reflexiones, una categoría científica, si no una categoría humanística social y quizás con esto en vez de perder la psiquiatría como ciencia aplicada, que no la psicopatología que debe ser ciencia natural, ocupará su verdadero lugar: ese lugar central y puente entre la naturaleza y la cultura; entre el espíritu y la carne; más allá de lo orgánico y puramente en lo humano puesto que como ya nos enseño Ortega Gasset "El hombre no tiene naturaleza si no historia" Muy bien; por lo tanto puede situarse y resolverse a la vez el problema reconsiderando también la gnoseologia cantiana. El delirio no puede ser aprehendido según la razón pura, pero puede ser descrito mediante razonamientos de la razón practica, que es la misma razón en el ámbito de la historia y de la vida humana. La razón practica, efectivamente, no es un intelecto menos inteligente, o una racionalización determinada por los afectos, si no que es la inteligencia misma individual o colectiva decidiendo sobre cuestiones esenciales para la vida y convivencia en el ámbito humano, pero que no pueden ser decididas por una razón absoluta y lógica, bien por desconocimiento, bien por imposibilidad formal, como creo yo que sucede en el campo de la dación del sentido de la escena, en la cual una persona entiende y juzga su situación a partir de su autoconcepto, de su biografía y de sus expectativas de futuro en todas sus dimensiones. Repito pues que el delirio se distingue de la creencia merced a la intervención de razones funcionales o de la razón practica, dada la identidad lógico formal de ambos conceptos. Esta afirmación tiene también una importante consecuencia en el ámbito de lo antropológico y legal. Las opiniones, las creencias y los delirios son totalmente imputables a la persona, y por lo tanto los delirios de tipo paranoico, donde puede situarse por ejemplo el inmenso problema de los asesinos por celos, y el delirio creencia del terrorista, no deben ni pueden en ningún caso generar disminución de la imputabilidad y con ella de la responsabilidad a cuento de una enfermedad mental. Sin embargo ambos: opinión, creencia y antiguo delirio sí siguen perteneciendo al ámbito de la psiquiatría; es más constituyen la auténtica psiquiatría junto al resto del sufrimiento humano en los afectos o en las conductas y ello quiere decir de una vez por todas y por ultimo en esta lección que: La psiquiatría es un conjunto de conocimientos y de opiniones y claro está tratamientos, que pertenecen esencialmente a la categoría de lo humanístico y humano y por lo tanto es irreductible al ámbito de lo científico. Con ello renunciamos a la utopía de una psicopatología puramente científica para aceptar la dimensión humana de lo humano, o si se quiere dimensión espiritual o trascendente, lo que no requiere una trascendencia de existencia inmortal en un ámbito extraterreno sino meramente la aceptación hoy por hoy de la imposibilidad de aprehender lo humano meramente con las categorías de la ciencia. No obstante esto podría cambiar en el futuro de la misma manera que los planetas empujados por los ángeles en su momento histórico pasaron a ser meramente sujetos de las fuerzas computables de la gravitación universal Nada más y gracias por vuestra atención.. Ponencia presentada en la XXI Reunión de la Sociedad Castellano Leonesa de Psiquiatria, celebrada en Toro ( Zamora ) del 29 de Septiembre al 1 de Octubre de 2005. [1] A. Jimeno Valdés. “ Psicopatología actual. Problemas y Conjeturas.” Publicaciones de la Universidad de Valladolid. 1998. I.S.B.N.84-7762-784-3 |
Vistas de página en total
lunes, 4 de octubre de 2010
UNA METAREFLEXIÓN SOBRE EL DELIRIO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario