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lunes, 4 de octubre de 2010

José Luis Montoya Rico

José Luis Montoya Rico
In memoriam.
A. Jimeno Valdés
Lo conocí hacia el año 1968. El  era ya director gerente del Hospital Psiquiátrico de Oviedo, de triste recuerdo en su nombre de La Carellada, y  yo, procedente de Alemania,  acababa de llegar al Hospital Psiquiátrico San Franciso Javier de Pamplona. Era el momento internacional de la feroz crítica, con razón, a los establecimientos psiquiátrico manicomiales, y la reforma y el cambio promovido fundamentalmente por Francia y los países nórdicos y tutelado por la división psiquiátríca para Europa de la Organización Mundial de la Salud que alentaba entre otros el Dr. Wing. (El autor del importante inventario P.S.E.).
En Oviedo, gracias al apoyo decidido de la Diputación que con ayuda de la administración central del régimen había fundado y puesto en marcha el seguramente primer Hospital público moderno, que fue el provincial de Oviedo, estaba  en plena efervescencia y transformación. Por todo el Norte de España, que yo conociera al menos, triunfaba el espíritu de la reforma psiquiátrica y así en Bilbao, ( Centro de Zamudio, hoy Nicolás de Achúcarro,  fundado por Pilar Careaga, primera mujer ingeniero y presidente de Diputación) en Bermeo, en San Sebastián, en  Valdecilla y Cueto Santander.... y yo lo intentaba en Pamplona bajo mi puesto de Jefe del Servicio de Rehabilitación y Psicoterapia, apoyado por el Dr. Soto Yarritu, tambien de entrañable recuerdo. Así que formamos una asociación informal con el fin de reunirnos, apoyarnos, contrastar opiniones y marcha de la reforma y tambien de recabar de esta manera más interés y apoyo politico económico a nuiestros afanes. Pues bien, el Dr Montoya era no solo el más y mejor informado en estos temas, el más entusiasta y tenaz en llevarlas a cabo, y el mejor compañero para enseñarnos y aconsejarnos, si no que tenía entre nosotros la mayor responsabilidad asistencial como director del Hospital de Oviedo.
Pues la reforma en Oviedo estaba muy avanzada. Descentralización de los centros  y creación de servicios comunitarios; la disminución de las camas por altas controladas y desarrollo de los ambulatorios y centros intermedios; actividades de todo tipo en el mismo centro hospitalario y mejora de las instalaciones para acabar poco a poco con el "manicomio" su caractrer de institución global, los hacinamientos y los deplorables  medios arquitectónicos y hoteleros.
No sabía mucho de su biografia previa, salvo que era natural del Levante, que habia trabajado en Estados Unidos y que junto con el Dr. Medina fue el primero en España formado profundamente y con experiencia directa en la promoción de las inaplazables reformas asistenciales y que fue captado para ello por la Diputación de Oviedo en el espiritu de renovación  en los años de desarrollo a los que me referia.
De  aquellas reuniones obtuvimos todos un gran provecho, tanto respecto  los aspectos teóricos de la Reforma, como de las innumerables dificultades del día a dia en su realización. Llevabamos protocolos de los acuerdos. Elevabamos escritos a las autoridades del momento y pretendimos fundar una revista sobre cuestiones político asistenciales psiquiátricas que al fin no pudo concretarse.
La Reforma de Oviedo fue complicandose cada vez más y derivó en implicaciones que sobre base laboral maniobraron a reinvindicaciones políticas apoyadas por conflictos y huelgas. No es el caso, ni conozco los detalles de lo que podemos llamar primera revolución psiquiátrico politica española. Sí recuerdo que el desarrollo del conflicto fue vivido en todos los ambientes primero psiquiátricos con enorme interés y que en un momento dado lo  seguíamos a por la escucha de  "Radio España Independiente, Estación Pirenaica", que para quienes por jóvenes ya no lo conozcan, era la voz del gobierno republicano en el exilio apoyada por la Unión Soviética y por lo tanto su escucha estaba prohibida en España.
Las huelgas en Oviedo terminaron con abundantes despidos y ello precisamente hizo posible el comienzo de la transformación de la psiquiatría de Galicia a través de su Institución principal: El Hospital Psiquiátrico de Conjo en Santiago de Compostela.
Entre 1970 - 71 El Dr. Montoya  en colaboración con el aquel entonces jefe provincial de Sanidad Dr. Hernández Cochón, recibieron el encargo de la Diputación Provincial de La Coruña de emprender la reforma del Hospital que anteriormente era propiedad del arzobispado de Santiago, y que fue comprado por la Diputación precisamente para remediar su lamentable estado  y de los enfermos, y la psiquiatría de Galicia en general.
No es momento ni lugar para describir la reforma asistencial que se llevó a cabo en Conjo, en La Coruña y por extensión en toda Galicia; baste decir que el mérito principal de su planificación y de la tenacidad y coraje para llevarla a cabo fueron mérito de Montoya.
Al coincidir el comienzo de la reforma de Conjo  con los despidos de Oviedo, Montoya pudo llevar a Santiago gran número de personas fieles,  entusiastas y con formación adecuada al magno problema. Fueron fundamentales los otros dos jefes de Servicio que conmigo habían de hacerse cargo cada uno de los tres sectores asistenciales en los que se dividió la provincia de La Coruña,  y las encargadas de unidad, que aún no siendo A.T.S. contaban con una magnifica formación y abnegación. Yo llegué procedente de Pamplona donde no encontraba apoyo  político ni medios  suficientes para  realizar la reforma, y llamado por Montoya tras la correspondiente  selección mediante entrevista ante tribunal,  me incorporé como Jefe de Servicio  a Conjo.
Conjo o Conxo,  entretanto  se había transformado en una Fundación Pública lo que  permitía gran agilidad  de organización y sobre todo de  contratación de personal en régimen laboral de dedicación exclusiva, pero cuando Montoya llegó ya había concretado la Diputación a través de sus delegados en la Fundación un magno proyecto arquitectónico consistente en perpetuar un enorme Hospital de 1500 camas en el que se atendieran a enfermos de toda Galicia y aún de León como había estado cumpliendo tradicionalmente Conjo. La primera gran tarea de Montoya fue hacer abjurar " del ladrillo "  a los responsables políticos  y convencerles de que la reforma consistía en organizar servicios descentralizados, disminuir el numero de internados, y convencer a las demás provincias gallegas que debían asumir cada una la atención a sus pacientes. El plan de Montoya preveía el establecimiento de una cadena de dispensarios por las correspondientes áreas del cada sector asistencial, la creación de unidades de agudos menores en las cabeceras de El Ferrol y La Coruña ciudad y por supuesto la renovación total del Hospital en cuanto a su habilitación hotelera, distribución de los enfermos y dotación en toda clase de servicios de laborterapia,  servicios intermedios,  técnicas de  grupo, formación del personal auxiliar etc. etc.  Todo ello se fué realizando principalmente durante los años 1971 a 1974.[1] y continuó después de la crisis de 1975.
Con una inmensa dedicación, trabajo, y superación de infinitas dificultades que no es el caso reseñar aquí, Montoya apoyado por todo su equipo, o mejor dicho, casi todo,  fue dirigiendo y alentando esta reforma modélica, cuya historia en parte se ha olvidado y en parte ha quedado tergiversada, pero cuyas realizaciones permanecen .
Su método de trabajo se materializaba en reuniones infinitas y diálogos con todos; en una enorme paciencia, salpicada de energía verbal  cuando era necesario y un inmenso entusiasmo y claridad de ideas que nos contagió. A pesar de ello poco a poco fue acusando un cierto cansancio e indecisión, sobre todo a partir de lo que puede llamarse segunda fase de la reforma, que puede denominarse de "mediatización de la reforma psiquiátrica al servicio de la Reforma política"  (Política general española en el momento del desfallecimiento del régimen)   y que se realizaba  a través de luchas laborales a propósito de la elaboración de los convenios colectivos en los que se introducían  cláusulas de contenido  política. Eran los años de la antipsiquiatría.  Un proceso parecido por tanto al que se desarrolló  en Oviedo, pero más virulento en Santiago por las circunstancias del momento en los últimos años del Régimen. No me resulta fácil adivinar sus pensamientos y actitudes personales en aquellos momentos. El caso es que hacia 1975 el Hospital  hizo crisis y más tarde Montoya fue relevado de la dirección ejecutiva  directa quedando  en un puesto más bien de consejero y teórico del plan asistencial, encomendándoseme a mí el puesto de director médico y a la vez Jefe de Servicio del Sector de Santiago o número uno.
En 1978 yo, después de  mantener y salvar como se pudo el plan asistencial tras la crisis, me trasladé al Hospital Clínico de Valladolid y más tarde a su universidad como profesor titular. El Dr. Montoya también abandonó Conjo para volver a sus orígenes en el Levante, en concreto Alicante, después de un trabajo más breve, también en el desarrollo del plan asistencial psiquiátrico en Albacete, según mi recuerdo.

Personalmente  era alegre, buen amigo, buen conversador y aficionado a la fotografía y a los viajes. Nuestras familias sellaron una buena amistad que parcialmente todavía se mantiene. En los últimos años lo veíamos en diversas reuniones y congresos psiquiátricos, especialmente  en el que todos los años organiza en Febrero Smith Kline bajo el nombre de " Avances en Psiquiatría".  Con pena observábamos su evidente enfermedad y decadencia, pero siempre encontraba un buen momento para charlar, para recordar trabajos y fatigas soportados  conjuntamente y para demostrarnos su amistad y afecto.

Descanse en Paz.

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