CAPÍTULO
PRIMERO.
LOS PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO Y SABER. ALGUNAS DE
SUS FORMAS.
1.
Cognitivo y cognoscitivo.
Desde el
momento en que el ser material es dinámico, puede aceptarse que existe el conocimiento.
Según HAWKING (93), la influencia mutua de fuerzas, objetos, relaciones, a
través de la "flecha del tiempo", establece por las mismas
propiedades de la materia que objetos, fuerzas, sucesos en suma de la
naturaleza, varían su comportamiento a consecuencia de los hechos
experimentados, o mejor dicho, sufridos por ellas mismas. La huella de un pie
en la nieve es memoria, es conocimiento, desde luego singular, y de tipo signo,
no símbolo. Determinados cuerpos metálicos sufren deformaciones cuya recuperación
es distinta según la posición y forma en que previamente hayan sido colocados,
y el fenómeno mismo de la imantación y magnetismo es también memoria de los
pasos y procesos que condujeron a la adquisición de dicha propiedad.
Debería por lo tanto distinguirse entre
conocimiento implícito, irracional o material, y conocimiento consciente, explícito o racional. Ello no supone aún el nivel
superior de conocimiento, en el cual el sabio no sólo sabe qué sabe, sino por
qué sabe y con qué cuantía de certeza y de seguridad o probabilidad lo hace.
Por tanto, puede establecerse un gradiente o continuidad entre distintos tipos
y niveles de conocimiento en toda la naturaleza, lo cual muestra una vez más
que, aun sin negar los cambios y saltos cualitativos o propiedades emergentes,
existen a la vez semejanzas tales entre los distintos niveles estructurales de
la realidad, que permiten afirmar su identidad sustancial, o dicho de otra
forma, su obediencia a la dinámica, estructura y ser de la realidad.
Centrándonos
en el conocimiento humano, es evidente que toda la elaboración informática
automática realizada por los canales sensoriales, destinada sobre todo a
funciones de supervivencia, defensa, alimentación y otras en común con el
animal, supone un conocimiento de la realidad que en parte es hereditario y
genéticamente determinado, respondiendo al caudal transmisible de la especie.
La evolución hecha sobre y por la naturaleza archiva en sí misma las
características de la realidad. Si el ojo se parece a la cámara fotográfica, es
porque ambos están hechos con y por la luz.
Así, puede
afirmarse con K. LORENZ (148) que la evolución, que graba en el caudal genético
determinadas formas de conductas, es un aprendizaje filogénico, que en el
hombre mismo puede observarse, por ejemplo, en las leyes de la organización
sensoperceptiva de la Gestalt, y que
corresponden ni más ni menos a los postulados de KANT sobre las formas a priori de la sensibilidad. Sin duda se
trata de un conocimiento que puede expresarse mediante el adjetivo
"cognitivo".
Dado el
uso múltiple y frecuente de los términos "cognitivo" y
"cognoscitivo", intentaremos una breve digresión sobre el significado
y uso de ambos. "Cognitivo" pensamos puede reservarse para la
elaboración automática e inconsciente, tal como se observa principalmente,
según decíamos, en las primeras etapas neurobiológicas a nivel de los diversos
canales sensoriales. Supone así los primeros pasos de la elaboración
sensoperceptiva del percepto, antes de su presentación a la consciencia; pasos
que pueden denominarse como meramente neurobiológicos, aunque sean medibles
mediante procedimientos psicológicos.
El término
"cognoscitivo", en cambio, sugiere una elaboración consciente y
dirigida a fin, por lo tanto reflexiva y destinada a dar sentido y significado
propiamente psicológicos a los perceptos. Es fundamental el carácter de
"dirigida a un fin", en vistas de la motivación o intención
prospectiva de la mente -o ya del yo- en el momento en cuestión.
De este
modo, la percepción de un cuadrado es "cognitivo", y la integración
del mismo en la geometría a fin de demostrar un teorema en la pizarra es
"cognoscitivo". También podría indicarse que lo primero es pura
sintaxis, es decir, elaboración de signos o análisis formal; mientras que lo
segundo es semántica, esto es, elaboración de símbolos cargados de significado.
Si se
acepta esta interpretación, las demencias orgánicas, en su sentido psiquiátrico
habitual, lesionarían los programas cognitivos pero no los cognoscitivos, que
serían los afectados en las psicosis. Claro que lesiones cognitivas graves
arruinarían también lo cognoscitivo, pero secundariamente. Abordaremos esta
cuestión en el último capítulo de este estudio.
2.
Teoría del conocimiento en Kant.
Acudimos a
CENCILLO (41) para recordar la teoría del conocimiento de KANT, el cual sentó
las bases de nuestra comprensión filosófica de estos procesos, que permanecen
en la base interpretativa de los trastornos del conocimiento en las psicosis.
Postula KANT tres etapas en el proceso del conocer, dirigidas por facultades
diferentes, que obran bajo sus propias leyes y que conducen naturalmente a
distintos tipos de conocimiento:
1. La sensibilidad,
Anschauungsvermögen o sensualitas,
que comienza por la sensación o Empfindung.
Esta facultad sólo capta los fenómenos organizándolos según sus formas a priori, cuyo significado
heredobiológico ya hemos explicado. Los primeros conocimientos son así las
intuiciones sensibles del espacio y del tiempo, como marco subjetivo del conocer.
2. En una segunda fase actúa la inteligencia o Verstand, que es integradora o interpretadora, según la
nomenclatura de la monografía de JIMENO VALDÉS (123). En esta función se
determinan ya perceptos integrados con sentido de la "escena". Aquí
actúan las doce categorías del entendimiento, como cualidad, relación, etc.,
llegando no a "formas reales del ser" -por definición inaccesibles:
las cosas en sí-, sino a "formas del entender" -o estructuración
formal de los fenómenos-, que son los ladrillos de la fase siguiente.
3. La tercera fase se caracteriza por la
actuación de la razón, Vernunft o racionalitas. Esta facultad es la que
organiza los juicios o reflexión, que llega a las ideas supremas y directrices
de Dios, el mundo y el yo, que sitúan y dan sentido al conjunto del mundo
percibido, o dicho de otra forma, a nuestro modelo interno de la realidad. Es
sabido que KANT distingue dos tipos de juicios: unos a priori, independientes de la experiencia, que hoy podemos decir
estructuran las ciencias axiológicas y puramente formales -como las
matemáticas-; y otros a posteriori, que
precisan de la experiencia. Los juicios forman verdadera ciencia o saber, si
bien subjetivo, pero que, podríamos decir, organizan conductas adecuadas a la
realidad, puesto que mantienen una relación biunívoca con los invariantes de
comportamientos o fenómenos del mundo real, tal como nosotros los percibimos
cognitivamente o los elaboramos cognoscitivamente.
Es
obligado citar a propósito de las teorías del conocimiento a LOCKE en su Ensayo sobre el entendimiento humano
(145). Puede considerársele un antecesor de Kant, menos sistemático pero más
asequible, y que proporcionó un influjo más popular e inmediato en el momento
crítico del siglo XVIII, el cual habría de pasar a la historia con el nombre de
"siglo de las luces".
Defiende
que todo saber procede de la experiencia, rechazando las ideas innatas, en una
discusión que se extendía desde ARISTÓTELES y PLATÓN; es llamado por ello
empirista. Uno de sus principales méritos, al menos visto desde la perspectiva
actual, es haber defendido la igualdad de todos los seres humanos en cuanto
capacidad de conocimiento y razón.
Mas hemos
de continuar considerando algunos otros tipos y clasificaciones del
conocimiento, importantes para situar a la psiquiatría y a la psicopatología en
su lugar adecuado.
3.
Saberes de dominio y saberes de salvación.
Desde otro
punto de vista, el inicio de la hominización y la organización social exige la
formulación explícita de formas culturales de realización de actividades, en
principio ligadas a la supervivencia inmediata, que poco a poco afectan a todas
las áreas de la vida y convivencia, exigidas y facilitadas por la reducción
instintiva típica de la especie humana. Estas fórmulas de actuación, pero
también de opinión ante las cosas, forman un conjunto de saberes que de alguna
manera pueden diferenciarse de los auténticos conocimientos sobre la realidad.
Estos
organizadores de la "razón práctica" son ideas y creencias
imprescindibles para que se conforme una motivación adecuada para la acción y
conducta humanas. Las ideas delirantes de los pacientes psicóticos tienen
también aquí su origen y comprensión psicológica.
Más fácilmente
pueden entenderse estos dos conjuntos de saberes bajo la terminología
sociológica. Unos saberes son "de dominio" -saberes sobre las cosas o
la realidad externa-, en tanto los otros son saberes "de opinión", o
mejor dicho de valor. Una comisión de expertos que estudia el magnetismo se
preocupa por saberes "de dominio", y si discute sobre la calidad de
una composición literaria para la adjudicación de un premio actúa estableciendo
normas y significados, saberes normativos que grosso modo pueden equipararse a la división entre "ciencias
de la naturaleza" y "ciencias del espíritu" que propusiera
DILTHEY.
Es cierto
que últimamente numerosas ciencias del espíritu, y aun normativas del
"deber ser", como la juridicidad, han asumido para algunas cuestiones
métodos propios de las ciencias de la naturaleza. Ello puede en parte
justificarse si entendemos que, siendo el hombre parte de la misma Naturaleza,
sus actividades y productos, entre ellos la cultura, han de serlo también. En
todo caso, se realiza mediante una objetivación de la norma, los valores y los
demás productos culturales, tomados como cosas independientes de sus creadores.
Aquí, sin embargo, se pierde lo más propio de dichos saberes, y como siempre en
la ciencia, no es incompatible que para algunos menesteres se consideren desde
un punto de vista y para otros desde otro.
Mas no es
sobre este tipo de conocimientos sobre los que versará nuestro trabajo, que es
como se sabe un estudio psicopatológico. Cae, pues, de lleno dentro de los
saberes sobre las cosas o sobre la naturaleza, mal que bien, durante tantos
siglos y aun ahora, en ignorancia de las realidades se haya caído en los
supuestos o explicaciones de otro tipo.
4.
Conciencia y libertad.
Una
aproximación más a los conceptos de cognitivo y cognoscitivo se realiza a
través del concepto y función de la consciencia que organiza los significados;
es decir, la semanticidad. La manipulación correcta de los símbolos, opinan
algunos, no precisa la semanticidad, sino la aplicación de una sintaxis -o
gramática- lo suficientemente precisa. La máquina de Touring no precisa
consciencia, y por lo tanto no dispone de auténtico conocimiento o
cognoscitividad; y el conocido experimento mental de la oficina china,
manipulada por un funcionario que no conoce el chino, así parece mostrarlo. Así
pues, la mente sería algo más que un programa informático. Los programas, es
decir, las reglas del manejo de los símbolos, no tienen semanticidad. Esta
opinión que estamos defendiendo es lo que se denomina "falsedad de la
hipótesis de la inteligencia artificial fuerte", que postula que un
programa adecuado puede reproducir la mente de la persona humana. Véase a este
respecto JIMENO VALDÉS (123).
Queda por
mostrar qué es ese algo más que presenta la mente humana, y que la
diferenciaría fundamentalmente del ordenador presente o futuro. Intuimos que
para que se constituya el auténtico conocimiento humano es preciso la
afectividad, que presta a cada concepto y a cada símbolo un "peso"
afectivo que decide su ubicación en el sistema de la memoria; todo lo cual es
fundamental para la utilización de la misma a efectos prospectivos, es decir, a
efectos de programar la programación, o dicho de otra manera, para contribuir a
la aparición de las motivaciones, los deseos y necesidades. Son los elementos
más importantes de lo humano, puesto que en ellos aparece indisolublemente
unido a la consciencia la libertad, que es meramente consciencia de
"desear lo que hacemos y hacer lo que deseamos", constituyendo así el
parámetro afectivo del programa director de los demás subprogramas. Así, y como
indicábamos en el prólogo, consciencia, semanticidad y afectividad son los tres
graves problemas del psiquismo humano, en cuanto a un conocimiento científico
de los mismos. Abordaremos la cuestión en el capítulo II.
Retomamos
la cuestión de los distintos tipos de saberes: los de dominio y los de
salvación, o de ciencias de la naturaleza y del espíritu, y que según decimos
derivan unos de la razón crítica o pura y los otros de la razón práctica, o que
organizan en el primer caso las facultades cognitivas y en el segundo más bien
las cognoscitivas, pues todos estos equivalentes pueden ser así formulados.
Acudiremos a tres autores principales, de
quienes para mayor claridad trataremos de extractar las ideas y bases comunes.
Son por una parte WARTOFFSKY (213), por otra BOCHENSKI (27), y por último, bien
conocido entre nosotros, BUNGE (31, 32).
5.
Ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu.
5.1.
Tipos de saberes.
Así,
entendemos que existen al menos los siguientes tipos básicos de saberes: un
saber empírico, un saber de habilidades, un saber mántico o mitopoiético y un
saber científico.
1. El saber
empírico está constituido por las generalizaciones a través de la
experiencia, bien personal o bien de grupo, expresadas comúnmente en reglas,
refranes, etc., que se refieren a verdades en general intuitivas y fáciles de
comprobar, y que se asientan sobre auténticas invariantes o constantes de la
naturaleza. No precisan de una explicación de por qués, y aluden únicamente a
regularidades de los acontecimientos. Sobre ellas solas se ha basado el dominio
de la naturaleza, no sólo antiguamente durante milenios sino también
actualmente, ya que muchos de nuestros procesos -tanto individuales como industriales-
se basan en la empiria.
2. Muy próximo al conocimiento empírico está el
conocimiento y actuación por habilidades,
que puede ceñirse a reglas concretas del "arte" o del oficio. Uno
de los motivos más importantes por los cuales el mundo antiguo -sobre todo en
la época helenística- no accedió a un primera revolución industrial, fue debido
a la separación social y de acción entre los artesanos o empíricos y el
científico o sabio, que iniciaba los procedimientos de la ciencia natural.
Quizás sólo en la medicina se dio alguna excepción, ya que el ejemplo de
HIPÓCRATES, en su descripción más acabada de la "enfermedad sagrada",
muestra un momento crítico intermedio entre el saber empírico y el saber por
"modelos" de la realidad. La cosmología, y en concreto la astronomía,
también se encontró en esta situación -ajena por completo, entre otros, al
campo de la mecánica-, permaneciendo en este estadio hasta GALILEO, y ello a
pesar del genio de ARQUÍMEDES.
3. El saber
mántico, también llamado mítico o sapiencial, trabaja con un modelo del
mundo, del ser real de las cosas. Se trata empero de un modelo inventado por la
acción cultural, satisfaciendo más -como sabemos desde FREUD- a las necesidades
emocionales de los hombres, que a sus afanes por la verdad objetivable. La
superstición, la magia, los encantamientos y la numerología entran en este
campo, pero también se incluyen la ciencia gnóstica, las cosmogénesis de casi
todas las religiones, y las explicaciones sobre las preguntas escatológicas del
ser, destino y origen del hombre, que escapan a la mera observación de la
naturaleza, y sobre las cuales se fundamentaron y se fundamentan actualmente
las normas más importantes de la organización social.
5.2.
Saber y memoria.
Esta
clasificación, derivada de la filosofía de las ciencias, no concuerda
completamente con los diversos tipos de memoria descritos por la moderna
neurofisiología; aunque creemos que también sería posible establecer una
síntesis comprensible entrambas.
Así,
evidentemente las habilidades pertenecen al grupo de los comportamientos
psicomotores heredados o aprendidos, unidos intrínsecamente a la memoria y a la
organización sensomotriz típica de la primera infancia pero operativa
continuamente en los adultos.
Los
conocimientos de saberes se corresponden con la memoria semántica, sin duda
alguna.
En cuanto
a la memoria episódica, es decir, de la propia biografía, estaría unida a la
consciencia y a la vivencia del yo, y estaría totalmente ausente en el ordenador
por carecer de "biografía". No obstante, no parece difícil establecer
un modelo informático de le misma si el ordenador accede a una vida propia de
movimientos y actividades, aunque sean meramente internos y cognoscitivos. En
este caso, sería indispensable la consideración de la variable tiempo como
factor ordenador de los sucesos biográficos, de forma análoga al tiempo y al
espacio que ordenan coherentemente los sucesos en la memoria episódica humana.
Es típico
también de los sistemas cognoscitivos humanos la tendencia a crear siempre
modelos complejos e integradores de la realidad externa transcendiendo los
datos concretos; de la misma manera que puntos y rayas se convierten en
objetos, sucesos y personas se unifican en modelos místicos y cosmológicos bajo
funciones que también producen los delirios de los enfermos psicóticos.
Estudiaremos estas cuestiones en el capítulo III.
La
historia de las relaciones, discrepancias, luchas e influencias mutuas entre
estos diversos tipos de saberes ocupa las páginas casi más importantes de la
historia de la cultura y de los pueblos; y aún hoy día podría ilustrar las
trayectorias individuales de muchas personas y destinos entre nosotros,
incluidos los propios pacientes y los orígenes de los trastornos mentales, desde
los conflictos cognitivos encerrados en el fondo de las almas en su lucha por
la libertad y la verdad, hasta la capacidad de tolerar la ignorancia sin caer
en la invención. Particularmente fecundo sería considerar, desde este punto de
vista, la historia de la psiquiatría, tantos años sometida a las explicaciones
míticas y tan difícilmente liberada de las mismas, en una tarea todavía sin
acabar y siempre recomenzada.
Un modelo
fecundo en este aspecto lo presentan actualmente los sistemas llamados de inteligencia
artificial, que intentan reproducir por medios informáticos algunas de las
funciones del psiquismo humano. Así el estudio del mismo podrá ser fragmentado,
o deberá ser fragmentado en funciones más simples.
6.
Saberes racionales o explícitos.
Como decíamos, debe entenderse por saberes
racionales o explícitos aquellos que están organizados sistemáticamente, que
atisban al menos las razones o fundamentos de su conocer y que se presentan en
vocación de autenticidad y veracidad respecto sus temas de estudio, que suelen
dirigirse a las cuestiones básicas del mundo y del hombre; cuestiones básicas
que fueron resumidas por KANT: qué es el mundo, qué es el hombre, de dónde
venimos, a dónde vamos, qué debe el hombre esperar razonablemente, y cuál debe ser
su ley moral.
En este
aspecto, son los saberes filosóficos y los teológicos los que tradicionalmente
se han ocupado y contestado a estos problemas. Como hijo de ellos, pues sin el hábito
de la reflexión no hubiera sido posible, surge en la Grecia clásica y luego,
después de 1500 años, el saber científico o saber acerca de la naturaleza en sí
misma. Saber científico que se va sustentando en métodos y modelos propios a
los que luego nos referiremos.
Vamos a
referirnos ahora a algunos métodos de conocimiento sistemático que forman parte
de los conocimientos racionales, y que tienen aplicación especial en la
psicopatología natural.
Ya hemos
comentado la división filosófica clásica entre
"ciencias de la naturaleza" y "ciencias del
espíritu"; en realidad, cualquier cosa puede ser estudiada con los métodos
de la ciencia natural. Realmente la ciencia natural es meramente una metodología,
y fueron SPINOZA en su Ética y
DESCARTES en su Discurso del método,
los primeros que intentaron aplicar al ser y pensar del hombre la metodología
científico-natural -que entonces era meramente racional- como intento de
alejarse de las mancias y saberes al uso. Por ello mismo las ciencias del
espíritu, es decir, aquéllas cuyo objetivo son las creaciones del hombre,
pueden ser estudiadas también bajo la ciencia natural.
)Han de exceptuarse la crítica literaria y la
historia? El debate sobre este punto no es propio de este lugar. Baste señalar
que la diferencia entre ambas ciencias es fundamentalmente la concerniente al
método; y que aun los sucesos de la naturaleza son verdaderamente únicos, es
decir, históricos en sentido estricto, a no ser que creamos en las teorías del
eterno retorno. Las doctrinas cosmológicas y físicas actuales sobre el tiempo
de HAWKING (93), y también PRIGOGINE (178, 179), dan sobrada razón de estas
cuestiones. La regularidad del mundo físico en su repetición es, como siempre,
respecto ciertos tiempos de observación y para determinados intervalos de
tiempo, pero ello es válido en toda ciencia natural, incluida la psiquiatría.
Existe
actualmente una fuerte tendencia en el sentido indicado anteriormente, es
decir, de encuadrar, al menos metodológicamente, todas las ciencias como ciencias
de la naturaleza, superando la clásica división que citábamos. Conducen a ello
varios factores:
En primer
lugar, la aceptación del hecho irrebatible de la evolución biológica, y por lo
tanto del origen del hombre a partir de y formando parte en todos sus aspectos
de la Naturaleza.
En segundo
término, y a consecuencia de lo anterior, la necesidad de aceptar que todas los
productos y actividades del hombre, incluidas la cultura, la sociedad, lo
normativo -ético y jurídico- también. Es pues legítimo o necesario su estudio
con los métodos de la ciencia de "lo real".
En tercer
lugar, el estudio profundo, a través fundamentalmente de la sociobiología, de
las capacidades cognoscitivas humanas a partir de sus orígenes biológico
evolutivos, presenta en una nueva perspectiva todas las doctrinas del
conocimiento. Por una parte relativizándolas respecto a los residuos platónicos
que sobrevivieron en las filosofías de Occidente, pero a la vez precisándolas y
por lo tanto permitiendo cada vez aproximaciones más exactas al conocimiento de
"lo real", tendientes a superar el hiato entre lo real y la realidad
conocida. La interpretación a partir de la evolución biológica de las formas a priori de KANT hecha por K. LORENZ
(148), aparece aquí como reflexión "definitiva" que abrió el paso a
las doctrinas evolucionistas -que no evolutivas- del conocimiento. Véanse
algunos tratados sobre esta cuestión en:*
Un hecho
central en esta cuestión lo ha protagonizado la situación actual de la
filosofía, que sin duda podemos decir que ha sufrido un cambio de paradigma.
Una reciente visita de trabajo (mayo de 1996) realizada al Centro de Filosofía
y Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Giessen (Prof. B.
KANITSCHEIDER), nos ha evidenciado la profundidad de dicho cambio. La filosofía
tradicional se ha decantado en una mera historiografía de las ideas, y la nueva
filosofía, bajo el nombre de "filosofía analítica" se ha convertido
en una pura filosofía de la ciencia, cuya misión principal es el estudio de las
consecuencias respecto los grandes temas, de los avances de la ciencia natural.
Los campos de la teoría del conocimiento, de la cosmología, del ser de la
matemática y los sistemas formales y por último el abordaje científico de los
hechos de la consciencia y la complejidad, dan tarea más que suficiente a la
filosofía analítica.
Mas esta
tendencia se extiende sin cesar, acercándose ya a los campos de la ética y el
derecho. Los tremendos problemas en este campo surgen continuamente de la
investigación genética, la inteligencia artificial y robótica, los retos éticos
de los avances médicos, como la determinación de la muerte, los trasplantes, el
sentido y alcance de la dignidad humana, etc. Así pues, también la ética y el
derecho se esfuerzan en encontrar cobijo bajo las ciencias de la naturaleza, y
buscan soluciones y fundamentos en el estudio de la naturaleza humana y sus
necesidades y exigencias, derivadas de su origen biológico evolutivo. Está aún
por ver si estos métodos consiguen una ética de los derechos humanos y una ética
de la naturaleza aceptable para todos, bajo el dominio no ya de la razón o
razonamiento sino de un auténtico conocimiento natural. Si bien este
procedimiento nos despierta enorme interés y simpatía, dudamos mucho de su
eficacia, al menos respecto de la ética. La ética de la evolución biológica es
despiadada tanto en los sistemas cooperativos como en los competitivos[1],
y siempre entendimos que el humanismo, sea de índole religiosa, filosófica o
meramente política, tendía a su superación, sobre todo en Occidente, con su
innegable origen ideológico cristiano. Mucho tememos que el darwinismo social
sirva de pretexto para más amoralidades, aunque entendemos que será necesario
examinar todas las posibilidades que pueda brindar. En todo caso el entusiasmo
y buena fe de los cultivadores de estas tendencias es innegable, y
posteriormente presentaremos algunos de sus métodos y conclusiones.
Presentemos
por tanto, sin más disgresiones, los distintos tipos de métodos y de ciencias
dentro de la propia ciencia natural, en busca sobre todo del lugar propio de la
psicopatología como paradigma de ciencia intermedia y de enlace entre las
ciencias tradicionales de la naturaleza y del espíritu. El microcosmos humano
siempre ofrece esta posibilidad y la ciencia psicopatológica no puede
abordarse, en la mejor tradición de JASPERS, sin una intención de método
integral y holístico.
Para ello
retornamos a los distintos tipos de pensamiento racional, y seguimos a
BOCHENSKI (27):
1. Método
fenomenológico: Posee gran importancia en psicopatología, ya que toda su
elaboración clásica proviene de la escuela husserliana fenomenológica que, bajo
el grito de "a las cosas mismas", trataba de desligar a la filosofía
de su bagaje histórico-cultural, transformándola en ciencia del
"ser", es más, del "ser observable". El método
fenomenológico intenta precisamente eliminar todos estos añadidos de la
tradición y la interpretación que se pegan culturalmente a los fenómenos, para
convertir a los mismos en cosas. Se debe eliminar todo elemento subjetivo e
interpretativo; es por lo tanto un método fundamentalmente descriptivo, que
establece fenómenos y sus correlaciones. Por ello es esencialmente necesario
para las ciencias complejas como la psicopatología, cuyos mecanismos de
funcionamiento se nos escapan, y que tienden incluso a estar contaminados por
nuestra introspección interesada.
2. Métodos
semióticos: se fijan especialmente en los vehículos del pensamiento, es
decir, el lenguaje, su estructura y posibilidades de verdad. En la Figura 1 se presenta
un esquema de la obra citada de BOCHENSKI (27), que define los principales
términos que ligan la estructura formal del método de pensamiento con sus
significados. Estos métodos son importantes para el entendimiento de las
matemáticas, con el método formal puro como herramienta de pensamiento, o más
bien de elaboración de modelos e inferencias válidas que de ellos derivan. La
semiótica explica también el sentido y la importancia de las metaciencias o
ciencias de la ciencia o epistemología, de las cuales es precisamente la
semiótica su principal representante. La lógica formal, tan importante en la
informática, permite atisbos en los mecanismos neurobiológicos de elaboración
de la información, que están en la base del pensamiento. Los distintos niveles
semánticos son también importantes en el estudio de algunos trastornos de la
comunicación o pensamiento de los psicóticos, sin que sea preciso aplicar estos
métodos con el mismo bagaje interpretativo de la escuela de Palo Alto. La
interpretación del lenguaje psicótico no es, sin embargo, tema principal de
este trabajo.
3. Métodos
reductivos: KEYNES y KARNAP, entre otros, formularon los rasgos de este
método, que caracterizaría precisamente el método natural, según la escuela de
Viena, el cual procede por inducción-reducción: desde proposiciones y
observaciones concretas y parciales avanza a las generalizaciones y
abstracciones. Sin embargo, actualmente debemos aceptar como superado este
método respecto la ciencia natural, y ello debido precisamente a la superación
dialéctica de la división entre ciencias de la naturaleza y del espíritu, ya
que por una parte también el proceso cósmico es "histórico" y por
otra parte el hombre mismo con sus conocimientos y creaciones forma parte de la
misma Naturaleza.
Por lo demás, las generalizaciones del
método inductivo reproducen la intención de la ontología escolástica, que
aceptaba la validez de la misma en cuanto descubría las características
esenciales de los sucesos y objetos de las accesorias y contingentes. Pero esta
distinción sólo es valida respecto los conceptos o entes abstractos y mentales
y sus correspondientes epistemológicos -nos referimos por ejemplo al
conocimiento escrito o transpersonal vehiculado en lo que POPPER Y ECCLES (177)
llamaron mundo III-, por lo tanto no es aceptable como descripción válida del
método de acceso a lo real. Por ello, los modernos epistemólogos o filósofos de
la ciencia describen un cuarto método como propio de la ciencia natural actual.
4. Método
heurístico experimental: Hoy día no se acepta que el método propio de la
ciencia natural sea el método inductivo reduccionista. Desde el gran trabajo
epistemológico, sobre todo de POPPER Y ECCLES (177), el método científico es
clasificado como método heurístico experimental. A ello ha contribuido el auge
de la llamada filosofía analítica, que oponiéndose a la filosofía especulativa
de otros tiempos, estudia las consecuencias filosóficas del conocimiento
científico y también los fundamentos lógico-epistemológico del mismo. Bajo la aceptación
de que el conocimiento científico es siempre inseguro, provisional y precario,
no es posible nunca la presentación de afirmaciones universales y permanentes.
Los clásicos, respecto a su modelo, afirmaban meramente con NEWTON: los cuerpos
materiales se comportan como si... se atrajeran...; luego EINSTEIN mostró que
no era preciso aceptar este modelo atractivo -en los dos sentidos de la
palabra-, sino que podía sustituirse con ventaja por un modelo geométrico del
espacio tiempo. El método heurístico experimental siempre está preparado para
la falsación de la hipótesis o para que los acontecimientos contradigan a lo
esperado. Es el modelo de POPPER, y por ello el método subyacente opera con
expectativas, es decir hipótesis, más o menos probables, y cuya verificación
bajo elaboración estadística las dota de mayor o menor grado de validez. La
moderna filosofía, llamada analítica, que se ocupa de las consecuencias
ontológicas de la ciencia natural, acepta también esta descripción del
conocimiento y método científico.
Este método por lo tanto ha de actuar también en la
psicopatología, si deseamos su conversión a una auténtica ciencia natural, y no
sin embargo en la psiquiatría. Los pasos están perfectamente marcados:
observación, protocolización sistemática de los datos, experimentación,
postulación de un modelo, formulación de hipótesis y nuevos experimentos de
falsación o de verificación. No nos es posible, ni creemos necesario, describir
todos los pasos que implican este método.
Por otra
parte, es necesario diferenciar las hipótesis de las meras conjeturas. Las
hipótesis llevan implícitas en sí mismas un diseño experimental que dilucide su
validez. Las conjeturas son especulaciones sugestivas que se aproximan al campo
de las creencias, de los científicos en este caso. Así la hipótesis modelo del
átomo de BOHR, como ejemplo de lo primero, y la conjetura de las cuerdas, los
agujeros negros y blancos, y el viaje a través del túnel -precisamente por el
efecto cuántico de túnel- del tiempo de HAWKING como ejemplo de las segundas.
Por ello
mismo es preciso diferenciar una teoría científica, que consiste en la
descripción detallada y cuantitativa de un modelo del mundo real, de una
conjetura que aventura un modelo sin opinar sobre sus posibles relaciones con
la realidad, pongamos como ejemplo ya clásico de esto ultimo la elaboración por
RIEMANN y LOBATCHESKI de las geometrías no euclideanas, y que luego fueron
utilizadas por EINSTEIN.
De todas
formas sigue siendo imprescindible un modelo, puesto que es necesario para la
formulación de las hipótesis a verificar. Revisaremos, pues a continuación el
concepto de modelo en ciencia natural y algunos de sus tipos.
7. El
concepto de modelo en ciencias de la naturaleza.
La
aplicación de un modelo suprime siempre la interpretación de parte de los
fenómenos, puesto que se trata siempre de una simplificación de la realidad.
Esta sólo es asediable mediante la utilización de diversos modelos, que sirven
a diversos tipos de estudios, funciones o técnicas a aplicar sobre la realidad
a estudiar. El modelo -sobre todo el matemático- se conforma mediante un haz de
relaciones cuantitativas que remedan no las relaciones en el objeto real
-siempre y kantianamente inaccesible-, sino los resultados de la observación.
Este haz de relaciones es excesivamente grande y complejo en las ciencias
humanas, y por ende en la más compleja de todas, la psiquiatría. Por todo ello,
los modelos en psicología y psiquiatría necesariamente han de remedar la
realidad aun de forma más burda. Importa siempre, en cualquier modelo
psicopatológico, precisar previamente cuáles han de ser los objetivos y
funciones del modelo en cuestión.
La validez
del modelo es siempre operacional, es decir, vale en cuanto que explica. El
problema fundamental reside en la elección del modelo. Este ha de partir de
algunas bases conceptuales, o mejor dicho ideológicas, previas. Puestos a
explicar, los modelos animísticos y mitológicos de la naturaleza también
cumplían una función de conocimiento, sobre todo si se atenían a no contradecir
la base empírica. Los modelos en ciencia se reconocen entre otras cosas, como
comentábamos, por su renuncia a explicar el todo del objeto en cuestión, y
precisamente por esta característica -entre otras- el modelo psicoanalítico es
sospechoso, para BUNGE (31), de pertenecer a una "mancia" más que a
un saber científico.
Sin modelo
no existe ciencia ni posibilidad de investigar, sólo acaso de describir; lo
cual es mucho y es poco, puesto que el deseo humano de saber, a veces tan
olvidado en las investigaciones actuales dirigidas por el puro pragmatismo, no
puede aceptar saber algo si no dispone del modelo.
El modelo
es nuestra visión interna de la realidad. Un modelo del mundo está ya archivado
en nuestros genes y precisado por la experiencia sensorial: un modelo de mundo
humano, que comienza por ser topológico o más bien temporoespacial, distribuido
en cosas que se tocan, ven y huelen, matizado luego por la gravedad, el peso y
la inercia, y precisado posteriormente por nuestra necesidad, actitud o uso
ante estas mismas cosas. El modelo natural del mundo es el modelo
sensoperceptivo, que estudiaremos en su momento; únicamente a partir de este se
construye el modelo científico del mundo. El modelo científico del mundo
funciona respecto al mismo como una caja negra. Su validez es suficiente,
siempre y cuando dentro del campo de observación arroje los mismos resultados
en respuesta a los mismos estímulos; la diferencia es que nosotros construimos
la caja negra de forma que se obtengan estos resultados.
Un modelo
supone siempre un conocimiento parcial, y se enfrenta así con los conocimientos
de índole mística o filosófica que pretenden llegar al saber como tal -la
gnosis-, pero precisamente en esta restricción previa yace su fuerza.
Renunciando al todo, es capaz el científico de saberes parciales, pero
eficaces. Eso supone por último que la realidad requiere siempre la aplicación
de varios, numerosos o infinitos modelos, produciéndose así por la ciencia una
aproximación asintótica, pero una aproximación cierta; no cierta en el conocer
el sí y el ser de las cosas, sino en su aproximación a las mismas: aproximación
a su dinámica, a su conducta, en suma,
la "realidad del ser" es el proceso. El lector interesado
puede consultar la obra clásica que nos ha precisado en el mundo actual todos
estos conceptos, cuyos autores son RUSSELL Y WHITEHEAD (186).
8.
Modelos estructurales.
Para
nuestro estudio es importante el concepto de modelo estructural. Podemos
definir "estructura" como la disposición, orden y relaciones de los
diversos elementos que componen un cuerpo, órgano, etc., o también un concepto
o cuerpo de doctrina, desde la jurídica a la psicológica. La aceptación de una
estructura parece necesaria para la formulación de un modelo dinámico, que
consiste en la descripción de cambios y funciones a lo largo del tiempo. Un
modelo no dinámico para nada serviría en ciencias biológicas, y escasamente en
las naturales, a excepción de la mecánica estática, útil en arquitectura e
ingeniería. Las relaciones dinámicas son, por otra parte, las más importantes
para la integración del objeto en un "todo". Por estas
consideraciones, parece necesario que un modelo psicopatológico sea estructural
y dinámico.
El establecimiento
de un "modelo" del objeto de estudio es uno de los pasos más
importantes en el transcurso de una investigación científica. El modelo permite
"comprender" de alguna manera -según su tipo- uno u otro aspecto de
la realidad estudiada, así como establecer nuevas hipótesis destinadas a su
verificación o falsación, lo cual valida el modelo o exige su sustitución o
precisión. Permite también realizar inferencias de observables.
9.
Comprensión y cómputo.
Los modelos
pueden clasificarse en principio, y sobre todo desde el punto de vista
histórico, en aquellos que persiguen sobre todo la comprensión y aquellos destinados fundamentalmente al cómputo, es decir, al cálculo o
previsión de los observables. Así HEMPEL (96) cita como ejemplo de los primeros
el sistema cosmológico tolomeico, que brinda una muy buena comprensión de la
observación ingenua del movimiento del sol y de los planetas. Este modelo
mostró, no obstante, una gran dificultad para establecer cómputos de
observaciones pasadas y futuras, y tuvo que ser complicado cada vez más y más
para esta segunda función. En realidad se utilizaban para su comprensión
modelos diferentes, uno de cálculo y otro intuitivo-mecánico, o aun mejor,
pictórico-geométrico. La unificación de ambos -esto es, la validez de un modelo
para servir a ambos propósitos- es patrimonio de la ciencia moderna, que suele
situarse a partir de la publicación de los Diálogos
sobre los dos máximos sistemas del mundo, tolomeico y copernicano de GALILEO.
Con el
paso del tiempo, los modelos fueron centrándose cada vez más en el cómputo o
cálculo y haciéndose menos comprensibles para la intuición, que en el hombre es
fundamentalmente visual, icónica o al menos geométrico-espacial. Puede seguirse
muy bien esta trayectoria en los modelos físicos del átomo, que se desplazan
desde BOHR hasta los actuales en el sentido de una matematización creciente;
incluso puede expresarse que actualmente todos los modelos físicos relativos al
ser real material son de tipo puramente matemático. Ha de entenderse, pues, que
los dibujos son meramente gráficos que explicitan, para nuestra comprensión
visual, algunas características parciales del modelo. Eso explica la
repugnancia en ciencia moderna, sobre todo en la física - y por ende en la
química, desde que las unificó la mecánica cuántica - a prescindir de las
fórmulas matemáticas y descender al nivel de las descripciones o de los
dibujos. "(Dios escribió el mundo con caracteres
matemáticos!", se sabe que llegó a exclamar el piadoso NEWTON.
Pero
centrémonos ahora en la definición y explicación de lo que es un modelo en
ciencia natural, aproximándonos a nuestro objetivo de modelo en psicopatología
y del hipotético modelo que subyace en el presente trabajo.
Siguiendo
a WARTOFFSKY (213), el modelo parte de los hechos observados y protocolizados,
a partir de los cuales se realiza un constructo abstracto -con esfuerzo
imaginativo y creador, añadimos nosotros- que ha de representar los hechos, a
base de presentar dentro del mismo las relaciones existentes entre dichos
hechos. Esta construcción intelectual se convierte en un medio de operar con
las representaciones -magnitudes, cuerpos, etc.- de estos, en vez de hacerlo
con los hechos u objetos mismos, reemplazando así la manipulación de objetos o
cosas por la manipulación de los elementos constituyentes del modelo. El modelo
más fácil de entender es el que constituye un mapa, sobre el cual están
situados diversos puntos de la superficie de la tierra que guardan entre sí
relaciones análogas a las que ocupan dichos puntos en la superficie real. Según
el tipo de proyección y de escala, es necesaria una transformación concreta de
las medidas del mapa en relación con las medidas en la superficie real. En el
modelo, pues, ha de existir una relación biunívoca -es decir, única y
reversible- entre hechos observados y su representación. No se representa la
realidad en sí sino los hechos o datos de la misma, recogidos en la observación
y en su caso experimentación.
10.
Algunos modelos en ciencias de la naturaleza.
Por lo
tanto, todo modelo guarda relaciones de analogía con su objeto. Estas analogías
o referencias pueden ser de distinto tipo, por ejemplo, meramente topológicas,
como en nuestro caso del mapa, pero también identificables en los modelos
informáticos de las redes neuronales y otros, en los que se desprecia la
magnitud y la medida. Pueden considerarse también medidas y magnitudes, o bien
prelación de orden entre los hechos y los elementos que los representan en el
modelo. En el caso de modelos cuantitativos es esencial que se conserven
invariantes ciertas transformaciones que puedan darse paralelamente en la
realidad y en el modelo, o que dichos invariantes sigan cambios descriptibles
con precisión.
Según el tipo
de relaciones, elementos y el destino o fin principal del modelo, predominan
-según nuestra investigación- unas u otras características del mismo, que
podrían servir para designarlo. Así podríamos citar los siguientes:
1. Modelos
dinámicos, que han de dar cuenta de la distribución y cambios de fuerzas.
2. Modelos
analógicos, que reproducen ciertos resultados de la observación mediante
estructuras diferentes, pero que guardan entre sí relaciones similares. Por
tanto, los modelos analógicos -si están formalizados matemáticamente- obedecen
a las mismas ecuaciones que describen los observables reales, permitiendo
correlaciones y correspondencias entre magnitudes que corresponden a fenómenos
diversos.
3. Modelos
icónicos, que presentan casi siempre una imagen visual.
4. Modelos
digitales o numéricos, que son
meramente cuantitativos.
5. Modelos
matemáticos, en razón de cuya versatilidad -así como de la precisión que
permiten los cómputos- este modelo tiende a ser el preferido. Sin embargo, con
frecuencia se abusa del mismo respecto hechos o tipos de sucesos cuya medida es
problemática. En este caso, la precisión en el cómputo o cálculo sobre medidas
inexactas y parámetros poco realistas conduce a errores cada vez mayores -bajo
apariencia de exactitudes-, lo cual confunde cada vez más a ciencias como la
psicopatología, que precisamente está muy lejos de una matematización. Los
modelos matemáticos útiles en la astronomía y en la física toman la forma
matemática de ecuaciones diferenciales, las cuales corresponden lógicamente a
haces de curvas o fenómenos, que con diferentes parámetros cuantitativos se
correlacionan -o mejor dicho se calculan, integrando la función- para cada caso
particular. La razón subyace en la casi infinitud de relaciones o de propiedades
que pueden describirse y observarse en el objeto de estudio.
La matematización es sólo válida sobre
pocas magnitudes, bien descritas y medibles con precisión, y resulta muy útil
en el mundo de la mecánica -que inagura la ciencia moderna- y de su hija
directa, la astronomía clásica. También es útil en la física y en la química de
lo pequeño, y ha de tomarse con inmensa cautela en la ciencia de lo complejo,
como lo biológico, y su summum de
complejidad, lo psicológico y el mundo de lo extremadamente pequeño -el átomo y
sus componentes-, en cuyo terreno las matemáticas se sirven de estrategias de
aproximación, más que de modelos computables y comprensibles.
11.
Modelos axiológicos y una primera aproximación a un modelo psicopatológico.
Hemos dejado para el final el modelo mas
importante por su perfección, pero a la postre menos apropiado para
caracterizar la ciencia natural. El modelo axiológico es aplicable de forma
precisa a los sistemas formales o formalizados como son la geometría -desde EUCLIDES-
y otras ramas de las matemáticas como en tiempos modernos la aritmética -desde
CANTOR Y PEANO- y la topología -desde HILBERT-.
Los
modelos axiológicos son también denominados formales, puesto que meramente
ofrecen un método de elaboración de consecuencias derivables lógicamente a
partir de unos postulados de partida, denominados aquí axiomas. Las
definiciones, axiomas, y reglas de derivación son origen de un riguroso
constructo lógico que avanza bajo el único presupuesto de "ausencia de
contradicciones internas". En el saber antiguo, la única ciencia
axiologizada fue la geometría de EUCLIDES y en parte el sistema silogístico de
ARISTÓTELES, inicio de la lógica formal. Las geometrías no euclidianas de
RIEMANN, LOBATCHESKI y otras, así como los sistemas de lógica matemática de
RUSSELL, WHITEHEAD, BOOLE, PEANO, FREGE, etc., que han permitido el desarrollo
por una parte de la física cuántica y por otra de los métodos puramente
formales que operan en la informática actual, son demostración de su inmenso valor
e importancia. El teorema de la incomplitud o de GÖDEL logró demostrar, sin
embargo, que ningún sistema lógico puede bastarse a sí mismo, siendo necesarias
siempre hipótesis complementarias.
El sistema axiologizado es puramente formal,
es decir vacío de contenido, y así se explica el dicho no irónico sino
verdadero sobre los mismos de BERTRAND RUSSELL: "En las matemáticas no
sabemos de qué hablamos ni si lo que decimos es verdadero". El intento de
aplicación del sistema al lenguaje ordinario de WITTGESTEIN termina más bien
con la confesión de su imposibilidad. El lenguaje ordinario, así como la ética,
también sometida por SPINOZA al mismo esfuerzo, termina en un constructo
baldío, debido sobre todo a la imprecisión conceptual de los términos implicados.
Por todo
ello, el intento de axiologizar la psicopatología está llamado rotundamente al
fracaso. Nosotros, sin embargo, nos vamos a atrever a una aproximación al
mismo.
12. Los
modelos en psicología.
Es
comprensible que, según avancemos a ciencias y conocimientos más particulares,
se vayan desvirtuando las características teóricas de los modelos en ciencia
natural que hemos descrito anteriormente. La inmensa complejidad de la realidad
puede abarcarse en principio con una sola palabra: "el TODO", mas
luego que descendemos a cuestiones de detalle, y en contra de lo que pudiera
pensarse ingenuamente, la cuestión se torna más compleja hasta el punto de que:
1. Generalmente es necesario aplicar más de un
modelo, dada la dificultad de integrar o unificar los distintos resultados de
la investigación en un todo coherente.
2. Los modelos se hacen menos puros teniendo que
ser en parte formales, en parte icónicos, como los esquemas y figuras con que
representamos algunos aspectos, en otros descriptivos verbalmente, lo cual se
presta siempre, en razón de la ambigüedad intrínseca al lenguaje humano, a
aparatosos equívocos.
3. Con todo ello van perdiendo cada vez más el
carácter de modelos, pasando a ser meros auxilios del pensamiento del
especialista, y que pueden ser distintos en cada momento de la investigación.
Es curioso
que los físico-cosmólogos, después de varios intentos de teorías cosmológicas
de la unificación, comienzan a hablar pretenciosamente de teorías del todo, a partir
de las cuales podría llegarse, bajo los mismos modelos, a todas las ciencias.
Nos parece un intento vano y además innecesario. La meditación sobre los
modelos al fin, y para ciencias tan complejas como la psicología, sirven a
efectos sobre todo de evidenciar sus límites en cuanto al conocimiento, pero a
la vez potenciar sus posibilidades respecto a la técnica.
La
psicología como "ciencia de la conducta, el pensamiento y la intimidad del
ser humano" -en nuestra definición- se enfrenta con estos retos.
Por lo
demás, se han formulado en psicología infinidad de modelos, pero casi siempre
referidos a funciones o aspectos parciales. Así existen infinidad de modelos
respecto la estructura de la personalidad, de la inteligencia y, aunque menos
precisos, del pensamiento y la conación. De suyo podría aceptarse que cada
prueba psicológica presupone un modelo, o bien que de las mismas se deduce un
modelo acerca de la estructura de las funciones o parámetros explorados. Como
decíamos antes, según las pruebas van siendo más precisas pierden carácter de
globalidad respecto a una comprensión cabal de la persona humana. Este problema
es típico, por lo demás, de todas las ciencias que se encuentran en una fase
más bien descriptiva. Un ejemplo sencillo de lo que decimos se encuentra en la
geografía: la descripción de un continente evidentemente refleja menos detalles
que la de una comarca o un área municipal.
Los
avances cibernéticos en su día, actualmente llamados informáticos, propusieron
modelos para la atención y motivación, y hoy por hoy también se denominan
modelos a propuestas sobre redes neuronales o electrónicas, que remedan algunas
funciones como aprendizaje y autoprogramación. De la misma manera, es evidente
que los programas de inteligencia artificial que remedan el manejo de figuras
geométricas como esquemas de objetos elementales o una partida de ajedrez
suponen modelos funcionales de rendimientos mentales. Pero estos últimos
ejemplos poco tienen que ver con lo que en general se entiende por modelo en psicología,
que en principio debe presentar una estructura que permita la comprensión, y
eventualmente evaluación y previsión, de las actividades de la persona humana.
Así pues,
los modelos psicológicos globales o con presunción de completos o integradores
son escasos, y por ello mismo permiten una somera enumeración seguida de un
comentario que desde luego es parcial y personal, a partir sobre todo de la
clínica psiquiátrica en la que nos movemos.
Desde
luego obviaremos los modelos de base filosófica, especulativa o religiosa en
los que sin embargo encontraríamos bastantes atisbos de los modelos recientes.
Podríamos decir que todos los modelos antiguos descansan sobre las distintas
acepciones de la libertad y de las posibilidades de acción y pensamiento del
hombre respecto a las supuestas fuerzas de la naturaleza o de su propia
naturaleza. Las acepciones dualistas -iglesias cristianas y Descartes, por
ejemplo- oscilaban entre la aceptación de una libertad absoluta y su
mediatización por la gracia o poder divino. Las acepciones monistas, como la de
SPINOZA o LEIBNIZ, aceptaban el ser uno de las vivencias de libertad respecto
la naturaleza propia del hombre, que en general se aceptaba superior y distinta
del resto del universo, a excepción de algunos autores -ya del siglo XVIII-
como CONDILLAC.
12.1.
El conductismo.
Uno de los
modelos más importantes por su cohesión teórica y sus repercusiones prácticas
durante al menos 50 años, sobre todo en el área anglosajona, ha sido el conductismo.
Derivado de las investigaciones de PAVLOV, integradoras de funciones paralelas
en la conducta y en lo neurobiológico, proporcionaron esquemas de comprensión,
diseños de investigación y también fructíferos tratamientos hasta el momento
actual. Sin embargo, siempre se le acusó de
reduccionista, al ignorar la "caja negra" interna en la que se
establecían los circuitos o mecanismos de interacción entre el estímulo y las
respuestas. Ahora bien, en el psiquismo humano la caja negra estaba constituida
por el mundo mental interno, el mundo de las vivencias que las escuelas
alemanas, sobre todo las fenomenológicas, mostraban sobradamente que eran
también accesibles a la investigación. Por lo demás, una psicología sin alma
era inservible en la clínica psiquiátrica y por lo tanto también en la
psicopatología.
El
conductismo primitivo de WEISS y WATSON nace con intención de universalidad
para el hombre y el animal. Perfeccionados posteriormente por el llamado
neoconductismo de TOLMAN y GUTRIE, siguen integrando conocimientos de
psicología animal, desde THORNDIKE primero a K. LORENZ después. El
condicionamiento operante de SKINNER, también en origen, animal, las teorías
hórmicas de MC DOUGALL y por último la nueva ciencia de la sociobiología de
WILSON, DWAKINS y otros, completan un panorama completo e insustituible, aunque
sí superable, para explicar la conducta de los seres vivos, y sobre todo el
ensamblamiento de sus diversos orígenes desde lo instintivo a lo cultural y
creativo personal. En psiquiatría y terapéutica, el conductismo tiene su puesto
seguro, mas en esta monografía no podemos más que citarlo solamente dado su
menor interés en el campo de las psicosis.
12.2.
El psicoanálisis.
Una
actitud completamente opuesta, podemos decir, aunque no deriva de la anterior
-entre otras cosas por ser más antigua- es el psicoanálisis. Poco
diremos aquí del mismo, aceptando su inmensa importancia clínica, cultural,
ideológica y aun religiosa, que permanece y todavía permanecerá durante mucho
tiempo. Una creación grandiosa que intenta un modelo completo, dinámico y
científico, es decir, determinista según la ciencia de su tiempo -el siglo
XIX-, que se extiende a todas las actividades, actitudes y pensamientos del ser
humano abarcando también, claro está, el mundo de los sueños y del
inconsciente. Sin embargo, carece de todo apoyo experimental u observacional,
incluso empírico, y además toda su parafernalia -sin duda bellísima- en
excursos a la literatura y al arte lo distanció cada vez más de lo que pudo ser
una auténtica teoría de lo humano. Por ello mismo, y siguiendo a MARIO BUNGE,
debe aceptarse que el psicoanálisis es más bien un sistema creencial o mancia,
que no una doctrina científica.
En todo
caso, es preciso señalar que el psicoanálisis, tanto en FREUD mismo como en los
desarrollos posteriores, comprende tres tipos de saberes:
En primer
lugar es una teoría psicológica que pretende comprender el funcionamiento del
psiquismo. La estructura del yo, el pandinamismo y pandeterminismo, los
mecanismos de defensa, etc., tienen aquí su lugar propio y fructífero.
En segundo
lugar es una técnica terapéutica que, por la catarsis y la interpretación del
pensamiento y lenguaje libres y el análisis de los sueños y la vida cotidiana,
pretende acceder al subconsciente y descubrir allí el conflicto perturbador.
En tercer
lugar, el psicoanálisis explica y defiende una concepción cabal del mundo y de
la vida, una cosmovisión con carácter abarcador y completo, y que de forma más
o menos subrepticia es transmitida al paciente y siempre inculcada al
prosélito.
Pese a
todo, el psicoanálisis perdurará aún mucho tiempo, pues vino al mundo en un
momento propicio en el que por una parte se desmoronaban las creencias
tradicionales, en gran parte por su contradicción con la ciencia natural
-conflicto clásico y típico del siglo XIX entre la fe y la ciencia: problema
del modernismo-, y por otra aumentaba la soledad de las personas necesitadas,
en un mundo competitivo y esencialmente técnico, del apoyo psicológico que
también dejaron de proporcionar la confesión y el consejo pastoral. El
psicoanálisis, bajo el ropaje de la ciencia natural y con la advertencia de no
entrar en contradicción con la misma, proporciona un sólido corpus de
creencias, en último término positivas y aptas para la lucha por la vida, y por
lo tanto para el consejo y dirección espiritual psicológica. Falla sin embargo
como tal teoría científica, y falla en muchos casos en su aplicación cotidiana
debido a la actitud totalizadora -su aplicación por parte de los psicoanalistas
a toda clase de problemas-, y también debido a la tendencia a aumentar las
características regresivas, pasivas y desresponsabilizadoras de los pacientes.
12.3.
La psicología de la forma.
Un modelo encomiable, y además de tipo
estructural, lo presenta la "psicología de la forma" o Gestaltpsychologie. Precisamente la
estructura, en este caso del campo sensoperceptivo, da acabada cuenta de los
contenidos mentales suscitados. Nace como oposición al asociacionismo,
concepción clásica desde ARISTÓTELES. El concepto de estructura del campo y sus
correlatos con el percepto -que al fin y al cabo es el correlato intuitivo e
inmediato que posee el hombre sobre la realidad circundante- van descritos por
leyes precisas, si bien de tipo cualitativo y sólo groseramente cuantitativas.
"Estructura" toma así un significado muy preciso y designa que, en el
conjunto, cada una de las partes que integran el percepto sufre alguna
modificación por el hecho de pertenecer al conjunto, y obtienen propiedades diferentes
de las que poseerían de pertenecer a otro distinto, tanto en su función, en su
aspecto y en su valor; valor que ha de entenderse como psicológico o mental, es
decir, como indicativo o precursor de la conducta, la volición o el
sentimiento, por enumerar tan sólo algunas de las funciones psíquicas básicas.
La
psicología de la forma, además de su preciso diseño experimental, su carácter
abarcador y holístico y también su bella presentación, incluso ciertas implicaciones
generales que ofrecía, se refiere solamente a funciones sensoperceptivas y a
las respuestas más o menos automatizadas a las mismas. Sus explicaciones sobre
la creatividad no dejan de ser un tanto simples, si bien convincentes y útiles
en el campo de la psicología experimental y de la psicología animal, preparando
en este campo los sorprendentes hallazgos de la etología y de los mecanismos
innatos de conducta y respuesta.
Por lo
demás, muchos métodos de la psicología de la forma tienen enorme importancia
actual para el estudio de las disfunciones perceptivas, interpretativas y
lingüísticas de las psicosis. No solo las pruebas psicológicas, como la de
BENDER, basadas en estudios de KOFKA y KÖHLER, sino pruebas neuropsicológicas
que determinan características de los tiempos de fusión perceptiva, el fenómeno
phi de WERTHEIMER y otros, tienen sus
resultados de referencia en estas doctrinas, que pueden también considerarse
plenamente integradas en la psicología y psiquiatría científicas.
12.4.
El cognitivismo.
Seguramente
en el momento actual, sobre todo en al ámbito de las psicosis, los modelos
cognitivistas se presentan en primer plano. Es preciso, ante todo diferenciar
las dos posibles acepciones del concepto según las describimos en los primeros
párrafos del presente capítulo: a) cognitivo -cognoscitivo- en el sentido de
reflexión, autoconciencia y elaboración mental del sujeto; y b) cognitivo como
estudio preferente del procesamiento de la información, que evidentemente opera
siempre y en toda actividad mental.
La primera
acepción del término cognitivo se utiliza por ejemplo en la "terapia
cognitiva" de la depresión de BECK. En ella, el paciente reflexiona sobre
sus propios pensamientos para descubrir, con la ayuda del terapeuta, sus redundancias,
exageraciones, etc., con el fin de modificar así su estado de ánimo, ligado
siempre a determinados contenidos mentales. La segunda acepción de cognitivo se
emplea, por ejemplo, en los modelos cognitivos de las esquizofrenias, a los que
nos referiremos ampliamente en los capítulos siguientes, y en los cuales se
postula que determinados defectos en el procesamiento, aún no consciente de la
información en general, están en la base orgánica del trastorno. Aquí nos
interesa comentar la segunda acepción del concepto.
A pesar de
su aparente juventud y su amplia validez hoy día, siguiendo a RIDRUEJO y cols.
(180), anotamos que el modelo cognitivista en psiquiatría tiene una larga
tradición que debemos sobre todo a PIAGET, el cual, como es bien conocido, identifica
los diversos niveles evolutivos de la inteligencia desde sus bases genéticas
hasta los procesos mentales más complejos y superiores, que, por supuesto,
determinan también motivaciones y conductas.
Por
nuestra parte, llamamos la atención respecto a que incluso podemos ascender en
el recuerdo hasta PAVLOV y sus herederos en las escuelas rusas, como VIGOTSKI,
KASANIN Y LURIA. Sin embargo, y como es hoy día obligado, ha sido la potencia
investigadora y mercadotécnica norteamericana en la neurobiología y psiquiatría
lo que fundamentalmente ha lanzado el modelo al primer plano del interés
mundial, olvidando con frecuencia la historia y los orígenes de esta
orientación. Así se repiten sin saberlo investigaciones y resultados de KLEIST,
GOLDSTEIN, o los VOGT, y aun de RAMÓN Y CAJAL o LORENTE DE NO... Todo debido
quizás a la ausencia de formación en la historia de la propia especialidad. Por
ello, y con esto terminaremos, es de agradecer la recomendación de LAÍN
ENTRALGO sobre el estudio de la historia de la propia especialidad en los
estudios técnicos superiores, como una forma también de introducir un mínimo de
humanismo en la formación de los especialistas.
Hoy día la
cibernética y sus ciencias sucesoras, como la informática, presentan no sólo
modelos, sino auténticas herramientas para el análisis de los procesos
mentales, que sin duda derivarán poco a poco hasta las ayudas terapéuticas a
funciones cerebrales mediante prótesis electrónicas. Las implantaciones
cocleares, el tratamiento del dolor, las ayudas biónicas para el movimiento de
prótesis ortopédicas, o de miembros paralizados, así como el control de
patología cerebral paroxística, son rendimientos que centran la investigación
aplicada actual. Todo ello servirá evidentemente al mejor conocimiento de los
procesos neurobiológicos superiores.
No cabe
duda de que la psiquiatría, dentro de sus habituales vaivenes históricos entre
los modelos sociales y los organicistas, se encuentra hoy bajo la moda de los
segundos. A ello, sin embargo, ha contribuido el "exceso"
especulativo y político social de los años 60 bajo la éjida de lo psicosocial,
y en segundo lugar los fructíferos resultados de la investigación
neurobiológica-cognitivista, por ejemplo en el campo de las esquizofrenias, en
las que cada vez se evidencia y describe mejor el "déficit
neurobiológico" y por ende cognitivo, que la sustenta. A ello nos
referiremos sobre todo en el capítulo III.
Existe un tercer factor que explica el auge
actual del modelo cognitivista en psiquiatría; un factor un tanto espúreo, pero
tan real como los anteriores y que también podemos denominar, curiosamente,
como político-social. Nos referimos a la importancia social y económica de las
multinacionales productoras de medicamentos para los enfermos psiquiátricos. Comprensiblemente
sus poderosos apoyos y estímulos van dirigidos a investigaciones y terapéuticas
de orientación organicista o neurobiológica. Ello ha sido beneficioso para
estos enfoques, pero desgraciadamente está teniendo otros efectos negativos,
como el olvido de la psicopatología, si bien es preciso decir que las empresas
más poderosas están haciendo un gran esfuerzo para integrar las terapias
biológicas con programas de rehabilitación, información a las familias y a los
sanitarios, etc., en conocimientos y técnicas tan importantes para la calidad
de vida, también de moda actualmente.
Dada la
importancia de este modelo en el momento presente en relación con la
perspectiva que adoptamos en la presente obra, insistiremos algo más en el
mismo desde el punto de vista de la psicología y psicología cognitivista.
12.5.
El cognitivismo en psicología y psiquiatría.
En una
interesante monografía de RUIZ-VARGAS (184) acerca de la esquizofrenia, se presenta un excelente capítulo dedicado
al modelo del procesamiento de la información (185). Al igual que lo reseñado
anteriormente respecto a la psiquiatría cognitiva, distingue en primer lugar
entre psicología cognitiva propiamente dicha y la psicología del procesamiento
de la información. La primera o psicología cognitiva estudia los procesos
psicológicos relacionados con el conocer y la ideación, sin presuponer ninguna
ideología concreto. La segunda o psicología del procesamiento de la
información, por su parte, consiste en una modalidad específica dentro de la psicología
cognitiva, y aborda cierto tipo de procesos cognitivos, desde un marco teórico
propio -enfoque computacional- y con unas técnicas también propias -el método
experimental- (185). Ahora bien, añaden los autores, no se trata de afirmar que
la mente humana sea igual o similar a los ordenadores, sino tan sólo se aspira
a verificar la utilidad que pueda tener este enfoque para describir, y
eventualmente explicar, algunos aspectos del comportamiento cognitivo humano.
En efecto, el lenguaje utilizado en informática se ha mostrado enormemente útil
para describir procesos de información (7), de ahí que la psicología utilice
elementos informáticos en sus modelos.
Desde la aparición del término
"psicología cognitiva", propuesto por NEISSER en 1967 (168), se extiende
el uso de la palabra "cognitivo" para designar trabajos
experimentales sobre procesos superiores, como pensamiento. Asimismo, en los
años 50 se halla que el sistema conceptual y terminológico utilizado para
referirse a los ordenadores es sumamente útil para describir y representar
modelos cognitivos psicológicos. De ahí surgen dos términos ya mencionados:
"procesamiento", que indica la actitud de considerar al sujeto como
activo o procesador; e "información", para indicar que los estímulos
y las respuestas de los sujetos no son interpretados en función de sus
características físicas, sino desde un marco conceptual más abstracto y
complejo. Con el tiempo, ya a principios de los ochenta, el procesamiento de la
información constituye un marco de trabajo que es definido por ZACCAGNINI Y
DELCLAUX (220) como un determinado conjunto de problógicos o axiomatizados. )Pues qué habría de ser la belleza sino la emoción
que suscita la comparación entre un ser real y un arquetipo interno?
Ello exige
en puridad de uso que la captación de la significación de un acto lingüístico
se efectué a través de una auténtica "hermenéutica", y no meramente
"mediante una lectura traductora".
d) Todo
ello además vale no sólo para cada palabra en sí o en el contexto, sino para
cada frase, y cada párrafo y cada capítulo de una obra, etc., entendiendo que
la configuración del todo influye en la interpretación de cada parte -y por lo
tanto la hermenéutica como tal- se convierte en una tarea no sólo indefinida
sino infinita.
Añadiré
que el cambio del texto formal del mensaje no puede consistir meramente en la
transposición, por ejemplo de tipo tonal de una melodía; ni en la sustitución
del sistema de signos (utilización de otro alfabeto u otro idioma).
Esta
comprensión psicológica o hermenéutica del mensaje debe basarse al menos en los
siguientes aspectos:
1. En
"el sentido común", y éste a su vez en la puesta en escena y
actuación de todos los sobreentendidos culturales operativos simultánea y
análogamente en el emisor y receptor del mensaje, y que por ello mismo no
precisan ser transmitidos. Esto de momento no puede ser tenido en cuenta ni por
los más potentes ordenadores, pero sí parece posible que aparezcan modelos
capaces de aprender esta interpretación de los "metamensajes".
2. En
conexiones de tipo espacio temporal que redunden en automatismos de asociación
basados auténticamente en los significados, y que permitan en cada momento en
el que deba recuperarse la información, según sea preciso, es decir, según diversas
categorías que determinen esta selección.
Imaginémonos
que deseamos clasificar objetos según el criterio color: Ha de construirse al
momento una línea o ristra de enlaces que recorra los distintos objetos
-engramados con todas sus características- y que solamente una de ellas -el
color- determinen su inclusión. Posteriormente presentaremos datos de la
investigación neuropsicológica que avalan estas posiciones.
4.
Algunos datos de investigación relativos al pensamiento y semanticidad en los
psicóticos.
4.1.
Los estudios clásicos.
Un antiguo
proverbio dice que quien no conoce la historia estará obligado a repetirla. Así
ha sucedido con los estudios clásicos acerca de las funciones cognitivas, sobre
todo semánticas de los psicóticos -especialmente esquizofrénicos-, que olvidada
en los años de la confusión regresan hoy con méritos propios.
Sigo en
los próximos párrafos un artículo de revisión de SPIZBERG (196)
Las
primeras leyes del pensamiento fueron ya formuladas por ARISTÓTELES, indicando
las vías asociativas por semejanza, contigüidad y contraste que asocian
palabras y pensamientos según su significado; es decir, semánticamente.
Fueron los
clásicos como KRAEPELIN, su discípulo ASCHAFFENBURG y luego BLEULER y JUNG los
primeros en psicopatología que describieron hechos como los que siguen:
Las asociaciones espontáneas que evocan
palabras estímulo son en la demencia precoz, pero también en los alcohólicos y
demencias orgánicas, notablemente distintas que en los sanos.
Con frecuencia
se producen asociaciones inesperadas, muchas veces por el sonido o fonética de
las palabras en vez de por sus significados.
Describieron
así las diferentes redes asociativas que aparentemente operaban en los normales
y en los psicóticos.
Los
psicóticos tenían dificultades en operar con redes asociativas
"lógicas", en las cuales los términos estuvieran encadenados con
lazos de proximidad -y por lo tanto con facilidad de evocación espontánea-
concordantes con la proximidad y semejanzas -o diferencias- de significado.
En general
el trastorno se investigaba respecto lo que hoy denominamos memoria semántica y
no tanto en la memoria episódica, en la cual los acontecimientos biográficos
eran ordenados según los espacios y tiempos en que ocurrieron, pero también
según su importancia afectiva.
Estas
disfunciones condujeron a BLEULER nada menos que a su descripción como síntomas
primarios de las esquizofrenias de la ambivalencia y la debilidad de las
asociaciones, y postuló que estos déficits primordiales conducían a los
delirios y alucinaciones después. No es extraño por ello que hoy se hable de
una resucitación de KRAEPELIN y BLEULER, que ya identificaron y evaluaron la
importancia de estos síntomas cognitivos deficitarios en la esquizofrenia.
Continúa
afirmando SPITZBERG, en el artículo citado, que estos estudios perdieron
validez por conducir al vacío desde el punto de vista etiopatogénico de las
psicosis, ya que los medios disponibles en la época no lograban encontrar
ningún signo neurobiológico concomitante con las esquizofrenias, que pudiera
hacer de puente sobre el abismo entre lo psíquico y lo orgánico.
Sin
embargo, es preciso recordar que no sólo los tres grandes autores citados y sus
escuelas se ocuparon de esta cuestión. Recordemos así a KLEIST (131) que,
estudiando los traumatizados cerebrales de la Primera Guerra Mundial, describe
no
sólo trastornos afásicos y sintácticos sino auténticas disfunciones semánticas
en estos pacientes, muy similares a las que aparecían en los psicóticos, y cuya
base orgánica pudo localizar en determinadas zonas cerebrales.
Importa
por ello recordar algunos hallazgos y términos de KLEIST que pudimos estudiar
ya hace muchos años en la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Giessen donde
nos formamos y empezamos a interesarnos por estos problemas: las bases
neurofisiológicas de los síntomas psicóticos.
4.2.
Disfunciones alógica y paralógica de Kleist.
La
alogia de Kleist.
La alogia ( o disfunción efectora) consistiría
en la dificultad para formar conceptos nuevos a partir de elementos dados, como
se evidencia en el fracaso de formar frases nuevas con sentido a partir de
varias palabras dadas.
En la
alogia, objetos presentados o
conceptos dados no pueden ser bien identificados o definidos, no captando lo
esencial de los mismos y perdiéndose el paciente en características
secundarias. Ello conduce al fracaso en la elaboración de juicios o
razonamientos de tipo silogístico, al fracaso en la comprensión del sentido de
los refranes, y al fracaso también de la comparación entre conceptos u objetos.
Preguntas típicas en la exploración son por ejemplo: ")En qué se diferencia un niño de un
enano?". "Si los gatos y los perros son animales, las flores y las
manzanas son ...". BARRAQUER BORDÁS (12) y GÓMEZ BOSQUE y GÓMEZ CARRETERO
(75, 76), entre nosotros, se han ocupado de estos problemas.
Así pues,
en la alogia subyacen deficiencias en la delimitación de los conceptos y su
adecuada jerarquización, y se expresa en el fallo en la definición de conceptos
(qué es una fruta, un espejo...); en discriminar las semejanzas y diferencias
entre conceptos y en la designación de conceptos análogos, homólogos o
idénticos, así como en la creación de conceptos nuevos.
La forma habitual
de exploración consiste en la realización de tareas como:
1) Definir
conceptos: qué es una silla, un espejo...
2)
Hallazgo del concepto superior con preguntas tales como:
Las
gallinas y patos son aves, las peras y manzanas son pues....
3) Diferencias
y semejanzas de conceptos: en qué se diferencia un niño de un enano o en qué se
parecen las tijeras a una navaja.
Falla en
todos ellos la organización taxonómico jerárquica de los conceptos; es decir,
lo que hoy llamamos las redes conceptuales que se encadenan como largas ristras
de términos por su significado, y que se seleccionan mediante las claves
activadoras que promueven las preguntas efectuadas o la tarea que realice el
sujeto.
Aparecen
pues conceptos inadecuados, lo cual puede hipotetizarse que se debe a la
borrosidad de los límites de los conceptos, a su inadecuada definición. Kleist
encontró que estos enfermos presentaban lesiones sobre todo en areas frontales.
Paralogia,
o disfunción receptora: consiste en un
trastorno más complejo que la alogia, y está situado a un nivel jerárquico
funcional superior. Consiste en que ante la pregunta concreta respecto una
definición o identificación de concepto surge otro similar en su significado
(no semejanza fonética); o bien se identifica sólo un aspecto parcial del
concepto, o mezcla las definiciones de un concepto con otro similar en su
significado. Ejemplo: Pregunta. )Qué es un
vaso? Respuesta. Sirve para llevar agua. Pregunta. )Qué sirve también para llevar agua? Respuesta. Un tenedor. (Aceptación
de la semejanza o identidad de concepto por un detalle o coincidencia
irrelevante a la pregunta, en este caso por el hecho de que vaso y tenedor son
utensilios del comedor).
Es
semejante a las parafasias, pero a nivel semántico y no a nivel fonético o
sintáctico.
Se explora
con las preguntas citadas, pero también con tareas como la de rellenar textos
con palabras vacías.
En este
trastorno KLEIST encuentra lesiones en áreas parieto-occipitales.
Se trata pues de deslizamientos semánticos,
de forma análoga a los deslizamientos sintácticos o fonéticos que se realizan
en disfunciones en estratos funcionales de menor entidad jerárquica.
KLEIST no
los estudió en esquizofrénicos, pero tales tareas fueron incorporadas a las
pruebas habituales de inteligencia en las exploraciones psiquiátricas. Su
dificultad puede graduarse acudiendo a conceptos cada vez más abstractos como
la piedad, la justicia o la caridad.
Hoy día la
alogia de KLEIST, muchas veces ignorando al mismo, se ha incorporado como síntoma
negativo habitual en las psicosis, sobre todo esquizofrénicas. Así en estos
días vemos incorporado el término en el programa de ANDREASEN para enseñanza de
las esquizofrenias, el cual, bajo los auspicios de la O.M.S. y el patrocinio de
la casa Janssen, se está impartiendo en todo el mundo. Sin embargo la sumpción
de estos conceptos y conocimientos clásicos no es completa. El término
paralogia no aparece, y la función abstracta de GOLDSTEIN, de la que luego
escribiremos, tampoco.
No sólo KLEIST,
sino también WERNICKE -que procedía de la patología cerebral- se esforzó en
asimilar los síntomas de la demencia precoz a los afásicos y similares de los
lesionados cerebrales.
4.3.
Otras disfunciones semánticas en las psicosis.
La pérdida
de la función abstracta de GOLDSTEIN. Goldstein, otro clásico en el estudio
del lenguaje, describe:
La función abstracta permite clasificar
objetos o conceptos bajo diversos criterios de inclusión y exclusión. GOLDSTEIN
trabajaba con hebras de lana de diversos colores y formas. Hoy día la prueba
más exacta que conocemos consiste en la aplicación mediante ordenador del Test
de Wisconsin, que opera sobre cartas de
la baraja que aparecen en pantalla y que es preciso clasificar y emparejar
según criterios cambiantes. El paciente ha de averiguar el criterio que opera
en cada momento para "acertar" sus respuestas. Estos conceptos,
redescubiertos en el área anglosajona, olvidan sin embargo injustamente a los
precursores germánicos y también a estudios europeos y españoles -como JUSTO
GONZALO- que los apreciaron y comprobaron.
La disminución del arco intencional.
También en la época clásica se ha descrito como una disfunción esquizofrénica
básica -el autor es BERZE, un conspicuo e interesantísimo autor también
olvidado salvo por quienes aún cultivan la psicopatología germánica-: la
disminución del arco intencional. Se expresa en el fracaso para la comprensión
en conjunto de un relato breve, sea una fabulilla, sea un refrán y de la misma
manera el fracaso en la construcción de una frase con sentido, dados un
conjunto limitado de palabras. Hoy día se acepta que tal disfunción se debe a
la disminución de la capacidad cognitiva, lo que equivaldría a la memoria Ram
de un ordenador, y la dificultad por lo tanto de mantener, en el acto generador
de la comprensión y la respuesta, el número de datos y elementos necesarios.
Por ello se responde respecto a un detalle o un aspecto seguramente irrelevante
del texto, fallando la comprensión global. La comprensión de textos y contextos
cada vez más amplios, evidentemente, mejoran la comprensión como tal, y por
ello mismo entiendo que estas reflexiones corroboran lo expuesto sobre la
naturaleza, no de la comprensión del significado, sino de cómo se realiza y
cómo podría ser imitada por un sistema inteligencia artificial. Este trastorno
está ligado a deficiencias en la atención bien conocidas en los
esquizofrénicos.
Superinclusión.
Se trata de un término introducido por CAMERON que designa el frecuente error
del esquizofrénico al tomar el todo por la parte, o a extender más de lo debido
el ámbito significativo de algunos conceptos. Hoy día se incluye esta
disfunción en otras más generales como la "borrosidad de los
conceptos", y que tiene por ello una significación más amplia -pero a la
vez más precisa- respecto al síntoma aludido.
Concreción.
Expresa la disfunción inversa a la anterior. El error consiste en tomar la
parte por el todo, por lo tanto a disminuir el ámbito significativo de un
concepto. Se trata con el anterior de términos antiguos ya superados en cuanto
a la terminología, según dijimos.
La
pérdida de la direccionalidad y jerarquía de las respuestas de Huber.
No es
posible detenernos aquí en la explicación del sustrato teórico, de gran
interés, que subyace al concepto que citamos, baste entender que se trata de la
desestructuración de los distintos tipos de respuestas conductales que deben
esperarse en razón de la experiencia del sujeto y la situación concreta, por lo
que aparecen pautas de conducta inadecuadas a la situación, tanto en
situaciones de alarma como sociales.
Por
supuesto que podrían añadirse muchos más ejemplos de funciones distorsionadas,
y que anteriormente intentaban ser explicadas mediante modelos psicosociales.
Recuérdense los trastornos en la intencionalidad de la conducta, la
desestructuración de los gestos comunicativos tanto en su percepción como
ejecución, etc. etc.
También es
preciso recordar lo ya dicho sobre el carácter ambigüo del lenguaje y la
presencia continua de la metáfora y la parábola... Los distintos trastornos que
citábamos por lo tanto corresponden a "excesos" en esas ambigüedades
y metáforas, que superan lo comprensible según el entorno cultural en que
aparecen y que sobre todo "no pueden ser corregidas o mejoradas a
petición y pese a esfuerzo del paciente"; mientras que un poeta o
escritor sí que podría. Ello ha posibilitado que los sociopsiquiatras pudieran
afirmar y creer que los psicóticos dominaban un ámbito cultural propio,
poético, o simbólico, o en todo caso creativo y nuevo, aun inaccesible para los
normales. La diferencia es patente con el siguiente ejemplo: un dibujo de
Picasso y un dibujo picassiano de un chimpancé. (El chimpancé no puede hacer
otra cosa, pero Picasso sí que puede imitar a Rafael).
Se trata
pues de modelos cognitivistas y de inteligencia artificial, válidos para la
investigación de estas cuestiones y que como siempre muestran en los pacientes
diversos grados de desmoronamiento de la función, por lo que se presta para el
estudio de sus diversas subfunciones, siguiendo un método de universal
aplicación en psicopatología.
5.
Otras problemas relacionados con la semanticidad. El delirio primario.
a) En
la esquizofrenia
El esquizofrénico
presenta una notable discapacidad para la comprensión de un chiste, una broma,
una frase ingeniosa, y en líneas generales para el arte y la innovación, es
decir, la metáfora según decíamos anteriormente; es más, tiende a interpretarla
en sentido restringido y alusivo al yo.
Efectivamente,
algunos trastornos cognitivos sutiles que se observan en los esquizofrénicos
tendrían que ver con la pérdida de precisión en la interpretación de los
metamensajes, y por lo tanto en la operatividad del sentido común y de las
claves culturales de su medio en la interpretación de los mensajes, de aquí
derivaría un cierto tipo de paranoidismo y también las clásicas "salidas
de pata de ganso" en la interpretación de refranes, etc. Trastornos, pues,
parciales de la significación y semanticidad. De nuevo ello puede aceptarse que
se debe a la disminución del caudal de datos disponibles en el momento de hacer
la interpretación y respuesta al mensaje.
Todos
aceptamos que precisamente lo paranoide brota de esta restricción
interpretativa, que constriñe al paciente a un mismo círculo de pensamientos.
Se trata de lo que CONRAD (47) definió como imposibilidad del cambio del
sistema de referencia o del cambio entre el fondo y la figura, o el paso de una
interpretación copernicana a otra tolomenica, como en buena y bien conocida
metáfora se expresó.
b) El
problema del sentido y el delirio primario en la esquizofrenia.
La
integración en el campo de la consciencia de la escena presente, con los
recuerdos y trayectoria biográfica, organizan la presencia y actividad del yo
en un momento dado. El concepto de significado expresa todos los elementos
orientativos del yo: dónde estoy, qué hago, de dónde vengo, etc. Por lo tanto
refiere a la captación adecuada del momento real en el que se vive,
respondiendo a todos los "cómos" del estar del yo en su momento
presente y su disfunción produce los síntomas de despersonalización y
desrealización.
Actúa en
este nivel el juicio de realidad, el razonamiento, en suma al nivel kantiano de
la Verstand o entendimiento de la
situación y de las cosas. Podemos, pues también decir que a este nivel actúa la
razón dialéctica, o en sentido orteguiano aparecen y operan las ideas.
El
"sentido" sin embargo es ya la creencia. El referente al mundo simbólico
de las creencias, las actitudes, las esperas y las esperanzas. Es producto de
la razón vital orteguiana y de la Vernunft
kantiana, que es la sabiduría o comprensión en virtud de un Verstehen que es operación de la razón
vital orteguiana.
El significado
nos lleva a una clase conceptual de símbolos que designan lingüísticamente a
los objetos definidos por los niveles sensomotores y gnósicos; el sentido nos
lleva a una clase conceptual de saberes que implican una interpretación (deuten
) en el sentido de Dilthey del mundo. El sentido nos
abre a la realidad por medio del entendimiento, y nos muestra no sólo el Merkwelt sino un Werkwelt; es decir, un mundo para la acción.
El
significado es el conocimiento a secas; el sentido es producto de la razón vital,
una razón encarnada o sentiente (Ortega y Zubiri respectivamente) que convierte
a nuestros modelos del mundo en modelos aptos para la vida.
El
significado es operación puramente cognitiva, el sentido es operación mixta de
la cognición y la afectividad pero ya se sabe que es imposible el conocimiento
"puro" y que todo conocer se integra en un saber cualificado por los
valores afectivos. Por ello memoria en cuanto base de la cognición y
afectividad, como base de la sabiduría, están ya siempre presentes en toda
función y por lo tanto en todo síntoma psíquico, ya que el síntoma no es más
que el resultado de una función deficiente.
Responde
no a los cómos de las cosas ni a los por qués siquiera sino a los "para
qués" lo que evidencia su vinculación con las funciones mas altas del yo;
es decir con la programación de la programación en vistas a los objetivos más a
largo plazo de la persona.
c) El
funcionario de la habitación china.
Abordaremos
ahora la discusión de un conocido experimento mental ya clásico: la oficina
china con el funcionario que no sabe chino[2],
y que señala el punto de corte entre "manejo adecuado de los
símbolos" y "comprensión significativa o semántica" de los
mismos. Pensamos que verdaderamente si el funcionario no sabe chino su manejo
de la oficina ha de ser limitado y pronto se descubrirá su truco consistente en
el conocimiento de todas las reglas sintácticas pertinentes y nada más. Si se
tratase de algoritmos matemáticos seria otra cosa. El ordenador actual opera
con algoritmos precisos (es decir meramente sintácticos) y no se equivoca nunca
precisamente por operar sobre símbolos "perfectos" y carentes de
significado. Estimo, pues que es falsa la suposición en el citado experimento
mental, de que el funcionario que manejara bien todos los ideogramas chinos lo
haría perfectamente y sin que nadie notara que él no sabe chino. Repetimos
nuestra opinión: si el funcionario no sabe chino no podrá manejar adecuadamente
todos los símbolos chinos. Es bastante obvio nos parece. El dominio de las
reglas sintácticas le llevará a la redacción de frases gramaticalmente
correctas pero con frecuencia carentes de significado o con significados
erróneos. Por otra parte y como decíamos antes, el aumento continuado de las
reglas de uso de los símbolos acabaría dando como resultado niveles
auténticamente semánticos y de comprensión.
6. El
ser natural de la semanticidad.
Esta
afirmación, en la que creemos firmemente, supone desde luego una hipótesis
atrevida sobre lo que podemos llamar el "ser natural" de la
semanticidad y que, con la generalidad de los autores que se ocupan del tema,
creemos que está determinada por "ristras" de asociaciones de
palabras u otros símbolos significativos. Estas ristras, o como dice HOFSTADTER
"spaguettis mentales", forman la estructura de los contenidos de la
memoria, que vehiculan los conceptos. Las categorías de inclusión que definen
cada concepto estarían dadas por las redes asociativas que implica cada
término. Si pescamos una palabra-concepto en el ovillo de spaguettis mentales,
todos los espaguetis enganchados son los conceptos afines que se le asocian y
que definen dicho concepto. Sin embargo, dada la cierta ambigüedad del lenguaje
humano, habría que definir distintos pesos o densidades en las diversas asociaciones
de cada palabra, que iría así precisando cada vez más su significado,
estableciéndose una jerarquía de asociaciones desde las mas próximas a las más
alejadas, entre las que se van incluyendo las metáforas más habituales para
dicha palabra. La derivación semántica de las palabras se iría así
constituyendo por su propio uso, por las asociaciones que evoca, desde luego,
pero desde un punto de vista objetivo podría medirse y determinarse, y por lo
tanto describirse, por la frecuencia de asociaciones de dichas palabras en
textos suficientemente largos y variados.
Así por
ejemplo, la palabra vaso se asociaría con plato, con mesa, con comer, con ...,
y en cada caso según un "peso específico" de frecuencias. De esta
manera el programador informático trabajaría ya de acuerdo con significados o
líneas semánticas, o no sintácticas ni fonéticas. Determinadas disfunciones del
lenguaje a las que luego aludiremos, y tanto en psicóticos como determinados
tipos de afasias, son coherentes con estas hipótesis. En el caso de sistemas
simbólicos precisos, como el de la matemática, las asociaciones estarían fijas
y perfectamente determinadas, sin que diera lugar a metáfora ni a derivación
semántica alguna. Nos parece la cuestión suficientemente clara, presentando esta
hipótesis una definición -o mejor, descripción objetiva- de lo que sea la
semanticidad.
Por ello
verdaderamente maravilla la citada polémica, cuando desde la psiquiatría todos
conocemos expresiones de pacientes -o aun en el juego- correctas gramaticalmente
pero carentes de significado, en lo cual son "expertos" los
esquizofrénicos, como decíamos antes. El pretendido sentido oculto y
escatológico de sus mensajes era, creo yo, delirio del propio antipsiquiatra,
más que intento significativo del paciente. Es posible acceder al mismo a
través de un aumento en la redundancia de la información. La inteligencia del
lector me exculpará de no escribir aquí ningún ejemplo.
Precisamente la semanticidad consiste, entre
otras cosas, en el funcionamiento adecuado y comprensión del lenguaje aun en
los casos en que se vulneran las reglas sintácticas, como comentábamos
anteriormente, de la misma manera que comprendemos "el lenguaje de los
indios", tal como nos lo presentan habitualmente las historietas infantiles
y como hemos dicho anteriormente. El mismo ejemplo brindan algunos afásicos
carentes por ejemplo de la gramaticalidad formal, pero muy conscientes y claros
acerca de lo que quieren comunicar.
Por
supuesto, todavía queda muy lejos la realización funcional operativa -o si se
quiere y puede, algorítmica- de la semanticidad respecto a un lenguaje natural.
A lo mejor es imposible, como sucede en algunos sistemas complejos y en los
números irracionales, que se caracterizan precisamente por su no
algoritmicidad; es decir, no pueden ser descritos con precisión de forma
abreviada o por una fórmula, sea decimal, quebrada o potencial, y sólo pueden
expresarse en forma completa presentándose a sí mismos de forma completa, o
dicho también en lenguaje informático: el algoritmo que los describe es tan
largo como él mismo. Por ello, dada su infinitud, hemos de representarlos con
un símbolo "específico" como el de pi, etc. Si así fuere, de todas
formas el lenguaje natural operaría también de esta manera, es decir, con su
cuota de ambigüedad e imprecisión derivada de la presentación siempre finita de
sus conceptos.
7.
Carácter cuantitativo de la semanticidad.
Otra
característica importante de la semanticidad, y que surge de lo dicho, es su
carácter también cuantitativo; a saber, el hecho de que pueda realizarse con
mayor o menor perfección y eficacia; lo cual abundaría en nuestras hipótesis
expuestas. Así sin duda, los primeros sistemas informáticos capaces de
comprender y producir un lenguaje natural adolecerían de los defectos de un
principiante en una lengua extranjera; es decir, que sólo conocerían un
limitado número de palabras y un limitado significado de cada una de ellas.
Sin embargo, en esa no comprensión completa
del lenguaje y con él de todos de todos productos artístico-simbólicos humanos,
radica su carácter de humano y de individual, y presta riqueza a nuestra
comunicación siempre imprecisa, y por lo tanto exigente de un cuantum de
"interpretación personal". Ello lo diferenciaría del lenguaje
matemático y lógico, como tal inequívoco, carente de metalenguajes o reglas
implícitas y por ello anodino, aburrido y carente de todo elemento humano, que
se caracteriza por la presencia del arte. Arte que es lo inefable, lo
interpretable, lo no exacto, lo diferente en cada persona y en cada grupo
social ..., según la definición que antes dimos de la belleza, siempre que esta
ambigüedad no sobrepase un cierto límite, y que la interpretación personal no
se dispare más allá de un cierto cuantum que así mantenga la comunicación "dentro
de los límites de lo humano", o dicho de otra forma del contexto cultural.
Sin embargo podría ser imitado suficientemente bien, como decimos, por sistemas
robóticos bajo las hipótesis que presentamos.
Por ello,
los sistemas actuales de inteligencia artificial lo que comprenden (perdón,
manipulan) perfectamente es el lenguaje de los símbolos en los cuales es
inequívoco su contenido, contenido las más de las veces vacío completamente de
significado, por consistir en un sistema puramente formal. Piénsese en las
matemáticas, antes y después de su aplicación a la física. De forma análoga
pensemos en la lógica simbólica de BOOLE y su naturalización en las reglas
informáticas de las calculadoras. El significado se añade en cuanto se pasa de
lo formal o lo concreto. Lo concreto es un referente real; es decir que se
refiere a alguno de los entes y seres de este mundo, que comprenden desde luego
también lo creado por la fantasía y los entes de razón clásicos, pero que están
en las cabezas de los pensantes o en el mundo III de Popper y Eccles. Por lo
tanto, cabe decir que el referente de un sistema de símbolos es otro sistema de
símbolos, que puede corresponder o no a objetos reales en el sentido físico de
la palabra.
Sin
embargo, dado que estos objetos tan sólo son captados parcialmente y
precisamente a través de los sistemas de símbolos, puede afirmarse que siempre
los referentes o significados de un sistema de símbolos son otro sistema de
símbolos. Se construyen así sistemas de símbolos en distintos niveles semánticos
que no tienen porqué estar constituidos de forma jerárquico piramidal, sino
sencillamente por relaciones de unos con otros mediante determinadas reglas.
Estas son las reglas que dirigen la hermenéutica. Es evidente que todo ello
puede ser imitado por sistemas informáticos cuya complejidad esté al nivel de
la complejidad misma del sistema de símbolos en cuestión.
De todas formas estos párrafos no son más que
"conjeturas para la reflexión", pues el problema no está resuelto
aunque lo consideramos resoluble; es decir, identificable en términos precisos
por la línea seguramente de la investigación de los sobreentendidos que operan
simultáneamente en emisor y receptor, sin que sean explicitados y sin que nunca
sean completamente exactos, por lo que cada lenguaje y producción humana goza
de un cuantum de inseguridad, de interpretación; es decir, de ambigüedad.
En el
psicótico solamente esta ambigüedad, tanto para la expresión como para la
recepción, sería mucho mayor y por ello patológica.
8. Algunas
investigaciones neuropsicológicas recientes sobre las disfunciones semánticas
en las afasias.
Voy a
referirme en primer lugar a trabajos de R. y H. DAMASIO (53), los cuales,
mediante procedimientos clásicos -es decir, anatomoclínicos, pero perfeccionados
con el instrumental moderno- acaban afirmando la identidad práctica de los
conceptos con las asociaciones de la memoria que evoca cada palabra o término
que los significa. Los conceptos se almacenarían en el cerebro como
"registros durmientes". Cuando se reactivan recrearían los
situaciones, sensaciones y acciones relacionadas con los mismos, y que se
reconstruyen con ayuda de las diferentes áreas cerebrales que almacenan las
diversas características del objeto o situación evocada. En pacientes afásicos
que muestran una buena conservación de los conceptos, pero en los que falla el
encuentro de las palabra que los designan, obtienen por ejemplo que cometen
menos errores con nombres que designan herramientas y utensilios que se
manipulan que con los que se refieren a hortalizas, frutas y animales; es
decir, que pueden afectarse de manera distinta en una afasia grupos de
conceptos de una determinada especie, lo que muestra la estructuras
responsables de los conceptos y no sólo de los nombres y las palabras. O dicho
de otra manera, que también los conceptos se alteran selectivamente, en
concreto y según dichos autores, en lesiones de la corteza anterior y medio
cerebral. Claro que esos hallazgos ya eran conocidos por KLEIST y GOLDSTEIN,
pero ha sido preciso su redescubrimiento americano para que se actualice su
aceptación.
En otro
trabajo importante de HINTON, PLAUT Y SHALLICE (97) se llega todavía más lejos,
al conseguir reproducir en un sistema informático disfunciones semánticas del
tipo descrito anteriormente, y que tienen como base la descripción de los
conceptos precisamente a través de palabras relacionadas, con más o menos peso
o intensidad que con otras. Todo ello se simula en un modelo de filtros
informáticos, que permiten o vedan el paso de determinados descriptores de cada
concepto. Simulan así las disfunciones de "dislexia profunda" que
habían identificado en 1973 MARSHALL Y NEWCOMBE, y en la cual los pacientes
confundían palabras con significados parecidos y no con léxicos o pronunciación
parecidas. Concluyen así que existen dos rutas de lectura: una léxica o
sintáctica que fija los fonemas, es decir, el sonido o escritura de una
palabra, y otra semántica que vehicula los significados o conceptos a los que
se refieren.
Los
conceptos estarían en este caso agrupados tanto en su memorización como en su
evocación por similitudes significativas, o como decíamos, por sus
características iguales o semejantes "en el modelo de la realidad que
simbolizan", y no en las características formales de dichos símbolos,
por ejemplo las semejanzas sintáctico-formales.
Todos
estos y otros trabajos en relación con la neurofisiología y la lingüística
permiten una comprensión cada vez más exacta de los mecanismos del lenguaje y
de la semanticidad que )cómo no? se deben
también a estructuras y funciones cerebrales. Podemos así colegir que no está
lejos el momento en el que la robótica diseñe sistemas de comprensión semántica
de un lenguaje natural; o dicho de otra forma, que lo comprenda a efectos
prácticos y sencillos, ya que el discurso lingüístico permite como hemos visto
una complejización hacia el infinito. Cuanto más trabaje con conceptos más
abstractos y en series discursivas más largas, tanto más compleja, ambigua y
difícil es su interpretación, ya que no sólo comprensión. Es evidente que no
será difícil que un robot doméstico entienda la orden de que nos abra la puerta
o despierte a tal hora, aunque se lo digamos en distintos idiomas o con
distintas palabras, pero será sin duda difícil que acceda a una hermenéutica
del "Sein und Zeit" de Heidegger. Ello no es una desgracia, sino que
muestra una vez más nuestra afirmación sobre el carácter cuantitativo y
aproximativo de la semanticidad, y por lo tanto de su dimensión también
"física", por utilizar una imagen fácilmente comprensible de lo que
queremos decir.
9. La
semanticidad y la afectividad.
Por
último, en la semanticidad humana ha de presentarse siempre un coeficiente
afectivo que señale la importancia de la cuestión para los intereses del yo,
tanto sean profundos y continuos -es decir, con carácter de rasgo- como
momentáneos y actuales -es decir, con carácter de estado-. El fallo de este
componente determinaría entre otras cosas el paranoidismo, que a fin de cuentas
es una atribución falsa de significado y sentido a un contenido de la
conciencia, de lo cual nos volveremos a ocupar en el capítulo III.
A
continuación sería necesario detenernos en el concepto de
"atribución", íntimamente ligado a los sistemas de simbolización, es
decir, a la semiótica y hermenéutica, pero quede ello para otro momento y otro
lugar.
10. La
objetivación de la significación y semanticidad desde el punto de vista de la
neurofisiología y de la semiótica.
10.1.
Semanticidad e inteligencia artificial.
Me da la
impresión, al comienzo de este apartado, de llegar al límite de lo decible, y
por ello mismo al límite de la comprensión abarcable por un psiquiatra que, en
busca de la disfunción esquizofrénica, se topa con los problemas más arduos de
la investigación actual no sobre el cómo del pensamiento, sino de lo que sea
realmente el pensamiento y su expresión mediante el lenguaje.
En
confesión de humildad quisiera decir en primer lugar que la inteligencia humana
y su herramienta principal, el lenguaje, por fuerza han de ser limitadas, o
mejor dicho, bastante limitadas, en comparación con la realidad misma del
pensamiento existente o posible. Posible quizás en otros planetas, por ejemplo,
si se nos permite tomar -en un símil actual- el recurso escolástico a la mente
divina, considerada por los filósofos más conspicuos no como perfección
infinita sino como la perfección máxima posible, desde el punto de vista mismo
racional o de las ideas.
Así pues,
la intención de comprender al pensamiento y al lenguaje como hechos y
realidades objetivos a partir del propio lenguaje ciertamente ha de ser tarea
fatigosa.
En seguida
obtenemos una primera ayuda sobre los límites de esta comprensión acudiendo a
algunas cuestiones metamatemáticas. Efectivamente, consideremos la siguiente
pregunta:
)La ideación humana
obedece a programas algorítmicos o plenamente computables, o surge de alguna
otra instancia inabordable a la ciencia natural?
Recordemos
antes de nada que también el origen del mundo, y de la vida, y por supuesto del
hombre, parecían exceder con mucho a las posibilidades de lo que entonces se
denominaba como "fuerzas ciegas de la naturaleza". Entretanto, el
estudio mismo de las fuerzas cósmicas que producen las galaxias y las
estrellas, o las formas y transformaciones geológicas o químicas de la tierra,
muestran una grandiosidad, organización, complejidad y desde luego producción
de nuevas estructuras, etc. verdaderamente "creativas e innovadoras".
Y por supuesto la evolución biológica, sobre la base de la evolución molecular
y la comprensión de los mecanismos material-informáticos de la herencia, han
liberado de toda intuición de "milagro" a los hechos anteriormente
citados. O se acepta un milagro permanente en el mero significado de la
grandiosidad y complejidad del mundo, o se arrincona el milagro a otros puntos
y lugares, sea al pensamiento humano.
Por lo
tanto el pensamiento humano, comenzando por el hecho de la consciencia y
siguiendo por el pensamiento creativo, ocupan hoy los reductos de dificultad de
comprensión que en otros tiempos ocuparon el origen de la vida y del hombre, y
la aceptación de las tesis dualistas y espiritualistas.
Así pues,
la cuestión no sólo es científica o técnica sino filosófica y aun sociológica,
por no decir ética, en el momento en el que pueda vislumbrarse la construcción
de una auténtica inteligencia artificial en su hipótesis fuerte. Bastará, por
supuesto, que se muestre que pueda ser posible, aunque de hecho y de momento no
sea todavía reduplicable.
La
filosofía actual va decantándose cada vez más por la llamada filosofía
analítica, la cual examina las consecuencias, fundamentalmente ontológicas, de
la ciencia. Consecuencias también en el orden de la lógica y por supuesto
profundización en la epistemología, que dota de consistencia a las propias inferencias
de los descubrimientos científicos,
[2] Aludo al
bien conocido artículo de J. Searle: ")Es la mente un programa informático?" Investigación y Ciencia,
núm 162, pág. 10-16, marzo de 1990; y al artículo de P. Churland en el mismo
número (pág. 18-24) y que polemiza con el anterior, titulado: ")Podría pensar una máquina?"LOS PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO Y SABER.ALGUNAS DE SUS FORMAS
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