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martes, 28 de agosto de 2012

LOS PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO Y SABER. ALGUNAS DE SUS FORMAS.


  

       CAPÍTULO PRIMERO.                      

LOS PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO Y SABER. ALGUNAS DE SUS FORMAS. 
     1. Cognitivo y cognoscitivo.
    
     Desde el momento en que el ser material es dinámico, puede aceptarse que existe el conocimiento. Según HAWKING (93), la influencia mutua de fuerzas, objetos, relaciones, a través de la "flecha del tiempo", establece por las mismas propiedades de la materia que objetos, fuerzas, sucesos en suma de la naturaleza, varían su comportamiento a consecuencia de los hechos experimentados, o mejor dicho, sufridos por ellas mismas. La huella de un pie en la nieve es memoria, es conocimiento, desde luego singular, y de tipo signo, no símbolo. Determinados cuerpos metálicos sufren deformaciones cuya recuperación es distinta según la posición y forma en que previamente hayan sido colocados, y el fenómeno mismo de la imantación y magnetismo es también memoria de los pasos y procesos que condujeron a la adquisición de dicha propiedad.

      Debería por lo tanto distinguirse entre conocimiento implícito, irracional o material, y conocimiento consciente, explícito o racional. Ello no supone aún el nivel superior de conocimiento, en el cual el sabio no sólo sabe qué sabe, sino por qué sabe y con qué cuantía de certeza y de seguridad o probabilidad lo hace. Por tanto, puede establecerse un gradiente o continuidad entre distintos tipos y niveles de conocimiento en toda la naturaleza, lo cual muestra una vez más que, aun sin negar los cambios y saltos cualitativos o propiedades emergentes, existen a la vez semejanzas tales entre los distintos niveles estructurales de la realidad, que permiten afirmar su identidad sustancial, o dicho de otra forma, su obediencia a la dinámica, estructura y ser de la realidad.

     Centrándonos en el conocimiento humano, es evidente que toda la elaboración informática automática realizada por los canales sensoriales, destinada sobre todo a funciones de supervivencia, defensa, alimentación y otras en común con el animal, supone un conocimiento de la realidad que en parte es hereditario y genéticamente determinado, respondiendo al caudal transmisible de la especie. La evolución hecha sobre y por la naturaleza archiva en sí misma las características de la realidad. Si el ojo se parece a la cámara fotográfica, es porque ambos están hechos con y por la luz.

     Así, puede afirmarse con K. LORENZ (148) que la evolución, que graba en el caudal genético determinadas formas de conductas, es un aprendizaje filogénico, que en el hombre mismo puede observarse, por ejemplo, en las leyes de la organización sensoperceptiva de la Gestalt, y que corresponden ni más ni menos a los postulados de KANT sobre las formas a priori de la sensibilidad. Sin duda se trata de un conocimiento que puede expresarse mediante el adjetivo "cognitivo".

     Dado el uso múltiple y frecuente de los términos "cognitivo" y "cognoscitivo", intentaremos una breve digresión sobre el significado y uso de ambos. "Cognitivo" pensamos puede reservarse para la elaboración automática e inconsciente, tal como se observa principalmente, según decíamos, en las primeras etapas neurobiológicas a nivel de los diversos canales sensoriales. Supone así los primeros pasos de la elaboración sensoperceptiva del percepto, antes de su presentación a la consciencia; pasos que pueden denominarse como meramente neurobiológicos, aunque sean medibles mediante procedimientos psicológicos.

     El término "cognoscitivo", en cambio, sugiere una elaboración consciente y dirigida a fin, por lo tanto reflexiva y destinada a dar sentido y significado propiamente psicológicos a los perceptos. Es fundamental el carácter de "dirigida a un fin", en vistas de la motivación o intención prospectiva de la mente -o ya del yo- en el momento en cuestión.

     De este modo, la percepción de un cuadrado es "cognitivo", y la integración del mismo en la geometría a fin de demostrar un teorema en la pizarra es "cognoscitivo". También podría indicarse que lo primero es pura sintaxis, es decir, elaboración de signos o análisis formal; mientras que lo segundo es semántica, esto es, elaboración de símbolos cargados de significado.

     Si se acepta esta interpretación, las demencias orgánicas, en su sentido psiquiátrico habitual, lesionarían los programas cognitivos pero no los cognoscitivos, que serían los afectados en las psicosis. Claro que lesiones cognitivas graves arruinarían también lo cognoscitivo, pero secundariamente. Abordaremos esta cuestión en el último capítulo de este estudio.


     2. Teoría del conocimiento en Kant.

     Acudimos a CENCILLO (41) para recordar la teoría del conocimiento de KANT, el cual sentó las bases de nuestra comprensión filosófica de estos procesos, que permanecen en la base interpretativa de los trastornos del conocimiento en las psicosis. Postula KANT tres etapas en el proceso del conocer, dirigidas por facultades diferentes, que obran bajo sus propias leyes y que conducen naturalmente a distintos tipos de conocimiento:

1.   La sensibilidad, Anschauungsvermögen o sensualitas, que comienza por la sensación o Empfindung. Esta facultad sólo capta los fenómenos organizándolos según sus formas a priori, cuyo significado heredobiológico ya hemos explicado. Los primeros conocimientos son así las intuiciones sensibles del espacio y del tiempo, como marco subjetivo del conocer.

2.   En una segunda fase actúa la inteligencia o Verstand, que es integradora o interpretadora, según la nomenclatura de la monografía de JIMENO VALDÉS (123). En esta función se determinan ya perceptos integrados con sentido de la "escena". Aquí actúan las doce categorías del entendimiento, como cualidad, relación, etc., llegando no a "formas reales del ser" -por definición inaccesibles: las cosas en sí-, sino a "formas del entender" -o estructuración formal de los fenómenos-, que son los ladrillos de la fase siguiente.

3.   La tercera fase se caracteriza por la actuación de la razón, Vernunft o racionalitas. Esta facultad es la que organiza los juicios o reflexión, que llega a las ideas supremas y directrices de Dios, el mundo y el yo, que sitúan y dan sentido al conjunto del mundo percibido, o dicho de otra forma, a nuestro modelo interno de la realidad. Es sabido que KANT distingue dos tipos de juicios: unos a priori, independientes de la experiencia, que hoy podemos decir estructuran las ciencias axiológicas y puramente formales -como las matemáticas-; y otros a posteriori, que precisan de la experiencia. Los juicios forman verdadera ciencia o saber, si bien subjetivo, pero que, podríamos decir, organizan conductas adecuadas a la realidad, puesto que mantienen una relación biunívoca con los invariantes de comportamientos o fenómenos del mundo real, tal como nosotros los percibimos cognitivamente o los elaboramos cognoscitivamente.

     Es obligado citar a propósito de las teorías del conocimiento a LOCKE en su Ensayo sobre el entendimiento humano (145). Puede considerársele un antecesor de Kant, menos sistemático pero más asequible, y que proporcionó un influjo más popular e inmediato en el momento crítico del siglo XVIII, el cual habría de pasar a la historia con el nombre de "siglo de las luces".

     Defiende que todo saber procede de la experiencia, rechazando las ideas innatas, en una discusión que se extendía desde ARISTÓTELES y PLATÓN; es llamado por ello empirista. Uno de sus principales méritos, al menos visto desde la perspectiva actual, es haber defendido la igualdad de todos los seres humanos en cuanto capacidad de conocimiento y razón.

     Mas hemos de continuar considerando algunos otros tipos y clasificaciones del conocimiento, importantes para situar a la psiquiatría y a la psicopatología en su lugar adecuado.


     3. Saberes de dominio y saberes de salvación.

     Desde otro punto de vista, el inicio de la hominización y la organización social exige la formulación explícita de formas culturales de realización de actividades, en principio ligadas a la supervivencia inmediata, que poco a poco afectan a todas las áreas de la vida y convivencia, exigidas y facilitadas por la reducción instintiva típica de la especie humana. Estas fórmulas de actuación, pero también de opinión ante las cosas, forman un conjunto de saberes que de alguna manera pueden diferenciarse de los auténticos conocimientos sobre la realidad.

     Estos organizadores de la "razón práctica" son ideas y creencias imprescindibles para que se conforme una motivación adecuada para la acción y conducta humanas. Las ideas delirantes de los pacientes psicóticos tienen también aquí su origen y comprensión psicológica.

     Más fácilmente pueden entenderse estos dos conjuntos de saberes bajo la terminología sociológica. Unos saberes son "de dominio" -saberes sobre las cosas o la realidad externa-, en tanto los otros son saberes "de opinión", o mejor dicho de valor. Una comisión de expertos que estudia el magnetismo se preocupa por saberes "de dominio", y si discute sobre la calidad de una composición literaria para la adjudicación de un premio actúa estableciendo normas y significados, saberes normativos que grosso modo pueden equipararse a la división entre "ciencias de la naturaleza" y "ciencias del espíritu" que propusiera DILTHEY.
    
     Es cierto que últimamente numerosas ciencias del espíritu, y aun normativas del "deber ser", como la juridicidad, han asumido para algunas cuestiones métodos propios de las ciencias de la naturaleza. Ello puede en parte justificarse si entendemos que, siendo el hombre parte de la misma Naturaleza, sus actividades y productos, entre ellos la cultura, han de serlo también. En todo caso, se realiza mediante una objetivación de la norma, los valores y los demás productos culturales, tomados como cosas independientes de sus creadores. Aquí, sin embargo, se pierde lo más propio de dichos saberes, y como siempre en la ciencia, no es incompatible que para algunos menesteres se consideren desde un punto de vista y para otros desde otro.

     Mas no es sobre este tipo de conocimientos sobre los que versará nuestro trabajo, que es como se sabe un estudio psicopatológico. Cae, pues, de lleno dentro de los saberes sobre las cosas o sobre la naturaleza, mal que bien, durante tantos siglos y aun ahora, en ignorancia de las realidades se haya caído en los supuestos o explicaciones de otro tipo.

     4. Conciencia y libertad.

     Una aproximación más a los conceptos de cognitivo y cognoscitivo se realiza a través del concepto y función de la consciencia que organiza los significados; es decir, la semanticidad. La manipulación correcta de los símbolos, opinan algunos, no precisa la semanticidad, sino la aplicación de una sintaxis -o gramática- lo suficientemente precisa. La máquina de Touring no precisa consciencia, y por lo tanto no dispone de auténtico conocimiento o cognoscitividad; y el conocido experimento mental de la oficina china, manipulada por un funcionario que no conoce el chino, así parece mostrarlo. Así pues, la mente sería algo más que un programa informático. Los programas, es decir, las reglas del manejo de los símbolos, no tienen semanticidad. Esta opinión que estamos defendiendo es lo que se denomina "falsedad de la hipótesis de la inteligencia artificial fuerte", que postula que un programa adecuado puede reproducir la mente de la persona humana. Véase a este respecto JIMENO VALDÉS (123).

     Queda por mostrar qué es ese algo más que presenta la mente humana, y que la diferenciaría fundamentalmente del ordenador presente o futuro. Intuimos que para que se constituya el auténtico conocimiento humano es preciso la afectividad, que presta a cada concepto y a cada símbolo un "peso" afectivo que decide su ubicación en el sistema de la memoria; todo lo cual es fundamental para la utilización de la misma a efectos prospectivos, es decir, a efectos de programar la programación, o dicho de otra manera, para contribuir a la aparición de las motivaciones, los deseos y necesidades. Son los elementos más importantes de lo humano, puesto que en ellos aparece indisolublemente unido a la consciencia la libertad, que es meramente consciencia de "desear lo que hacemos y hacer lo que deseamos", constituyendo así el parámetro afectivo del programa director de los demás subprogramas. Así, y como indicábamos en el prólogo, consciencia, semanticidad y afectividad son los tres graves problemas del psiquismo humano, en cuanto a un conocimiento científico de los mismos. Abordaremos la cuestión en el capítulo II.

     Retomamos la cuestión de los distintos tipos de saberes: los de dominio y los de salvación, o de ciencias de la naturaleza y del espíritu, y que según decimos derivan unos de la razón crítica o pura y los otros de la razón práctica, o que organizan en el primer caso las facultades cognitivas y en el segundo más bien las cognoscitivas, pues todos estos equivalentes pueden ser así formulados.

      Acudiremos a tres autores principales, de quienes para mayor claridad trataremos de extractar las ideas y bases comunes. Son por una parte WARTOFFSKY (213), por otra BOCHENSKI (27), y por último, bien conocido entre nosotros, BUNGE (31, 32).


     5. Ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu.
     5.1. Tipos de saberes.

     Así, entendemos que existen al menos los siguientes tipos básicos de saberes: un saber empírico, un saber de habilidades, un saber mántico o mitopoiético y un saber científico.

1.   El saber empírico está constituido por las generalizaciones a través de la experiencia, bien personal o bien de grupo, expresadas comúnmente en reglas, refranes, etc., que se refieren a verdades en general intuitivas y fáciles de comprobar, y que se asientan sobre auténticas invariantes o constantes de la naturaleza. No precisan de una explicación de por qués, y aluden únicamente a regularidades de los acontecimientos. Sobre ellas solas se ha basado el dominio de la naturaleza, no sólo antiguamente durante milenios sino también actualmente, ya que muchos de nuestros procesos -tanto individuales como industriales- se basan en la empiria.

2.   Muy próximo al conocimiento empírico está el conocimiento y actuación por habilidades, que puede ceñirse a reglas concretas del "arte" o del oficio. Uno de los motivos más importantes por los cuales el mundo antiguo -sobre todo en la época helenística- no accedió a un primera revolución industrial, fue debido a la separación social y de acción entre los artesanos o empíricos y el científico o sabio, que iniciaba los procedimientos de la ciencia natural. Quizás sólo en la medicina se dio alguna excepción, ya que el ejemplo de HIPÓCRATES, en su descripción más acabada de la "enfermedad sagrada", muestra un momento crítico intermedio entre el saber empírico y el saber por "modelos" de la realidad. La cosmología, y en concreto la astronomía, también se encontró en esta situación -ajena por completo, entre otros, al campo de la mecánica-, permaneciendo en este estadio hasta GALILEO, y ello a pesar del genio de ARQUÍMEDES.

3.   El saber mántico, también llamado mítico o sapiencial, trabaja con un modelo del mundo, del ser real de las cosas. Se trata empero de un modelo inventado por la acción cultural, satisfaciendo más -como sabemos desde FREUD- a las necesidades emocionales de los hombres, que a sus afanes por la verdad objetivable. La superstición, la magia, los encantamientos y la numerología entran en este campo, pero también se incluyen la ciencia gnóstica, las cosmogénesis de casi todas las religiones, y las explicaciones sobre las preguntas escatológicas del ser, destino y origen del hombre, que escapan a la mera observación de la naturaleza, y sobre las cuales se fundamentaron y se fundamentan actualmente las normas más importantes de la organización social.

    
     5.2. Saber y memoria.

     Esta clasificación, derivada de la filosofía de las ciencias, no concuerda completamente con los diversos tipos de memoria descritos por la moderna neurofisiología; aunque creemos que también sería posible establecer una síntesis comprensible entrambas.

     Así, evidentemente las habilidades pertenecen al grupo de los comportamientos psicomotores heredados o aprendidos, unidos intrínsecamente a la memoria y a la organización sensomotriz típica de la primera infancia pero operativa continuamente en los adultos.

     Los conocimientos de saberes se corresponden con la memoria semántica, sin duda alguna.

     En cuanto a la memoria episódica, es decir, de la propia biografía, estaría unida a la consciencia y a la vivencia del yo, y estaría totalmente ausente en el ordenador por carecer de "biografía". No obstante, no parece difícil establecer un modelo informático de le misma si el ordenador accede a una vida propia de movimientos y actividades, aunque sean meramente internos y cognoscitivos. En este caso, sería indispensable la consideración de la variable tiempo como factor ordenador de los sucesos biográficos, de forma análoga al tiempo y al espacio que ordenan coherentemente los sucesos en la memoria episódica humana.

     Es típico también de los sistemas cognoscitivos humanos la tendencia a crear siempre modelos complejos e integradores de la realidad externa transcendiendo los datos concretos; de la misma manera que puntos y rayas se convierten en objetos, sucesos y personas se unifican en modelos místicos y cosmológicos bajo funciones que también producen los delirios de los enfermos psicóticos. Estudiaremos estas cuestiones en el capítulo III.

     La historia de las relaciones, discrepancias, luchas e influencias mutuas entre estos diversos tipos de saberes ocupa las páginas casi más importantes de la historia de la cultura y de los pueblos; y aún hoy día podría ilustrar las trayectorias individuales de muchas personas y destinos entre nosotros, incluidos los propios pacientes y los orígenes de los trastornos mentales, desde los conflictos cognitivos encerrados en el fondo de las almas en su lucha por la libertad y la verdad, hasta la capacidad de tolerar la ignorancia sin caer en la invención. Particularmente fecundo sería considerar, desde este punto de vista, la historia de la psiquiatría, tantos años sometida a las explicaciones míticas y tan difícilmente liberada de las mismas, en una tarea todavía sin acabar y siempre recomenzada.

     Un modelo fecundo en este aspecto lo presentan actualmente los sistemas llamados de inteligencia artificial, que intentan reproducir por medios informáticos algunas de las funciones del psiquismo humano. Así el estudio del mismo podrá ser fragmentado, o deberá ser fragmentado en funciones más simples.


     6. Saberes racionales o explícitos.

      Como decíamos, debe entenderse por saberes racionales o explícitos aquellos que están organizados sistemáticamente, que atisban al menos las razones o fundamentos de su conocer y que se presentan en vocación de autenticidad y veracidad respecto sus temas de estudio, que suelen dirigirse a las cuestiones básicas del mundo y del hombre; cuestiones básicas que fueron resumidas por KANT: qué es el mundo, qué es el hombre, de dónde venimos, a dónde vamos, qué debe el hombre esperar razonablemente, y cuál debe ser su ley moral.

     En este aspecto, son los saberes filosóficos y los teológicos los que tradicionalmente se han ocupado y contestado a estos problemas. Como hijo de ellos, pues sin el hábito de la reflexión no hubiera sido posible, surge en la Grecia clásica y luego, después de 1500 años, el saber científico o saber acerca de la naturaleza en sí misma. Saber científico que se va sustentando en métodos y modelos propios a los que luego nos referiremos.

     Vamos a referirnos ahora a algunos métodos de conocimiento sistemático que forman parte de los conocimientos racionales, y que tienen aplicación especial en la psicopatología natural.

     Ya hemos comentado la división filosófica clásica entre  "ciencias de la naturaleza" y "ciencias del espíritu"; en realidad, cualquier cosa puede ser estudiada con los métodos de la ciencia natural. Realmente la ciencia natural es meramente una metodología, y fueron SPINOZA en su Ética y DESCARTES en su Discurso del método, los primeros que intentaron aplicar al ser y pensar del hombre la metodología científico-natural -que entonces era meramente racional- como intento de alejarse de las mancias y saberes al uso. Por ello mismo las ciencias del espíritu, es decir, aquéllas cuyo objetivo son las creaciones del hombre, pueden ser estudiadas también bajo la ciencia natural.

     )Han de exceptuarse la crítica literaria y la historia? El debate sobre este punto no es propio de este lugar. Baste señalar que la diferencia entre ambas ciencias es fundamentalmente la concerniente al método; y que aun los sucesos de la naturaleza son verdaderamente únicos, es decir, históricos en sentido estricto, a no ser que creamos en las teorías del eterno retorno. Las doctrinas cosmológicas y físicas actuales sobre el tiempo de HAWKING (93), y también PRIGOGINE (178, 179), dan sobrada razón de estas cuestiones. La regularidad del mundo físico en su repetición es, como siempre, respecto ciertos tiempos de observación y para determinados intervalos de tiempo, pero ello es válido en toda ciencia natural, incluida la psiquiatría.

     Existe actualmente una fuerte tendencia en el sentido indicado anteriormente, es decir, de encuadrar, al menos metodológicamente, todas las ciencias como ciencias de la naturaleza, superando la clásica división que citábamos. Conducen a ello varios factores:
    
     En primer lugar, la aceptación del hecho irrebatible de la evolución biológica, y por lo tanto del origen del hombre a partir de y formando parte en todos sus aspectos de la Naturaleza.

     En segundo término, y a consecuencia de lo anterior, la necesidad de aceptar que todas los productos y actividades del hombre, incluidas la cultura, la sociedad, lo normativo -ético y jurídico- también. Es pues legítimo o necesario su estudio con los métodos de la ciencia de "lo real".

     En tercer lugar, el estudio profundo, a través fundamentalmente de la sociobiología, de las capacidades cognoscitivas humanas a partir de sus orígenes biológico evolutivos, presenta en una nueva perspectiva todas las doctrinas del conocimiento. Por una parte relativizándolas respecto a los residuos platónicos que sobrevivieron en las filosofías de Occidente, pero a la vez precisándolas y por lo tanto permitiendo cada vez aproximaciones más exactas al conocimiento de "lo real", tendientes a superar el hiato entre lo real y la realidad conocida. La interpretación a partir de la evolución biológica de las formas a priori de KANT hecha por K. LORENZ (148), aparece aquí como reflexión "definitiva" que abrió el paso a las doctrinas evolucionistas -que no evolutivas- del conocimiento. Véanse algunos tratados sobre esta cuestión en:*

     Un hecho central en esta cuestión lo ha protagonizado la situación actual de la filosofía, que sin duda podemos decir que ha sufrido un cambio de paradigma. Una reciente visita de trabajo (mayo de 1996) realizada al Centro de Filosofía y Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Giessen (Prof. B. KANITSCHEIDER), nos ha evidenciado la profundidad de dicho cambio. La filosofía tradicional se ha decantado en una mera historiografía de las ideas, y la nueva filosofía, bajo el nombre de "filosofía analítica" se ha convertido en una pura filosofía de la ciencia, cuya misión principal es el estudio de las consecuencias respecto los grandes temas, de los avances de la ciencia natural. Los campos de la teoría del conocimiento, de la cosmología, del ser de la matemática y los sistemas formales y por último el abordaje científico de los hechos de la consciencia y la complejidad, dan tarea más que suficiente a la filosofía analítica.

     Mas esta tendencia se extiende sin cesar, acercándose ya a los campos de la ética y el derecho. Los tremendos problemas en este campo surgen continuamente de la investigación genética, la inteligencia artificial y robótica, los retos éticos de los avances médicos, como la determinación de la muerte, los trasplantes, el sentido y alcance de la dignidad humana, etc. Así pues, también la ética y el derecho se esfuerzan en encontrar cobijo bajo las ciencias de la naturaleza, y buscan soluciones y fundamentos en el estudio de la naturaleza humana y sus necesidades y exigencias, derivadas de su origen biológico evolutivo. Está aún por ver si estos métodos consiguen una ética de los derechos humanos y una ética de la naturaleza aceptable para todos, bajo el dominio no ya de la razón o razonamiento sino de un auténtico conocimiento natural. Si bien este procedimiento nos despierta enorme interés y simpatía, dudamos mucho de su eficacia, al menos respecto de la ética. La ética de la evolución biológica es despiadada tanto en los sistemas cooperativos como en los competitivos[1], y siempre entendimos que el humanismo, sea de índole religiosa, filosófica o meramente política, tendía a su superación, sobre todo en Occidente, con su innegable origen ideológico cristiano. Mucho tememos que el darwinismo social sirva de pretexto para más amoralidades, aunque entendemos que será necesario examinar todas las posibilidades que pueda brindar. En todo caso el entusiasmo y buena fe de los cultivadores de estas tendencias es innegable, y posteriormente presentaremos algunos de sus métodos y conclusiones.

     Presentemos por tanto, sin más disgresiones, los distintos tipos de métodos y de ciencias dentro de la propia ciencia natural, en busca sobre todo del lugar propio de la psicopatología como paradigma de ciencia intermedia y de enlace entre las ciencias tradicionales de la naturaleza y del espíritu. El microcosmos humano siempre ofrece esta posibilidad y la ciencia psicopatológica no puede abordarse, en la mejor tradición de JASPERS, sin una intención de método integral y holístico.

     Para ello retornamos a los distintos tipos de pensamiento racional, y seguimos a BOCHENSKI (27):

1.   Método fenomenológico: Posee gran importancia en psicopatología, ya que toda su elaboración clásica proviene de la escuela husserliana fenomenológica que, bajo el grito de "a las cosas mismas", trataba de desligar a la filosofía de su bagaje histórico-cultural, transformándola en ciencia del "ser", es más, del "ser observable". El método fenomenológico intenta precisamente eliminar todos estos añadidos de la tradición y la interpretación que se pegan culturalmente a los fenómenos, para convertir a los mismos en cosas. Se debe eliminar todo elemento subjetivo e interpretativo; es por lo tanto un método fundamentalmente descriptivo, que establece fenómenos y sus correlaciones. Por ello es esencialmente necesario para las ciencias complejas como la psicopatología, cuyos mecanismos de funcionamiento se nos escapan, y que tienden incluso a estar contaminados por nuestra introspección interesada.

2.   Métodos semióticos: se fijan especialmente en los vehículos del pensamiento, es decir, el lenguaje, su estructura y posibilidades de verdad. En la Figura 1 se presenta un esquema de la obra citada de BOCHENSKI (27), que define los principales términos que ligan la estructura formal del método de pensamiento con sus significados. Estos métodos son importantes para el entendimiento de las matemáticas, con el método formal puro como herramienta de pensamiento, o más bien de elaboración de modelos e inferencias válidas que de ellos derivan. La semiótica explica también el sentido y la importancia de las metaciencias o ciencias de la ciencia o epistemología, de las cuales es precisamente la semiótica su principal representante. La lógica formal, tan importante en la informática, permite atisbos en los mecanismos neurobiológicos de elaboración de la información, que están en la base del pensamiento. Los distintos niveles semánticos son también importantes en el estudio de algunos trastornos de la comunicación o pensamiento de los psicóticos, sin que sea preciso aplicar estos métodos con el mismo bagaje interpretativo de la escuela de Palo Alto. La interpretación del lenguaje psicótico no es, sin embargo, tema principal de este trabajo.

3.   Métodos reductivos: KEYNES y KARNAP, entre otros, formularon los rasgos de este método, que caracterizaría precisamente el método natural, según la escuela de Viena, el cual procede por inducción-reducción: desde proposiciones y observaciones concretas y parciales avanza a las generalizaciones y abstracciones. Sin embargo, actualmente debemos aceptar como superado este método respecto la ciencia natural, y ello debido precisamente a la superación dialéctica de la división entre ciencias de la naturaleza y del espíritu, ya que por una parte también el proceso cósmico es "histórico" y por otra parte el hombre mismo con sus conocimientos y creaciones forma parte de la misma Naturaleza.

          Por lo demás, las generalizaciones del método inductivo reproducen la intención de la ontología escolástica, que aceptaba la validez de la misma en cuanto descubría las características esenciales de los sucesos y objetos de las accesorias y contingentes. Pero esta distinción sólo es valida respecto los conceptos o entes abstractos y mentales y sus correspondientes epistemológicos -nos referimos por ejemplo al conocimiento escrito o transpersonal vehiculado en lo que POPPER Y ECCLES (177) llamaron mundo III-, por lo tanto no es aceptable como descripción válida del método de acceso a lo real. Por ello, los modernos epistemólogos o filósofos de la ciencia describen un cuarto método como propio de la ciencia natural actual.

4.   Método heurístico experimental: Hoy día no se acepta que el método propio de la ciencia natural sea el método inductivo reduccionista. Desde el gran trabajo epistemológico, sobre todo de POPPER Y ECCLES (177), el método científico es clasificado como método heurístico experimental. A ello ha contribuido el auge de la llamada filosofía analítica, que oponiéndose a la filosofía especulativa de otros tiempos, estudia las consecuencias filosóficas del conocimiento científico y también los fundamentos lógico-epistemológico del mismo. Bajo la aceptación de que el conocimiento científico es siempre inseguro, provisional y precario, no es posible nunca la presentación de afirmaciones universales y permanentes. Los clásicos, respecto a su modelo, afirmaban meramente con NEWTON: los cuerpos materiales se comportan como si... se atrajeran...; luego EINSTEIN mostró que no era preciso aceptar este modelo atractivo -en los dos sentidos de la palabra-, sino que podía sustituirse con ventaja por un modelo geométrico del espacio tiempo. El método heurístico experimental siempre está preparado para la falsación de la hipótesis o para que los acontecimientos contradigan a lo esperado. Es el modelo de POPPER, y por ello el método subyacente opera con expectativas, es decir hipótesis, más o menos probables, y cuya verificación bajo elaboración estadística las dota de mayor o menor grado de validez. La moderna filosofía, llamada analítica, que se ocupa de las consecuencias ontológicas de la ciencia natural, acepta también esta descripción del conocimiento y método científico.

           Este método por lo tanto ha de actuar también en la psicopatología, si deseamos su conversión a una auténtica ciencia natural, y no sin embargo en la psiquiatría. Los pasos están perfectamente marcados: observación, protocolización sistemática de los datos, experimentación, postulación de un modelo, formulación de hipótesis y nuevos experimentos de falsación o de verificación. No nos es posible, ni creemos necesario, describir todos los pasos que implican este método.

     Por otra parte, es necesario diferenciar las hipótesis de las meras conjeturas. Las hipótesis llevan implícitas en sí mismas un diseño experimental que dilucide su validez. Las conjeturas son especulaciones sugestivas que se aproximan al campo de las creencias, de los científicos en este caso. Así la hipótesis modelo del átomo de BOHR, como ejemplo de lo primero, y la conjetura de las cuerdas, los agujeros negros y blancos, y el viaje a través del túnel -precisamente por el efecto cuántico de túnel- del tiempo de HAWKING como ejemplo de las segundas.

     Por ello mismo es preciso diferenciar una teoría científica, que consiste en la descripción detallada y cuantitativa de un modelo del mundo real, de una conjetura que aventura un modelo sin opinar sobre sus posibles relaciones con la realidad, pongamos como ejemplo ya clásico de esto ultimo la elaboración por RIEMANN y LOBATCHESKI de las geometrías no euclideanas, y que luego fueron utilizadas por EINSTEIN.

     De todas formas sigue siendo imprescindible un modelo, puesto que es necesario para la formulación de las hipótesis a verificar. Revisaremos, pues a continuación el concepto de modelo en ciencia natural y algunos de sus tipos.


     7. El concepto de modelo en ciencias de la naturaleza.

     La aplicación de un modelo suprime siempre la interpretación de parte de los fenómenos, puesto que se trata siempre de una simplificación de la realidad. Esta sólo es asediable mediante la utilización de diversos modelos, que sirven a diversos tipos de estudios, funciones o técnicas a aplicar sobre la realidad a estudiar. El modelo -sobre todo el matemático- se conforma mediante un haz de relaciones cuantitativas que remedan no las relaciones en el objeto real -siempre y kantianamente inaccesible-, sino los resultados de la observación. Este haz de relaciones es excesivamente grande y complejo en las ciencias humanas, y por ende en la más compleja de todas, la psiquiatría. Por todo ello, los modelos en psicología y psiquiatría necesariamente han de remedar la realidad aun de forma más burda. Importa siempre, en cualquier modelo psicopatológico, precisar previamente cuáles han de ser los objetivos y funciones del modelo en cuestión.

     La validez del modelo es siempre operacional, es decir, vale en cuanto que explica. El problema fundamental reside en la elección del modelo. Este ha de partir de algunas bases conceptuales, o mejor dicho ideológicas, previas. Puestos a explicar, los modelos animísticos y mitológicos de la naturaleza también cumplían una función de conocimiento, sobre todo si se atenían a no contradecir la base empírica. Los modelos en ciencia se reconocen entre otras cosas, como comentábamos, por su renuncia a explicar el todo del objeto en cuestión, y precisamente por esta característica -entre otras- el modelo psicoanalítico es sospechoso, para BUNGE (31), de pertenecer a una "mancia" más que a un saber científico.

     Sin modelo no existe ciencia ni posibilidad de investigar, sólo acaso de describir; lo cual es mucho y es poco, puesto que el deseo humano de saber, a veces tan olvidado en las investigaciones actuales dirigidas por el puro pragmatismo, no puede aceptar saber algo si no dispone del modelo.

     El modelo es nuestra visión interna de la realidad. Un modelo del mundo está ya archivado en nuestros genes y precisado por la experiencia sensorial: un modelo de mundo humano, que comienza por ser topológico o más bien temporoespacial, distribuido en cosas que se tocan, ven y huelen, matizado luego por la gravedad, el peso y la inercia, y precisado posteriormente por nuestra necesidad, actitud o uso ante estas mismas cosas. El modelo natural del mundo es el modelo sensoperceptivo, que estudiaremos en su momento; únicamente a partir de este se construye el modelo científico del mundo. El modelo científico del mundo funciona respecto al mismo como una caja negra. Su validez es suficiente, siempre y cuando dentro del campo de observación arroje los mismos resultados en respuesta a los mismos estímulos; la diferencia es que nosotros construimos la caja negra de forma que se obtengan estos resultados.

     Un modelo supone siempre un conocimiento parcial, y se enfrenta así con los conocimientos de índole mística o filosófica que pretenden llegar al saber como tal -la gnosis-, pero precisamente en esta restricción previa yace su fuerza. Renunciando al todo, es capaz el científico de saberes parciales, pero eficaces. Eso supone por último que la realidad requiere siempre la aplicación de varios, numerosos o infinitos modelos, produciéndose así por la ciencia una aproximación asintótica, pero una aproximación cierta; no cierta en el conocer el sí y el ser de las cosas, sino en su aproximación a las mismas: aproximación a su dinámica, a su conducta, en suma,  la "realidad del ser" es el proceso. El lector interesado puede consultar la obra clásica que nos ha precisado en el mundo actual todos estos conceptos, cuyos autores son RUSSELL Y WHITEHEAD (186).
    

     8. Modelos estructurales.

     Para nuestro estudio es importante el concepto de modelo estructural. Podemos definir "estructura" como la disposición, orden y relaciones de los diversos elementos que componen un cuerpo, órgano, etc., o también un concepto o cuerpo de doctrina, desde la jurídica a la psicológica. La aceptación de una estructura parece necesaria para la formulación de un modelo dinámico, que consiste en la descripción de cambios y funciones a lo largo del tiempo. Un modelo no dinámico para nada serviría en ciencias biológicas, y escasamente en las naturales, a excepción de la mecánica estática, útil en arquitectura e ingeniería. Las relaciones dinámicas son, por otra parte, las más importantes para la integración del objeto en un "todo". Por estas consideraciones, parece necesario que un modelo psicopatológico sea estructural y dinámico.

     El establecimiento de un "modelo" del objeto de estudio es uno de los pasos más importantes en el transcurso de una investigación científica. El modelo permite "comprender" de alguna manera -según su tipo- uno u otro aspecto de la realidad estudiada, así como establecer nuevas hipótesis destinadas a su verificación o falsación, lo cual valida el modelo o exige su sustitución o precisión. Permite también realizar inferencias de observables.


     9. Comprensión y cómputo.

     Los modelos pueden clasificarse en principio, y sobre todo desde el punto de vista histórico, en aquellos que persiguen sobre todo la comprensión y aquellos destinados fundamentalmente al cómputo, es decir, al cálculo o previsión de los observables. Así HEMPEL (96) cita como ejemplo de los primeros el sistema cosmológico tolomeico, que brinda una muy buena comprensión de la observación ingenua del movimiento del sol y de los planetas. Este modelo mostró, no obstante, una gran dificultad para establecer cómputos de observaciones pasadas y futuras, y tuvo que ser complicado cada vez más y más para esta segunda función. En realidad se utilizaban para su comprensión modelos diferentes, uno de cálculo y otro intuitivo-mecánico, o aun mejor, pictórico-geométrico. La unificación de ambos -esto es, la validez de un modelo para servir a ambos propósitos- es patrimonio de la ciencia moderna, que suele situarse a partir de la publicación de los Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, tolomeico y copernicano de GALILEO.

     Con el paso del tiempo, los modelos fueron centrándose cada vez más en el cómputo o cálculo y haciéndose menos comprensibles para la intuición, que en el hombre es fundamentalmente visual, icónica o al menos geométrico-espacial. Puede seguirse muy bien esta trayectoria en los modelos físicos del átomo, que se desplazan desde BOHR hasta los actuales en el sentido de una matematización creciente; incluso puede expresarse que actualmente todos los modelos físicos relativos al ser real material son de tipo puramente matemático. Ha de entenderse, pues, que los dibujos son meramente gráficos que explicitan, para nuestra comprensión visual, algunas características parciales del modelo. Eso explica la repugnancia en ciencia moderna, sobre todo en la física - y por ende en la química, desde que las unificó la mecánica cuántica - a prescindir de las fórmulas matemáticas y descender al nivel de las descripciones o de los dibujos. "(Dios escribió el mundo con caracteres matemáticos!", se sabe que llegó a exclamar el piadoso NEWTON.

     Pero centrémonos ahora en la definición y explicación de lo que es un modelo en ciencia natural, aproximándonos a nuestro objetivo de modelo en psicopatología y del hipotético modelo que subyace en el presente trabajo.

     Siguiendo a WARTOFFSKY (213), el modelo parte de los hechos observados y protocolizados, a partir de los cuales se realiza un constructo abstracto -con esfuerzo imaginativo y creador, añadimos nosotros- que ha de representar los hechos, a base de presentar dentro del mismo las relaciones existentes entre dichos hechos. Esta construcción intelectual se convierte en un medio de operar con las representaciones -magnitudes, cuerpos, etc.- de estos, en vez de hacerlo con los hechos u objetos mismos, reemplazando así la manipulación de objetos o cosas por la manipulación de los elementos constituyentes del modelo. El modelo más fácil de entender es el que constituye un mapa, sobre el cual están situados diversos puntos de la superficie de la tierra que guardan entre sí relaciones análogas a las que ocupan dichos puntos en la superficie real. Según el tipo de proyección y de escala, es necesaria una transformación concreta de las medidas del mapa en relación con las medidas en la superficie real. En el modelo, pues, ha de existir una relación biunívoca -es decir, única y reversible- entre hechos observados y su representación. No se representa la realidad en sí sino los hechos o datos de la misma, recogidos en la observación y en su caso experimentación.


     10. Algunos modelos en ciencias de la naturaleza.

     Por lo tanto, todo modelo guarda relaciones de analogía con su objeto. Estas analogías o referencias pueden ser de distinto tipo, por ejemplo, meramente topológicas, como en nuestro caso del mapa, pero también identificables en los modelos informáticos de las redes neuronales y otros, en los que se desprecia la magnitud y la medida. Pueden considerarse también medidas y magnitudes, o bien prelación de orden entre los hechos y los elementos que los representan en el modelo. En el caso de modelos cuantitativos es esencial que se conserven invariantes ciertas transformaciones que puedan darse paralelamente en la realidad y en el modelo, o que dichos invariantes sigan cambios descriptibles con precisión.

     Según el tipo de relaciones, elementos y el destino o fin principal del modelo, predominan -según nuestra investigación- unas u otras características del mismo, que podrían servir para designarlo. Así podríamos citar los siguientes:

1.   Modelos dinámicos, que han de dar cuenta de la distribución y cambios de fuerzas.

2.   Modelos analógicos, que reproducen ciertos resultados de la observación mediante estructuras diferentes, pero que guardan entre sí relaciones similares. Por tanto, los modelos analógicos -si están formalizados matemáticamente- obedecen a las mismas ecuaciones que describen los observables reales, permitiendo correlaciones y correspondencias entre magnitudes que corresponden a fenómenos diversos.

3.   Modelos icónicos, que presentan casi siempre una imagen visual.

4.   Modelos digitales o numéricos, que son meramente cuantitativos.

5.   Modelos matemáticos, en razón de cuya versatilidad -así como de la precisión que permiten los cómputos- este modelo tiende a ser el preferido. Sin embargo, con frecuencia se abusa del mismo respecto hechos o tipos de sucesos cuya medida es problemática. En este caso, la precisión en el cómputo o cálculo sobre medidas inexactas y parámetros poco realistas conduce a errores cada vez mayores -bajo apariencia de exactitudes-, lo cual confunde cada vez más a ciencias como la psicopatología, que precisamente está muy lejos de una matematización. Los modelos matemáticos útiles en la astronomía y en la física toman la forma matemática de ecuaciones diferenciales, las cuales corresponden lógicamente a haces de curvas o fenómenos, que con diferentes parámetros cuantitativos se correlacionan -o mejor dicho se calculan, integrando la función- para cada caso particular. La razón subyace en la casi infinitud de relaciones o de propiedades que pueden describirse y observarse en el objeto de estudio.
              
          La matematización es sólo válida sobre pocas magnitudes, bien descritas y medibles con precisión, y resulta muy útil en el mundo de la mecánica -que inagura la ciencia moderna- y de su hija directa, la astronomía clásica. También es útil en la física y en la química de lo pequeño, y ha de tomarse con inmensa cautela en la ciencia de lo complejo, como lo biológico, y su summum de complejidad, lo psicológico y el mundo de lo extremadamente pequeño -el átomo y sus componentes-, en cuyo terreno las matemáticas se sirven de estrategias de aproximación, más que de modelos computables y comprensibles.


     11. Modelos axiológicos y una primera aproximación a un modelo psicopatológico.

      Hemos dejado para el final el modelo mas importante por su perfección, pero a la postre menos apropiado para caracterizar la ciencia natural. El modelo axiológico es aplicable de forma precisa a los sistemas formales o formalizados como son la geometría -desde EUCLIDES- y otras ramas de las matemáticas como en tiempos modernos la aritmética -desde CANTOR Y PEANO- y la topología -desde HILBERT-.

     Los modelos axiológicos son también denominados formales, puesto que meramente ofrecen un método de elaboración de consecuencias derivables lógicamente a partir de unos postulados de partida, denominados aquí axiomas. Las definiciones, axiomas, y reglas de derivación son origen de un riguroso constructo lógico que avanza bajo el único presupuesto de "ausencia de contradicciones internas". En el saber antiguo, la única ciencia axiologizada fue la geometría de EUCLIDES y en parte el sistema silogístico de ARISTÓTELES, inicio de la lógica formal. Las geometrías no euclidianas de RIEMANN, LOBATCHESKI y otras, así como los sistemas de lógica matemática de RUSSELL, WHITEHEAD, BOOLE, PEANO, FREGE, etc., que han permitido el desarrollo por una parte de la física cuántica y por otra de los métodos puramente formales que operan en la informática actual, son demostración de su inmenso valor e importancia. El teorema de la incomplitud o de GÖDEL logró demostrar, sin embargo, que ningún sistema lógico puede bastarse a sí mismo, siendo necesarias siempre hipótesis complementarias.

      El sistema axiologizado es puramente formal, es decir vacío de contenido, y así se explica el dicho no irónico sino verdadero sobre los mismos de BERTRAND RUSSELL: "En las matemáticas no sabemos de qué hablamos ni si lo que decimos es verdadero". El intento de aplicación del sistema al lenguaje ordinario de WITTGESTEIN termina más bien con la confesión de su imposibilidad. El lenguaje ordinario, así como la ética, también sometida por SPINOZA al mismo esfuerzo, termina en un constructo baldío, debido sobre todo a la imprecisión conceptual de los términos implicados.

     Por todo ello, el intento de axiologizar la psicopatología está llamado rotundamente al fracaso. Nosotros, sin embargo, nos vamos a atrever a una aproximación al mismo.
    

     12. Los modelos en psicología.

     Es comprensible que, según avancemos a ciencias y conocimientos más particulares, se vayan desvirtuando las características teóricas de los modelos en ciencia natural que hemos descrito anteriormente. La inmensa complejidad de la realidad puede abarcarse en principio con una sola palabra: "el TODO", mas luego que descendemos a cuestiones de detalle, y en contra de lo que pudiera pensarse ingenuamente, la cuestión se torna más compleja hasta el punto de que:

1.   Generalmente es necesario aplicar más de un modelo, dada la dificultad de integrar o unificar los distintos resultados de la investigación en un todo coherente.

2.   Los modelos se hacen menos puros teniendo que ser en parte formales, en parte icónicos, como los esquemas y figuras con que representamos algunos aspectos, en otros descriptivos verbalmente, lo cual se presta siempre, en razón de la ambigüedad intrínseca al lenguaje humano, a aparatosos equívocos.

3.   Con todo ello van perdiendo cada vez más el carácter de modelos, pasando a ser meros auxilios del pensamiento del especialista, y que pueden ser distintos en cada momento de la investigación.

     Es curioso que los físico-cosmólogos, después de varios intentos de teorías cosmológicas de la unificación, comienzan a hablar pretenciosamente de teorías del todo, a partir de las cuales podría llegarse, bajo los mismos modelos, a todas las ciencias. Nos parece un intento vano y además innecesario. La meditación sobre los modelos al fin, y para ciencias tan complejas como la psicología, sirven a efectos sobre todo de evidenciar sus límites en cuanto al conocimiento, pero a la vez potenciar sus posibilidades respecto a la técnica.

     La psicología como "ciencia de la conducta, el pensamiento y la intimidad del ser humano" -en nuestra definición- se enfrenta con estos retos.

     Por lo demás, se han formulado en psicología infinidad de modelos, pero casi siempre referidos a funciones o aspectos parciales. Así existen infinidad de modelos respecto la estructura de la personalidad, de la inteligencia y, aunque menos precisos, del pensamiento y la conación. De suyo podría aceptarse que cada prueba psicológica presupone un modelo, o bien que de las mismas se deduce un modelo acerca de la estructura de las funciones o parámetros explorados. Como decíamos antes, según las pruebas van siendo más precisas pierden carácter de globalidad respecto a una comprensión cabal de la persona humana. Este problema es típico, por lo demás, de todas las ciencias que se encuentran en una fase más bien descriptiva. Un ejemplo sencillo de lo que decimos se encuentra en la geografía: la descripción de un continente evidentemente refleja menos detalles que la de una comarca o un área municipal.

     Los avances cibernéticos en su día, actualmente llamados informáticos, propusieron modelos para la atención y motivación, y hoy por hoy también se denominan modelos a propuestas sobre redes neuronales o electrónicas, que remedan algunas funciones como aprendizaje y autoprogramación. De la misma manera, es evidente que los programas de inteligencia artificial que remedan el manejo de figuras geométricas como esquemas de objetos elementales o una partida de ajedrez suponen modelos funcionales de rendimientos mentales. Pero estos últimos ejemplos poco tienen que ver con lo que en general se entiende por modelo en psicología, que en principio debe presentar una estructura que permita la comprensión, y eventualmente evaluación y previsión, de las actividades de la persona humana.

     Así pues, los modelos psicológicos globales o con presunción de completos o integradores son escasos, y por ello mismo permiten una somera enumeración seguida de un comentario que desde luego es parcial y personal, a partir sobre todo de la clínica psiquiátrica en la que nos movemos.

     Desde luego obviaremos los modelos de base filosófica, especulativa o religiosa en los que sin embargo encontraríamos bastantes atisbos de los modelos recientes. Podríamos decir que todos los modelos antiguos descansan sobre las distintas acepciones de la libertad y de las posibilidades de acción y pensamiento del hombre respecto a las supuestas fuerzas de la naturaleza o de su propia naturaleza. Las acepciones dualistas -iglesias cristianas y Descartes, por ejemplo- oscilaban entre la aceptación de una libertad absoluta y su mediatización por la gracia o poder divino. Las acepciones monistas, como la de SPINOZA o LEIBNIZ, aceptaban el ser uno de las vivencias de libertad respecto la naturaleza propia del hombre, que en general se aceptaba superior y distinta del resto del universo, a excepción de algunos autores -ya del siglo XVIII- como CONDILLAC.


     12.1. El conductismo.

     Uno de los modelos más importantes por su cohesión teórica y sus repercusiones prácticas durante al menos 50 años, sobre todo en el área anglosajona, ha sido el conductismo. Derivado de las investigaciones de PAVLOV, integradoras de funciones paralelas en la conducta y en lo neurobiológico, proporcionaron esquemas de comprensión, diseños de investigación y también fructíferos tratamientos hasta el momento actual. Sin           embargo, siempre se le acusó de reduccionista, al ignorar la "caja negra" interna en la que se establecían los circuitos o mecanismos de interacción entre el estímulo y las respuestas. Ahora bien, en el psiquismo humano la caja negra estaba constituida por el mundo mental interno, el mundo de las vivencias que las escuelas alemanas, sobre todo las fenomenológicas, mostraban sobradamente que eran también accesibles a la investigación. Por lo demás, una psicología sin alma era inservible en la clínica psiquiátrica y por lo tanto también en la psicopatología.

     El conductismo primitivo de WEISS y WATSON nace con intención de universalidad para el hombre y el animal. Perfeccionados posteriormente por el llamado neoconductismo de TOLMAN y GUTRIE, siguen integrando conocimientos de psicología animal, desde THORNDIKE primero a K. LORENZ después. El condicionamiento operante de SKINNER, también en origen, animal, las teorías hórmicas de MC DOUGALL y por último la nueva ciencia de la sociobiología de WILSON, DWAKINS y otros, completan un panorama completo e insustituible, aunque sí superable, para explicar la conducta de los seres vivos, y sobre todo el ensamblamiento de sus diversos orígenes desde lo instintivo a lo cultural y creativo personal. En psiquiatría y terapéutica, el conductismo tiene su puesto seguro, mas en esta monografía no podemos más que citarlo solamente dado su menor interés en el campo de las psicosis.


     12.2. El psicoanálisis.

     Una actitud completamente opuesta, podemos decir, aunque no deriva de la anterior -entre otras cosas por ser más antigua- es el psicoanálisis. Poco diremos aquí del mismo, aceptando su inmensa importancia clínica, cultural, ideológica y aun religiosa, que permanece y todavía permanecerá durante mucho tiempo. Una creación grandiosa que intenta un modelo completo, dinámico y científico, es decir, determinista según la ciencia de su tiempo -el siglo XIX-, que se extiende a todas las actividades, actitudes y pensamientos del ser humano abarcando también, claro está, el mundo de los sueños y del inconsciente. Sin embargo, carece de todo apoyo experimental u observacional, incluso empírico, y además toda su parafernalia -sin duda bellísima- en excursos a la literatura y al arte lo distanció cada vez más de lo que pudo ser una auténtica teoría de lo humano. Por ello mismo, y siguiendo a MARIO BUNGE, debe aceptarse que el psicoanálisis es más bien un sistema creencial o mancia, que no una doctrina científica.

     En todo caso, es preciso señalar que el psicoanálisis, tanto en FREUD mismo como en los desarrollos posteriores, comprende tres tipos de saberes:

     En primer lugar es una teoría psicológica que pretende comprender el funcionamiento del psiquismo. La estructura del yo, el pandinamismo y pandeterminismo, los mecanismos de defensa, etc., tienen aquí su lugar propio y fructífero.

     En segundo lugar es una técnica terapéutica que, por la catarsis y la interpretación del pensamiento y lenguaje libres y el análisis de los sueños y la vida cotidiana, pretende acceder al subconsciente y descubrir allí el conflicto perturbador.

     En tercer lugar, el psicoanálisis explica y defiende una concepción cabal del mundo y de la vida, una cosmovisión con carácter abarcador y completo, y que de forma más o menos subrepticia es transmitida al paciente y siempre inculcada al prosélito.

     Pese a todo, el psicoanálisis perdurará aún mucho tiempo, pues vino al mundo en un momento propicio en el que por una parte se desmoronaban las creencias tradicionales, en gran parte por su contradicción con la ciencia natural -conflicto clásico y típico del siglo XIX entre la fe y la ciencia: problema del modernismo-, y por otra aumentaba la soledad de las personas necesitadas, en un mundo competitivo y esencialmente técnico, del apoyo psicológico que también dejaron de proporcionar la confesión y el consejo pastoral. El psicoanálisis, bajo el ropaje de la ciencia natural y con la advertencia de no entrar en contradicción con la misma, proporciona un sólido corpus de creencias, en último término positivas y aptas para la lucha por la vida, y por lo tanto para el consejo y dirección espiritual psicológica. Falla sin embargo como tal teoría científica, y falla en muchos casos en su aplicación cotidiana debido a la actitud totalizadora -su aplicación por parte de los psicoanalistas a toda clase de problemas-, y también debido a la tendencia a aumentar las características regresivas, pasivas y desresponsabilizadoras de los pacientes.


     12.3. La psicología de la forma.

      Un modelo encomiable, y además de tipo estructural, lo presenta la "psicología de la forma" o Gestaltpsychologie. Precisamente la estructura, en este caso del campo sensoperceptivo, da acabada cuenta de los contenidos mentales suscitados. Nace como oposición al asociacionismo, concepción clásica desde ARISTÓTELES. El concepto de estructura del campo y sus correlatos con el percepto -que al fin y al cabo es el correlato intuitivo e inmediato que posee el hombre sobre la realidad circundante- van descritos por leyes precisas, si bien de tipo cualitativo y sólo groseramente cuantitativas. "Estructura" toma así un significado muy preciso y designa que, en el conjunto, cada una de las partes que integran el percepto sufre alguna modificación por el hecho de pertenecer al conjunto, y obtienen propiedades diferentes de las que poseerían de pertenecer a otro distinto, tanto en su función, en su aspecto y en su valor; valor que ha de entenderse como psicológico o mental, es decir, como indicativo o precursor de la conducta, la volición o el sentimiento, por enumerar tan sólo algunas de las funciones psíquicas básicas.

     La psicología de la forma, además de su preciso diseño experimental, su carácter abarcador y holístico y también su bella presentación, incluso ciertas implicaciones generales que ofrecía, se refiere solamente a funciones sensoperceptivas y a las respuestas más o menos automatizadas a las mismas. Sus explicaciones sobre la creatividad no dejan de ser un tanto simples, si bien convincentes y útiles en el campo de la psicología experimental y de la psicología animal, preparando en este campo los sorprendentes hallazgos de la etología y de los mecanismos innatos de conducta y respuesta.

     Por lo demás, muchos métodos de la psicología de la forma tienen enorme importancia actual para el estudio de las disfunciones perceptivas, interpretativas y lingüísticas de las psicosis. No solo las pruebas psicológicas, como la de BENDER, basadas en estudios de KOFKA y KÖHLER, sino pruebas neuropsicológicas que determinan características de los tiempos de fusión perceptiva, el fenómeno phi de WERTHEIMER y otros, tienen sus resultados de referencia en estas doctrinas, que pueden también considerarse plenamente integradas en la psicología y psiquiatría científicas.


     12.4. El cognitivismo.

     Seguramente en el momento actual, sobre todo en al ámbito de las psicosis, los modelos cognitivistas se presentan en primer plano. Es preciso, ante todo diferenciar las dos posibles acepciones del concepto según las describimos en los primeros párrafos del presente capítulo: a) cognitivo -cognoscitivo- en el sentido de reflexión, autoconciencia y elaboración mental del sujeto; y b) cognitivo como estudio preferente del procesamiento de la información, que evidentemente opera siempre y en toda actividad mental. 

     La primera acepción del término cognitivo se utiliza por ejemplo en la "terapia cognitiva" de la depresión de BECK. En ella, el paciente reflexiona sobre sus propios pensamientos para descubrir, con la ayuda del terapeuta, sus redundancias, exageraciones, etc., con el fin de modificar así su estado de ánimo, ligado siempre a determinados contenidos mentales. La segunda acepción de cognitivo se emplea, por ejemplo, en los modelos cognitivos de las esquizofrenias, a los que nos referiremos ampliamente en los capítulos siguientes, y en los cuales se postula que determinados defectos en el procesamiento, aún no consciente de la información en general, están en la base orgánica del trastorno. Aquí nos interesa comentar la segunda acepción del concepto.

     A pesar de su aparente juventud y su amplia validez hoy día, siguiendo a RIDRUEJO y cols. (180), anotamos que el modelo cognitivista en psiquiatría tiene una larga tradición que debemos sobre todo a PIAGET, el cual, como es bien conocido, identifica los diversos niveles evolutivos de la inteligencia desde sus bases genéticas hasta los procesos mentales más complejos y superiores, que, por supuesto, determinan también motivaciones y conductas.

     Por nuestra parte, llamamos la atención respecto a que incluso podemos ascender en el recuerdo hasta PAVLOV y sus herederos en las escuelas rusas, como VIGOTSKI, KASANIN Y LURIA. Sin embargo, y como es hoy día obligado, ha sido la potencia investigadora y mercadotécnica norteamericana en la neurobiología y psiquiatría lo que fundamentalmente ha lanzado el modelo al primer plano del interés mundial, olvidando con frecuencia la historia y los orígenes de esta orientación. Así se repiten sin saberlo investigaciones y resultados de KLEIST, GOLDSTEIN, o los VOGT, y aun de RAMÓN Y CAJAL o LORENTE DE NO... Todo debido quizás a la ausencia de formación en la historia de la propia especialidad. Por ello, y con esto terminaremos, es de agradecer la recomendación de LAÍN ENTRALGO sobre el estudio de la historia de la propia especialidad en los estudios técnicos superiores, como una forma también de introducir un mínimo de humanismo en la formación de los especialistas.

     Hoy día la cibernética y sus ciencias sucesoras, como la informática, presentan no sólo modelos, sino auténticas herramientas para el análisis de los procesos mentales, que sin duda derivarán poco a poco hasta las ayudas terapéuticas a funciones cerebrales mediante prótesis electrónicas. Las implantaciones cocleares, el tratamiento del dolor, las ayudas biónicas para el movimiento de prótesis ortopédicas, o de miembros paralizados, así como el control de patología cerebral paroxística, son rendimientos que centran la investigación aplicada actual. Todo ello servirá evidentemente al mejor conocimiento de los procesos neurobiológicos superiores.

     No cabe duda de que la psiquiatría, dentro de sus habituales vaivenes históricos entre los modelos sociales y los organicistas, se encuentra hoy bajo la moda de los segundos. A ello, sin embargo, ha contribuido el "exceso" especulativo y político social de los años 60 bajo la éjida de lo psicosocial, y en segundo lugar los fructíferos resultados de la investigación neurobiológica-cognitivista, por ejemplo en el campo de las esquizofrenias, en las que cada vez se evidencia y describe mejor el "déficit neurobiológico" y por ende cognitivo, que la sustenta. A ello nos referiremos sobre todo en el capítulo III.

      Existe un tercer factor que explica el auge actual del modelo cognitivista en psiquiatría; un factor un tanto espúreo, pero tan real como los anteriores y que también podemos denominar, curiosamente, como político-social. Nos referimos a la importancia social y económica de las multinacionales productoras de medicamentos para los enfermos psiquiátricos. Comprensiblemente sus poderosos apoyos y estímulos van dirigidos a investigaciones y terapéuticas de orientación organicista o neurobiológica. Ello ha sido beneficioso para estos enfoques, pero desgraciadamente está teniendo otros efectos negativos, como el olvido de la psicopatología, si bien es preciso decir que las empresas más poderosas están haciendo un gran esfuerzo para integrar las terapias biológicas con programas de rehabilitación, información a las familias y a los sanitarios, etc., en conocimientos y técnicas tan importantes para la calidad de vida, también de moda actualmente.

     Dada la importancia de este modelo en el momento presente en relación con la perspectiva que adoptamos en la presente obra, insistiremos algo más en el mismo desde el punto de vista de la psicología y psicología cognitivista.

     12.5. El cognitivismo en psicología y psiquiatría.

     En una interesante monografía de RUIZ-VARGAS (184) acerca  de la esquizofrenia, se presenta un excelente capítulo dedicado al modelo del procesamiento de la información (185). Al igual que lo reseñado anteriormente respecto a la psiquiatría cognitiva, distingue en primer lugar entre psicología cognitiva propiamente dicha y la psicología del procesamiento de la información. La primera o psicología cognitiva estudia los procesos psicológicos relacionados con el conocer y la ideación, sin presuponer ninguna ideología concreto. La segunda o psicología del procesamiento de la información, por su parte, consiste en una modalidad específica dentro de la psicología cognitiva, y aborda cierto tipo de procesos cognitivos, desde un marco teórico propio -enfoque computacional- y con unas técnicas también propias -el método experimental- (185). Ahora bien, añaden los autores, no se trata de afirmar que la mente humana sea igual o similar a los ordenadores, sino tan sólo se aspira a verificar la utilidad que pueda tener este enfoque para describir, y eventualmente explicar, algunos aspectos del comportamiento cognitivo humano. En efecto, el lenguaje utilizado en informática se ha mostrado enormemente útil para describir procesos de información (7), de ahí que la psicología utilice elementos informáticos en sus modelos.

      Desde la aparición del término "psicología cognitiva", propuesto por NEISSER en 1967 (168), se extiende el uso de la palabra "cognitivo" para designar trabajos experimentales sobre procesos superiores, como pensamiento. Asimismo, en los años 50 se halla que el sistema conceptual y terminológico utilizado para referirse a los ordenadores es sumamente útil para describir y representar modelos cognitivos psicológicos. De ahí surgen dos términos ya mencionados: "procesamiento", que indica la actitud de considerar al sujeto como activo o procesador; e "información", para indicar que los estímulos y las respuestas de los sujetos no son interpretados en función de sus características físicas, sino desde un marco conceptual más abstracto y complejo. Con el tiempo, ya a principios de los ochenta, el procesamiento de la información constituye un marco de trabajo que es definido por ZACCAGNINI Y DELCLAUX (220) como un determinado conjunto de problógicos o axiomatizados.  )Pues qué habría de ser la belleza sino la emoción que suscita la comparación entre un ser real y un arquetipo interno?

     Ello exige en puridad de uso que la captación de la significación de un acto lingüístico se efectué a través de una auténtica "hermenéutica", y no meramente "mediante una lectura traductora".

     d) Todo ello además vale no sólo para cada palabra en sí o en el contexto, sino para cada frase, y cada párrafo y cada capítulo de una obra, etc., entendiendo que la configuración del todo influye en la interpretación de cada parte -y por lo tanto la hermenéutica como tal- se convierte en una tarea no sólo indefinida sino infinita.

     Añadiré que el cambio del texto formal del mensaje no puede consistir meramente en la transposición, por ejemplo de tipo tonal de una melodía; ni en la sustitución del sistema de signos (utilización de otro alfabeto u otro idioma).

     Esta comprensión psicológica o hermenéutica del mensaje debe basarse al menos en los siguientes aspectos:

     1. En "el sentido común", y éste a su vez en la puesta en escena y actuación de todos los sobreentendidos culturales operativos simultánea y análogamente en el emisor y receptor del mensaje, y que por ello mismo no precisan ser transmitidos. Esto de momento no puede ser tenido en cuenta ni por los más potentes ordenadores, pero sí parece posible que aparezcan modelos capaces de aprender esta interpretación de los "metamensajes".

     2. En conexiones de tipo espacio temporal que redunden en automatismos de asociación basados auténticamente en los significados, y que permitan en cada momento en el que deba recuperarse la información, según sea preciso, es decir, según diversas categorías que determinen esta selección.

     Imaginémonos que deseamos clasificar objetos según el criterio color: Ha de construirse al momento una línea o ristra de enlaces que recorra los distintos objetos -engramados con todas sus características- y que solamente una de ellas -el color- determinen su inclusión. Posteriormente presentaremos datos de la investigación neuropsicológica que avalan estas posiciones.


     4. Algunos datos de investigación relativos al pensamiento y semanticidad en los psicóticos.

     4.1. Los estudios clásicos.

     Un antiguo proverbio dice que quien no conoce la historia estará obligado a repetirla. Así ha sucedido con los estudios clásicos acerca de las funciones cognitivas, sobre todo semánticas de los psicóticos -especialmente esquizofrénicos-, que olvidada en los años de la confusión regresan hoy con méritos propios.

     Sigo en los próximos párrafos un artículo de revisión de SPIZBERG (196)

     Las primeras leyes del pensamiento fueron ya formuladas por ARISTÓTELES, indicando las vías asociativas por semejanza, contigüidad y contraste que asocian palabras y pensamientos según su significado; es decir, semánticamente.

     Fueron los clásicos como KRAEPELIN, su discípulo ASCHAFFENBURG y luego BLEULER y JUNG los primeros en psicopatología que describieron hechos como los que siguen:

      Las asociaciones espontáneas que evocan palabras estímulo son en la demencia precoz, pero también en los alcohólicos y demencias orgánicas, notablemente distintas que en los sanos.

     Con frecuencia se producen asociaciones inesperadas, muchas veces por el sonido o fonética de las palabras en vez de por sus significados.

     Describieron así las diferentes redes asociativas que aparentemente operaban en los normales y en los psicóticos.

     Los psicóticos tenían dificultades en operar con redes asociativas "lógicas", en las cuales los términos estuvieran encadenados con lazos de proximidad -y por lo tanto con facilidad de evocación espontánea- concordantes con la proximidad y semejanzas -o diferencias- de significado.

     En general el trastorno se investigaba respecto lo que hoy denominamos memoria semántica y no tanto en la memoria episódica, en la cual los acontecimientos biográficos eran ordenados según los espacios y tiempos en que ocurrieron, pero también según su importancia afectiva.

     Estas disfunciones condujeron a BLEULER nada menos que a su descripción como síntomas primarios de las esquizofrenias de la ambivalencia y la debilidad de las asociaciones, y postuló que estos déficits primordiales conducían a los delirios y alucinaciones después. No es extraño por ello que hoy se hable de una resucitación de KRAEPELIN y BLEULER, que ya identificaron y evaluaron la importancia de estos síntomas cognitivos deficitarios en la esquizofrenia.

     Continúa afirmando SPITZBERG, en el artículo citado, que estos estudios perdieron validez por conducir al vacío desde el punto de vista etiopatogénico de las psicosis, ya que los medios disponibles en la época no lograban encontrar ningún signo neurobiológico concomitante con las esquizofrenias, que pudiera hacer de puente sobre el abismo entre lo psíquico y lo orgánico.

     Sin embargo, es preciso recordar que no sólo los tres grandes autores citados y sus escuelas se ocuparon de esta cuestión. Recordemos así a KLEIST (131) que, estudiando los traumatizados cerebrales de la Primera Guerra Mundial, describe no sólo trastornos afásicos y sintácticos sino auténticas disfunciones semánticas en estos pacientes, muy similares a las que aparecían en los psicóticos, y cuya base orgánica pudo localizar en determinadas zonas cerebrales.

     Importa por ello recordar algunos hallazgos y términos de KLEIST que pudimos estudiar ya hace muchos años en la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Giessen donde nos formamos y empezamos a interesarnos por estos problemas: las bases neurofisiológicas de los síntomas psicóticos.

     4.2. Disfunciones alógica y paralógica de Kleist.

     La alogia de Kleist.

 La alogia ( o disfunción efectora) consistiría en la dificultad para formar conceptos nuevos a partir de elementos dados, como se evidencia en el fracaso de formar frases nuevas con sentido a partir de varias palabras dadas.

     En la alogia, objetos presentados o conceptos dados no pueden ser bien identificados o definidos, no captando lo esencial de los mismos y perdiéndose el paciente en características secundarias. Ello conduce al fracaso en la elaboración de juicios o razonamientos de tipo silogístico, al fracaso en la comprensión del sentido de los refranes, y al fracaso también de la comparación entre conceptos u objetos. Preguntas típicas en la exploración son por ejemplo: ")En qué se diferencia un niño de un enano?". "Si los gatos y los perros son animales, las flores y las manzanas son ...". BARRAQUER BORDÁS (12) y GÓMEZ BOSQUE y GÓMEZ CARRETERO (75, 76), entre nosotros, se han ocupado de estos problemas.

     Así pues, en la alogia subyacen deficiencias en la delimitación de los conceptos y su adecuada jerarquización, y se expresa en el fallo en la definición de conceptos (qué es una fruta, un espejo...); en discriminar las semejanzas y diferencias entre conceptos y en la designación de conceptos análogos, homólogos o idénticos, así como en la creación de conceptos nuevos.

     La forma habitual de exploración consiste en la realización de tareas como:

     1) Definir conceptos: qué es una silla, un espejo...

     2) Hallazgo del concepto superior con preguntas tales como:

     Las gallinas y patos son aves, las peras y manzanas son pues....

     3) Diferencias y semejanzas de conceptos: en qué se diferencia un niño de un enano o en qué se parecen las tijeras a una navaja.

     Falla en todos ellos la organización taxonómico jerárquica de los conceptos; es decir, lo que hoy llamamos las redes conceptuales que se encadenan como largas ristras de términos por su significado, y que se seleccionan mediante las claves activadoras que promueven las preguntas efectuadas o la tarea que realice el sujeto.

     Aparecen pues conceptos inadecuados, lo cual puede hipotetizarse que se debe a la borrosidad de los límites de los conceptos, a su inadecuada definición. Kleist encontró que estos enfermos presentaban lesiones sobre todo en areas frontales.

     Paralogia, o disfunción receptora: consiste  en un trastorno más complejo que la alogia, y está situado a un nivel jerárquico funcional superior. Consiste en que ante la pregunta concreta respecto una definición o identificación de concepto surge otro similar en su significado (no semejanza fonética); o bien se identifica sólo un aspecto parcial del concepto, o mezcla las definiciones de un concepto con otro similar en su significado. Ejemplo: Pregunta. )Qué es un vaso? Respuesta. Sirve para llevar agua. Pregunta. )Qué sirve también para llevar agua? Respuesta. Un tenedor. (Aceptación de la semejanza o identidad de concepto por un detalle o coincidencia irrelevante a la pregunta, en este caso por el hecho de que vaso y tenedor son utensilios del comedor).

     Es semejante a las parafasias, pero a nivel semántico y no a nivel fonético o sintáctico.

     Se explora con las preguntas citadas, pero también con tareas como la de rellenar textos con palabras vacías.

     En este trastorno KLEIST encuentra lesiones en áreas parieto-occipitales.

      Se trata pues de deslizamientos semánticos, de forma análoga a los deslizamientos sintácticos o fonéticos que se realizan en disfunciones en estratos funcionales de menor entidad jerárquica.

     KLEIST no los estudió en esquizofrénicos, pero tales tareas fueron incorporadas a las pruebas habituales de inteligencia en las exploraciones psiquiátricas. Su dificultad puede graduarse acudiendo a conceptos cada vez más abstractos como la piedad, la justicia o la caridad.

     Hoy día la alogia de KLEIST, muchas veces ignorando al mismo, se ha incorporado como síntoma negativo habitual en las psicosis, sobre todo esquizofrénicas. Así en estos días vemos incorporado el término en el programa de ANDREASEN para enseñanza de las esquizofrenias, el cual, bajo los auspicios de la O.M.S. y el patrocinio de la casa Janssen, se está impartiendo en todo el mundo. Sin embargo la sumpción de estos conceptos y conocimientos clásicos no es completa. El término paralogia no aparece, y la función abstracta de GOLDSTEIN, de la que luego escribiremos, tampoco.

     No sólo KLEIST, sino también WERNICKE -que procedía de la patología cerebral- se esforzó en asimilar los síntomas de la demencia precoz a los afásicos y similares de los lesionados cerebrales.

     4.3. Otras disfunciones semánticas en las psicosis.

     La pérdida de la función abstracta de GOLDSTEIN. Goldstein, otro clásico en el estudio del lenguaje, describe:

      La función abstracta permite clasificar objetos o conceptos bajo diversos criterios de inclusión y exclusión. GOLDSTEIN trabajaba con hebras de lana de diversos colores y formas. Hoy día la prueba más exacta que conocemos consiste en la aplicación mediante ordenador del Test de Wisconsin,  que opera sobre cartas de la baraja que aparecen en pantalla y que es preciso clasificar y emparejar según criterios cambiantes. El paciente ha de averiguar el criterio que opera en cada momento para "acertar" sus respuestas. Estos conceptos, redescubiertos en el área anglosajona, olvidan sin embargo injustamente a los precursores germánicos y también a estudios europeos y españoles -como JUSTO GONZALO- que los apreciaron y comprobaron.

      La disminución del arco intencional. También en la época clásica se ha descrito como una disfunción esquizofrénica básica -el autor es BERZE, un conspicuo e interesantísimo autor también olvidado salvo por quienes aún cultivan la psicopatología germánica-: la disminución del arco intencional. Se expresa en el fracaso para la comprensión en conjunto de un relato breve, sea una fabulilla, sea un refrán y de la misma manera el fracaso en la construcción de una frase con sentido, dados un conjunto limitado de palabras. Hoy día se acepta que tal disfunción se debe a la disminución de la capacidad cognitiva, lo que equivaldría a la memoria Ram de un ordenador, y la dificultad por lo tanto de mantener, en el acto generador de la comprensión y la respuesta, el número de datos y elementos necesarios. Por ello se responde respecto a un detalle o un aspecto seguramente irrelevante del texto, fallando la comprensión global. La comprensión de textos y contextos cada vez más amplios, evidentemente, mejoran la comprensión como tal, y por ello mismo entiendo que estas reflexiones corroboran lo expuesto sobre la naturaleza, no de la comprensión del significado, sino de cómo se realiza y cómo podría ser imitada por un sistema inteligencia artificial. Este trastorno está ligado a deficiencias en la atención bien conocidas en los esquizofrénicos.

     Superinclusión. Se trata de un término introducido por CAMERON que designa el frecuente error del esquizofrénico al tomar el todo por la parte, o a extender más de lo debido el ámbito significativo de algunos conceptos. Hoy día se incluye esta disfunción en otras más generales como la "borrosidad de los conceptos", y que tiene por ello una significación más amplia -pero a la vez más precisa- respecto al síntoma aludido.

     Concreción. Expresa la disfunción inversa a la anterior. El error consiste en tomar la parte por el todo, por lo tanto a disminuir el ámbito significativo de un concepto. Se trata con el anterior de términos antiguos ya superados en cuanto a la terminología, según dijimos.

     La pérdida de la direccionalidad y jerarquía de las respuestas de Huber.

     No es posible detenernos aquí en la explicación del sustrato teórico, de gran interés, que subyace al concepto que citamos, baste entender que se trata de la desestructuración de los distintos tipos de respuestas conductales que deben esperarse en razón de la experiencia del sujeto y la situación concreta, por lo que aparecen pautas de conducta inadecuadas a la situación, tanto en situaciones de alarma como sociales.

     Por supuesto que podrían añadirse muchos más ejemplos de funciones distorsionadas, y que anteriormente intentaban ser explicadas mediante modelos psicosociales. Recuérdense los trastornos en la intencionalidad de la conducta, la desestructuración de los gestos comunicativos tanto en su percepción como ejecución, etc. etc.

     También es preciso recordar lo ya dicho sobre el carácter ambigüo del lenguaje y la presencia continua de la metáfora y la parábola... Los distintos trastornos que citábamos por lo tanto corresponden a "excesos" en esas ambigüedades y metáforas, que superan lo comprensible según el entorno cultural en que aparecen y que sobre todo "no pueden ser corregidas o mejoradas a petición y pese a esfuerzo del paciente"; mientras que un poeta o escritor sí que podría. Ello ha posibilitado que los sociopsiquiatras pudieran afirmar y creer que los psicóticos dominaban un ámbito cultural propio, poético, o simbólico, o en todo caso creativo y nuevo, aun inaccesible para los normales. La diferencia es patente con el siguiente ejemplo: un dibujo de Picasso y un dibujo picassiano de un chimpancé. (El chimpancé no puede hacer otra cosa, pero Picasso sí que puede imitar a Rafael).

     Se trata pues de modelos cognitivistas y de inteligencia artificial, válidos para la investigación de estas cuestiones y que como siempre muestran en los pacientes diversos grados de desmoronamiento de la función, por lo que se presta para el estudio de sus diversas subfunciones, siguiendo un método de universal aplicación en psicopatología.


     5. Otras problemas relacionados con la semanticidad. El delirio primario.

     a) En la esquizofrenia

     El esquizofrénico presenta una notable discapacidad para la comprensión de un chiste, una broma, una frase ingeniosa, y en líneas generales para el arte y la innovación, es decir, la metáfora según decíamos anteriormente; es más, tiende a interpretarla en sentido restringido y alusivo al yo.

     Efectivamente, algunos trastornos cognitivos sutiles que se observan en los esquizofrénicos tendrían que ver con la pérdida de precisión en la interpretación de los metamensajes, y por lo tanto en la operatividad del sentido común y de las claves culturales de su medio en la interpretación de los mensajes, de aquí derivaría un cierto tipo de paranoidismo y también las clásicas "salidas de pata de ganso" en la interpretación de refranes, etc. Trastornos, pues, parciales de la significación y semanticidad. De nuevo ello puede aceptarse que se debe a la disminución del caudal de datos disponibles en el momento de hacer la interpretación y respuesta al mensaje.

     Todos aceptamos que precisamente lo paranoide brota de esta restricción interpretativa, que constriñe al paciente a un mismo círculo de pensamientos. Se trata de lo que CONRAD (47) definió como imposibilidad del cambio del sistema de referencia o del cambio entre el fondo y la figura, o el paso de una interpretación copernicana a otra tolomenica, como en buena y bien conocida metáfora se expresó.

     b) El problema del sentido y el delirio primario en la esquizofrenia.

     La integración en el campo de la consciencia de la escena presente, con los recuerdos y trayectoria biográfica, organizan la presencia y actividad del yo en un momento dado. El concepto de significado expresa todos los elementos orientativos del yo: dónde estoy, qué hago, de dónde vengo, etc. Por lo tanto refiere a la captación adecuada del momento real en el que se vive, respondiendo a todos los "cómos" del estar del yo en su momento presente y su disfunción produce los síntomas de despersonalización y desrealización.

     Actúa en este nivel el juicio de realidad, el razonamiento, en suma al nivel kantiano de la Verstand o entendimiento de la situación y de las cosas. Podemos, pues también decir que a este nivel actúa la razón dialéctica, o en sentido orteguiano aparecen y operan las ideas.

     El "sentido" sin embargo es ya la creencia. El referente al mundo simbólico de las creencias, las actitudes, las esperas y las esperanzas. Es producto de la razón vital orteguiana y de la Vernunft kantiana, que es la sabiduría o comprensión en virtud de un Verstehen que es operación de la razón vital orteguiana.

     El significado nos lleva a una clase conceptual de símbolos que designan lingüísticamente a los objetos definidos por los niveles sensomotores y gnósicos; el sentido nos lleva a una clase conceptual de saberes que implican una interpretación (deuten
) en el sentido de Dilthey del mundo. El sentido nos abre a la realidad por medio del entendimiento, y nos muestra no sólo el Merkwelt sino un Werkwelt; es decir, un mundo para la acción.

     El significado es el conocimiento a secas; el sentido es producto de la razón vital, una razón encarnada o sentiente (Ortega y Zubiri respectivamente) que convierte a nuestros modelos del mundo en modelos aptos para la vida.

     El significado es operación puramente cognitiva, el sentido es operación mixta de la cognición y la afectividad pero ya se sabe que es imposible el conocimiento "puro" y que todo conocer se integra en un saber cualificado por los valores afectivos. Por ello memoria en cuanto base de la cognición y afectividad, como base de la sabiduría, están ya siempre presentes en toda función y por lo tanto en todo síntoma psíquico, ya que el síntoma no es más que el resultado de una función deficiente.

     Responde no a los cómos de las cosas ni a los por qués siquiera sino a los "para qués" lo que evidencia su vinculación con las funciones mas altas del yo; es decir con la programación de la programación en vistas a los objetivos más a largo plazo de la persona.

     c) El funcionario de la habitación china.

     Abordaremos ahora la discusión de un conocido experimento mental ya clásico: la oficina china con el funcionario que no sabe chino[2], y que señala el punto de corte entre "manejo adecuado de los símbolos" y "comprensión significativa o semántica" de los mismos. Pensamos que verdaderamente si el funcionario no sabe chino su manejo de la oficina ha de ser limitado y pronto se descubrirá su truco consistente en el conocimiento de todas las reglas sintácticas pertinentes y nada más. Si se tratase de algoritmos matemáticos seria otra cosa. El ordenador actual opera con algoritmos precisos (es decir meramente sintácticos) y no se equivoca nunca precisamente por operar sobre símbolos "perfectos" y carentes de significado. Estimo, pues que es falsa la suposición en el citado experimento mental, de que el funcionario que manejara bien todos los ideogramas chinos lo haría perfectamente y sin que nadie notara que él no sabe chino. Repetimos nuestra opinión: si el funcionario no sabe chino no podrá manejar adecuadamente todos los símbolos chinos. Es bastante obvio nos parece. El dominio de las reglas sintácticas le llevará a la redacción de frases gramaticalmente correctas pero con frecuencia carentes de significado o con significados erróneos. Por otra parte y como decíamos antes, el aumento continuado de las reglas de uso de los símbolos acabaría dando como resultado niveles auténticamente semánticos y de comprensión.


     6. El ser natural de la semanticidad.

     Esta afirmación, en la que creemos firmemente, supone desde luego una hipótesis atrevida sobre lo que podemos llamar el "ser natural" de la semanticidad y que, con la generalidad de los autores que se ocupan del tema, creemos que está determinada por "ristras" de asociaciones de palabras u otros símbolos significativos. Estas ristras, o como dice HOFSTADTER "spaguettis mentales", forman la estructura de los contenidos de la memoria, que vehiculan los conceptos. Las categorías de inclusión que definen cada concepto estarían dadas por las redes asociativas que implica cada término. Si pescamos una palabra-concepto en el ovillo de spaguettis mentales, todos los espaguetis enganchados son los conceptos afines que se le asocian y que definen dicho concepto. Sin embargo, dada la cierta ambigüedad del lenguaje humano, habría que definir distintos pesos o densidades en las diversas asociaciones de cada palabra, que iría así precisando cada vez más su significado, estableciéndose una jerarquía de asociaciones desde las mas próximas a las más alejadas, entre las que se van incluyendo las metáforas más habituales para dicha palabra. La derivación semántica de las palabras se iría así constituyendo por su propio uso, por las asociaciones que evoca, desde luego, pero desde un punto de vista objetivo podría medirse y determinarse, y por lo tanto describirse, por la frecuencia de asociaciones de dichas palabras en textos suficientemente largos y variados.

     Así por ejemplo, la palabra vaso se asociaría con plato, con mesa, con comer, con ..., y en cada caso según un "peso específico" de frecuencias. De esta manera el programador informático trabajaría ya de acuerdo con significados o líneas semánticas, o no sintácticas ni fonéticas. Determinadas disfunciones del lenguaje a las que luego aludiremos, y tanto en psicóticos como determinados tipos de afasias, son coherentes con estas hipótesis. En el caso de sistemas simbólicos precisos, como el de la matemática, las asociaciones estarían fijas y perfectamente determinadas, sin que diera lugar a metáfora ni a derivación semántica alguna. Nos parece la cuestión suficientemente clara, presentando esta hipótesis una definición -o mejor, descripción objetiva- de lo que sea la semanticidad.

     Por ello verdaderamente maravilla la citada polémica, cuando desde la psiquiatría todos conocemos expresiones de pacientes -o aun en el juego- correctas gramaticalmente pero carentes de significado, en lo cual son "expertos" los esquizofrénicos, como decíamos antes. El pretendido sentido oculto y escatológico de sus mensajes era, creo yo, delirio del propio antipsiquiatra, más que intento significativo del paciente. Es posible acceder al mismo a través de un aumento en la redundancia de la información. La inteligencia del lector me exculpará de no escribir aquí ningún ejemplo.

      Precisamente la semanticidad consiste, entre otras cosas, en el funcionamiento adecuado y comprensión del lenguaje aun en los casos en que se vulneran las reglas sintácticas, como comentábamos anteriormente, de la misma manera que comprendemos "el lenguaje de los indios", tal como nos lo presentan habitualmente las historietas infantiles y como hemos dicho anteriormente. El mismo ejemplo brindan algunos afásicos carentes por ejemplo de la gramaticalidad formal, pero muy conscientes y claros acerca de lo que quieren comunicar.

     Por supuesto, todavía queda muy lejos la realización funcional operativa -o si se quiere y puede, algorítmica- de la semanticidad respecto a un lenguaje natural. A lo mejor es imposible, como sucede en algunos sistemas complejos y en los números irracionales, que se caracterizan precisamente por su no algoritmicidad; es decir, no pueden ser descritos con precisión de forma abreviada o por una fórmula, sea decimal, quebrada o potencial, y sólo pueden expresarse en forma completa presentándose a sí mismos de forma completa, o dicho también en lenguaje informático: el algoritmo que los describe es tan largo como él mismo. Por ello, dada su infinitud, hemos de representarlos con un símbolo "específico" como el de pi, etc. Si así fuere, de todas formas el lenguaje natural operaría también de esta manera, es decir, con su cuota de ambigüedad e imprecisión derivada de la presentación siempre finita de sus conceptos.


     7. Carácter cuantitativo de la semanticidad.

     Otra característica importante de la semanticidad, y que surge de lo dicho, es su carácter también cuantitativo; a saber, el hecho de que pueda realizarse con mayor o menor perfección y eficacia; lo cual abundaría en nuestras hipótesis expuestas. Así sin duda, los primeros sistemas informáticos capaces de comprender y producir un lenguaje natural adolecerían de los defectos de un principiante en una lengua extranjera; es decir, que sólo conocerían un limitado número de palabras y un limitado significado de cada una de ellas.

      Sin embargo, en esa no comprensión completa del lenguaje y con él de todos de todos productos artístico-simbólicos humanos, radica su carácter de humano y de individual, y presta riqueza a nuestra comunicación siempre imprecisa, y por lo tanto exigente de un cuantum de "interpretación personal". Ello lo diferenciaría del lenguaje matemático y lógico, como tal inequívoco, carente de metalenguajes o reglas implícitas y por ello anodino, aburrido y carente de todo elemento humano, que se caracteriza por la presencia del arte. Arte que es lo inefable, lo interpretable, lo no exacto, lo diferente en cada persona y en cada grupo social ..., según la definición que antes dimos de la belleza, siempre que esta ambigüedad no sobrepase un cierto límite, y que la interpretación personal no se dispare más allá de un cierto cuantum que así mantenga la comunicación "dentro de los límites de lo humano", o dicho de otra forma del contexto cultural. Sin embargo podría ser imitado suficientemente bien, como decimos, por sistemas robóticos bajo las hipótesis que presentamos.

     Por ello, los sistemas actuales de inteligencia artificial lo que comprenden (perdón, manipulan) perfectamente es el lenguaje de los símbolos en los cuales es inequívoco su contenido, contenido las más de las veces vacío completamente de significado, por consistir en un sistema puramente formal. Piénsese en las matemáticas, antes y después de su aplicación a la física. De forma análoga pensemos en la lógica simbólica de BOOLE y su naturalización en las reglas informáticas de las calculadoras. El significado se añade en cuanto se pasa de lo formal o lo concreto. Lo concreto es un referente real; es decir que se refiere a alguno de los entes y seres de este mundo, que comprenden desde luego también lo creado por la fantasía y los entes de razón clásicos, pero que están en las cabezas de los pensantes o en el mundo III de Popper y Eccles. Por lo tanto, cabe decir que el referente de un sistema de símbolos es otro sistema de símbolos, que puede corresponder o no a objetos reales en el sentido físico de la palabra.

     Sin embargo, dado que estos objetos tan sólo son captados parcialmente y precisamente a través de los sistemas de símbolos, puede afirmarse que siempre los referentes o significados de un sistema de símbolos son otro sistema de símbolos. Se construyen así sistemas de símbolos en distintos niveles semánticos que no tienen porqué estar constituidos de forma jerárquico piramidal, sino sencillamente por relaciones de unos con otros mediante determinadas reglas. Estas son las reglas que dirigen la hermenéutica. Es evidente que todo ello puede ser imitado por sistemas informáticos cuya complejidad esté al nivel de la complejidad misma del sistema de símbolos en cuestión.

      De todas formas estos párrafos no son más que "conjeturas para la reflexión", pues el problema no está resuelto aunque lo consideramos resoluble; es decir, identificable en términos precisos por la línea seguramente de la investigación de los sobreentendidos que operan simultáneamente en emisor y receptor, sin que sean explicitados y sin que nunca sean completamente exactos, por lo que cada lenguaje y producción humana goza de un cuantum de inseguridad, de interpretación; es decir, de ambigüedad.

     En el psicótico solamente esta ambigüedad, tanto para la expresión como para la recepción, sería mucho mayor y por ello patológica.

    
     8. Algunas investigaciones neuropsicológicas recientes sobre las disfunciones semánticas en las afasias.

     Voy a referirme en primer lugar a trabajos de R. y H. DAMASIO (53), los cuales, mediante procedimientos clásicos -es decir, anatomoclínicos, pero perfeccionados con el instrumental moderno- acaban afirmando la identidad práctica de los conceptos con las asociaciones de la memoria que evoca cada palabra o término que los significa. Los conceptos se almacenarían en el cerebro como "registros durmientes". Cuando se reactivan recrearían los situaciones, sensaciones y acciones relacionadas con los mismos, y que se reconstruyen con ayuda de las diferentes áreas cerebrales que almacenan las diversas características del objeto o situación evocada. En pacientes afásicos que muestran una buena conservación de los conceptos, pero en los que falla el encuentro de las palabra que los designan, obtienen por ejemplo que cometen menos errores con nombres que designan herramientas y utensilios que se manipulan que con los que se refieren a hortalizas, frutas y animales; es decir, que pueden afectarse de manera distinta en una afasia grupos de conceptos de una determinada especie, lo que muestra la estructuras responsables de los conceptos y no sólo de los nombres y las palabras. O dicho de otra manera, que también los conceptos se alteran selectivamente, en concreto y según dichos autores, en lesiones de la corteza anterior y medio cerebral. Claro que esos hallazgos ya eran conocidos por KLEIST y GOLDSTEIN, pero ha sido preciso su redescubrimiento americano para que se actualice su aceptación.

     En otro trabajo importante de HINTON, PLAUT Y SHALLICE (97) se llega todavía más lejos, al conseguir reproducir en un sistema informático disfunciones semánticas del tipo descrito anteriormente, y que tienen como base la descripción de los conceptos precisamente a través de palabras relacionadas, con más o menos peso o intensidad que con otras. Todo ello se simula en un modelo de filtros informáticos, que permiten o vedan el paso de determinados descriptores de cada concepto. Simulan así las disfunciones de "dislexia profunda" que habían identificado en 1973 MARSHALL Y NEWCOMBE, y en la cual los pacientes confundían palabras con significados parecidos y no con léxicos o pronunciación parecidas. Concluyen así que existen dos rutas de lectura: una léxica o sintáctica que fija los fonemas, es decir, el sonido o escritura de una palabra, y otra semántica que vehicula los significados o conceptos a los que se refieren.

     Los conceptos estarían en este caso agrupados tanto en su memorización como en su evocación por similitudes significativas, o como decíamos, por sus características iguales o semejantes "en el modelo de la realidad que simbolizan", y no en las características formales de dichos símbolos, por ejemplo las semejanzas sintáctico-formales.

     Todos estos y otros trabajos en relación con la neurofisiología y la lingüística permiten una comprensión cada vez más exacta de los mecanismos del lenguaje y de la semanticidad que )cómo no? se deben también a estructuras y funciones cerebrales. Podemos así colegir que no está lejos el momento en el que la robótica diseñe sistemas de comprensión semántica de un lenguaje natural; o dicho de otra forma, que lo comprenda a efectos prácticos y sencillos, ya que el discurso lingüístico permite como hemos visto una complejización hacia el infinito. Cuanto más trabaje con conceptos más abstractos y en series discursivas más largas, tanto más compleja, ambigua y difícil es su interpretación, ya que no sólo comprensión. Es evidente que no será difícil que un robot doméstico entienda la orden de que nos abra la puerta o despierte a tal hora, aunque se lo digamos en distintos idiomas o con distintas palabras, pero será sin duda difícil que acceda a una hermenéutica del "Sein und Zeit" de Heidegger. Ello no es una desgracia, sino que muestra una vez más nuestra afirmación sobre el carácter cuantitativo y aproximativo de la semanticidad, y por lo tanto de su dimensión también "física", por utilizar una imagen fácilmente comprensible de lo que queremos decir.


     9. La semanticidad y la afectividad.

     Por último, en la semanticidad humana ha de presentarse siempre un coeficiente afectivo que señale la importancia de la cuestión para los intereses del yo, tanto sean profundos y continuos -es decir, con carácter de rasgo- como momentáneos y actuales -es decir, con carácter de estado-. El fallo de este componente determinaría entre otras cosas el paranoidismo, que a fin de cuentas es una atribución falsa de significado y sentido a un contenido de la conciencia, de lo cual nos volveremos a ocupar en el capítulo III.

     A continuación sería necesario detenernos en el concepto de "atribución", íntimamente ligado a los sistemas de simbolización, es decir, a la semiótica y hermenéutica, pero quede ello para otro momento y otro lugar.


     10. La objetivación de la significación y semanticidad desde el punto de vista de la neurofisiología y de la semiótica.

     10.1. Semanticidad e inteligencia artificial.

     Me da la impresión, al comienzo de este apartado, de llegar al límite de lo decible, y por ello mismo al límite de la comprensión abarcable por un psiquiatra que, en busca de la disfunción esquizofrénica, se topa con los problemas más arduos de la investigación actual no sobre el cómo del pensamiento, sino de lo que sea realmente el pensamiento y su expresión mediante el lenguaje.

     En confesión de humildad quisiera decir en primer lugar que la inteligencia humana y su herramienta principal, el lenguaje, por fuerza han de ser limitadas, o mejor dicho, bastante limitadas, en comparación con la realidad misma del pensamiento existente o posible. Posible quizás en otros planetas, por ejemplo, si se nos permite tomar -en un símil actual- el recurso escolástico a la mente divina, considerada por los filósofos más conspicuos no como perfección infinita sino como la perfección máxima posible, desde el punto de vista mismo racional o de las ideas.

     Así pues, la intención de comprender al pensamiento y al lenguaje como hechos y realidades objetivos a partir del propio lenguaje ciertamente ha de ser tarea fatigosa.

     En seguida obtenemos una primera ayuda sobre los límites de esta comprensión acudiendo a algunas cuestiones metamatemáticas. Efectivamente, consideremos la siguiente pregunta:

)La ideación humana obedece a programas algorítmicos o plenamente computables, o surge de alguna otra instancia inabordable a la ciencia natural?

     Recordemos antes de nada que también el origen del mundo, y de la vida, y por supuesto del hombre, parecían exceder con mucho a las posibilidades de lo que entonces se denominaba como "fuerzas ciegas de la naturaleza". Entretanto, el estudio mismo de las fuerzas cósmicas que producen las galaxias y las estrellas, o las formas y transformaciones geológicas o químicas de la tierra, muestran una grandiosidad, organización, complejidad y desde luego producción de nuevas estructuras, etc. verdaderamente "creativas e innovadoras". Y por supuesto la evolución biológica, sobre la base de la evolución molecular y la comprensión de los mecanismos material-informáticos de la herencia, han liberado de toda intuición de "milagro" a los hechos anteriormente citados. O se acepta un milagro permanente en el mero significado de la grandiosidad y complejidad del mundo, o se arrincona el milagro a otros puntos y lugares, sea al pensamiento humano.

     Por lo tanto el pensamiento humano, comenzando por el hecho de la consciencia y siguiendo por el pensamiento creativo, ocupan hoy los reductos de dificultad de comprensión que en otros tiempos ocuparon el origen de la vida y del hombre, y la aceptación de las tesis dualistas y espiritualistas.

     Así pues, la cuestión no sólo es científica o técnica sino filosófica y aun sociológica, por no decir ética, en el momento en el que pueda vislumbrarse la construcción de una auténtica inteligencia artificial en su hipótesis fuerte. Bastará, por supuesto, que se muestre que pueda ser posible, aunque de hecho y de momento no sea todavía reduplicable.

     La filosofía actual va decantándose cada vez más por la llamada filosofía analítica, la cual examina las consecuencias, fundamentalmente ontológicas, de la ciencia. Consecuencias también en el orden de la lógica y por supuesto profundización en la epistemología, que dota de consistencia a las propias inferencias de los descubrimientos científicos,




     [1] Dedicaremos un epílogo al tema de la violencia y la agresividad.
     [2] Aludo al bien conocido artículo de J. Searle: ")Es la mente un programa informático?" Investigación y Ciencia, núm 162, pág. 10-16, marzo de 1990; y al artículo de P. Churland en el mismo número (pág. 18-24) y que polemiza con el anterior, titulado: ")Podría pensar una máquina?"LOS PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO Y SABER.ALGUNAS DE SUS FORMAS

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