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lunes, 4 de octubre de 2010

HOMINIZACIÓN Y HUMANIZACIÓN


HOMINIZACIÓN Y HUMANIZACIÓN
 
El eslabón perdido entre el mono y el hombre somos nosotros.
Konrad Lorenz.
 
  1. Jimeno Valdés.


 
    La significativa frase anterior figura a la entrada del departamento de antropoides del parque zoológico de Frankfurt, uno de los más importantes del mundo en primatologia y que durante tantos años del siglo pasado fue dirigido por un magnifico zoólogo e investigador1 de nuestros primos hermanos los primates.
    Ahora que en esta ciudad también hermana de Burgos se está construyendo un museo entero dedicado a la evolución humana al amparo de las investigaciones en el yacimiento de Atapuerca, me parece oportuno presentar algunas reflexiones sobre el tema.  
    Pues hominización se refiere al proceso de evolución biológica desde las formas animales de nuestros ancestros, mientras que con hominización se quiere señalar el proceso histórico cultural, pero también individual, de la adquisición y valoración de las normas morales de conductas, de sensibilidad y comprensión, de cultura en suma, en marcha hacia un autentico hombre. Un hombre que en absoluto se identifica con aquel ideal de superhombre de Nietzsche y sus epígonos en el nacional socialismo, si no que más bien se contrapone al mismo. Admitamos cómo fáciles de entender las características de la hominización: la marcha erecta, el lenguaje, el dominio del fuego y la creación de utensilios y herramientas, incluso, si queréis una organización social superadora del clan y de la horda en los albores de la creación racional que es el Estado donde únicamente pueden describirse y defenderse los valores de la dignidad humana. Pero humanización es otra cosa:  
    1. La comprensión de la belleza.
    Los griegos denominaron a nuestro universo “Cosmos”; es decir,” bello”. Bello no solo el mar y el cielo, y los campos verdes o la aurora de rosados dedos que ya describiera lleno de emoción Homero en sus imperecederos poemas. Bella la figura humana desde luego, pero incluso bella la vejez y la enfermedad en cuanto son parte de la misma naturaleza. Fealdad solo encontraban en el mal, en la transgresión moral, en los seres y conductas que no se correspondían a la propia naturaleza de las cosas. Y de aquí una primera base para el respeto, el cuidado, la admiración, hacia todo lo visible especialmente lo que hoy llamamos Naturaleza y medio ambiente en ese sentimiento y orden moral englobado en el concepto de ecología y que se está constituyendo afortunadamente en uno de los paradigmas más importantes, si no los más importantes de los postulados de la moral laica; es decir ajena y superadora de las religiones particulares, pero que a la vez se erige en religión mundial y de toda la humanidad a fin de salvar esta nave tierra en el que todos navegamos.   
    2. Los sentimientos de piedad.
    A estos sentimientos y valores de respeto lo denominaron los griegos piedad. Piedad hacia el árbol  que perece y hacia el amigo enfermo, y los bellos edificios deteriorados por  el tiempo y piedad hacia los animales, y piedad que imponía un límite a los derechos de propiedad que excluía la destrucción o maltrato de bienes que aun siendo privados formaban parte de los bienes comunes de la sociedad o del universo entero.
    Piedad ante la fragilidad y debilidad de todas las criaturas y de aquí el deber de respeto y cuidado hacia todo.
    Compasión, pues diríamos nosotros, hacia los demás seres con quienes compartimos la existencia y no solo los seres animados sino también de las cosas, sobre todo aquellas en las que se refleja la belleza de la naturaleza o la belleza del arte como naturaleza creada por el hombre.
    Por lo tanto no dominio y destrucción de la Naturaleza, si no esencialmente admiración, contemplación y cuidado. Emoción, en suma estética, que es a la vez sentimiento moral y valor moral.
    Así, pues la Naturaleza y el Cosmos pertenecerían al orden sagrado que quiere decir de alguna manera,  segregado y separado de la acción humana a no ser en un trabajo tendente a su mejoría (la medicina hipocrática: ayudar a la Naturaleza pero nunca contradecirla) y al arte, que se entendía como una imitación de la Naturaleza, es decir de la realidad.   
    3. Los sentimientos y moral filonómicos.
    Muchos ya entonces y hoy día, dudaban o no conseguían creer en una justicia absoluta tras la muerte y esta era una de las mayores dificultades del mundo griego para entender a su cosmos, pues una falta o “hybris”, exigía su reparación para que se restableciera el orden  y equilibrio del universo, mas no se entendía claramente cómo podría realizarse. Surgían para ello diversas teorías; una el concepto de moira o destino al que no escapaban ni los dioses: una especie de forzosidad en la sucesión de las cosas y marcha del mundo y que por esta misma forzosidad excluía la culpabilidad humana en los actos de hybris o del mal. Es el tema de la tragedia clásica, visible especialmente en el Edipo Rey de Esquilo. Otra teoría postulaba la herencia o transmisión de los bienes o los males a las generaciones sucesivas. Mas no solo los bienes o los males en herencia material si no las recompensas en sentido espiritual y moral. Así nuestras buenas acciones redundarían en venturas para nuestros descendientes y dada la concepción unitaria de la sociedad griega también en bienes para el resto de los ciudadanos y del futuro histórico de su país. Estas cualidades se expresaban en el términoarete, transformado en virtus en el mundo romano y por fin en el de honor en nuestro mundo clásico, un concepto que también se expresa en el término cristiano de lagracia y su comunicación a todos por aquello de la comunión de los santos  
    Naturalmente que todo ello eran formulaciones y deseos más o menos utópicos de los filósofos y pensadores que hicieron grande a  aquel país del cual heredamos quizás lo mejor de nuestra actual cultura.  
    4. El concepto de sabiduría humana.
    Me he referido a la mentalidad griega como referente esencial de nuestra cultura, mas pensamientos y valores semejantes se encuentran en casi todas las religiones y místicas orientales, sobre todo en el budismo, y  desde luego también en  muchas culturas llamadas primitivas por los occidentales, como la de los amerindios habitantes de las extensas praderas y bosques americanos, preservados como sagrados pues de ellos dependía sus subsistencia y  que se horrorizaban ante los hábitos de depredación y destrucción de los occidentales blancos. Un atisbo de estos valores morales laicos lo encontramos también en la filosofía existencialista y en aquellas palabras de Heidegger que define al hombre como “pastor del ser”.  Por todo ello creo que puede identificarse este cúmulo de sentimientos y preceptos como sabiduría humana y esta sabiduría sería el principal componente del concepto de humanización.  
    5. Civilización y cultura.
    Desde las reflexiones anteriores podemos diferenciar  también civilización de cultura. Civilización aludiría a conocimiento y dominio: es decir, la ciencia y la técnica en su significado actual; cultura sin en embargo,  aludiría a las ideas y creencias básicas sobre el ser y destino  del hombre, del sentido de la vida y de los fundamentos morales tanto en lo individual como en la sociedad.  En fechas recientes y en situaciones actuales encontramos las nefastas consecuencias de una civilización sin cultura moral suficiente. No es necesario remontarnos a los crueles regimenes nacionalsocialista o estalinista. Todas las discriminaciones, agresiones y guerras basadas en el fanatismo, en la no aceptación del otro y por ende, en cuanto mas nos toca a cada uno  meditarlo,  en la creencia inconmovible de estar en posesión de una única y verdadera verdad, son indicio de incultura y fuente por lo tanto del mal, pues el respeto y comprensión y aun sentido de la belleza  debe extenderse a todas las ideas y creencias en cuanto no contradigan estos valores humanos, basados en la dignidad humana y que desde luego han sido descubiertos por la razón en el proceso histórico cultural.     
    6. Humanismo. Culpa y depresión.
    Un debate que ha ocupado algún tiempo reflexiones de los psiquiatras se ocupó del posible valor adaptativo psicológico o social de los sentimientos de culpa y depresión asociados a la misma. No debe extrañarnos esta búsqueda de factores positivos en algunas enfermedades, pues si éstas no solo aparecieron en los mutantes genéticos, si no que un tiempo subsistieron – o subsisten indefinidamente – como parece sucede con la depresión, debe entenderse dentro de los postulados de la evolución biológica que poseen algún valor adaptativo. No parece existir duda alguna. La depresión bloquea la acción; es decir, la conducta, y la culpa exige una revisión y juicio sobre conductas anteriores y de esta forma puede llegarse a una rectificación y mejora de nuestros hábitos. No diré una palabra sobre el difícil concepto de la culpabilidad histórica o incluso de los posibles factores positivos de una depresión económica, pero en el ámbito de la depresión y culpabilidad individual no existe la menor duda acerca del valor positivo de la depresión y la culpa en cuanto nace de un ejercicio de la reflexión y la conciencia como atributos esencialmente humanos. Depresión y culpa por lo demás que nacen de los valores de la imputabilidad y responsabilidad.   
    7. Vandalismo y adolescencia.
    Estas reflexiones son ya antiguas para quien esto escribe, mas su expresión escrita en estas líneas ha brotado del triste espectáculo en esta mañana del uno de Enero de  2009 a la vista de contenedores volcados, farolas derrumbadas sobre la calzada, pintadas groseras sobre las piedras de nobles edificios, suciedad de envases en plástico, cristal y papel y aun vómitos y deyecciones incontrolados en las aceras.
    Nuestro alcalde en buen ejercicio de intentos de educación cívica nos comunica de vez en cuando  en los periódicos el coste económico de la limpieza o  reparación de todas estas acciones destructivas denominadas vandálicas y que evidentemente contradicen todos estos valores de la humanización retrograndando a sus  actores a los umbrales más primitivos de la hominización..
    ¿A que se deben  estos actos antihumanos y tan frecuentes además de significar como decíamos la posición en la escala evolutivo psicológica los seres ( no se si personas) que los ejecutan? .
    Todos sabemos que lo perpetran sobre todo adolescentes o los que se asimilan a ellos psicosocialmente, y sabemos también que además, estas acciones suelen realizarse en grupo o pandilla y un primer motivo consiste en que en la pandilla   cada individuo inmaduro ha de ejecutar su acto de iniciación…. en el que es más fácil destruir que crear. Además al destruir contraviniendo las normas, el grupo  refuerza su cohesión interna segregándose y diferenciándose del resto. La acción vandálica intenta además dejar testimonio del paso de sus ejecutores y por eso es la calle el escenario más adecuado para ello.  Es sabido que casi todos los animales como rastro de su presencia suelen utilizar las heces como signo odorífero y material.
    La falta de respeto y compasión por las personas y las cosas que expresan el déficit de humanización aparecía de forma aun más deleznable en algunas groseras costumbres por ejemplo castellanas y no solo me refiero así el lanzamiento de la cabra o a los espectáculos de toros si no también a aquella cruel costumbre  de los chiquillos y mozalbetes, que en tardes aburridas o escapando de la escuela, iban a por nidos en los predios de los alrededores, una costumbre que tanto horrorizaba a los más cultos ciudadanos europeos del norte.
    En nuestra ciudad casi nos producían llanto los sucesivos ataques y destrucciones de aquellas deliciosas e inocentes esculturas de Pipo y Pipa que decoraban la querida plaza del Poniente y que durante nuestra niñez permanecieron años y más años totalmente incólumes.   
    8. Maduración y ancianidad.
    Todo sea por bien comprendido y empleado si verdaderamente los actos vandálicos antihumanos y sus sucedáneos representan meramente una fase evolutiva en la maduración de la persona. En nuestra actual circunstancia  histórica yo quiero creerlo así y busco justificante en tantas conductas cívicas y humanas que observamos en general en conciudadanos mayores que recogen un papel del suelo para depositarlo en la papelera, que intentan intervenir en una discusión o reyerta poniendo paz, o que libres ya de muchos afanes de la lucha y competitividad se consideran felices porque sale de nuevo el sol o pueden comer cada día ( tremenda servidumbre del ser humano como ya definiera Marx) o tienen un amigo a quien al menos llamar por teléfono o mejor si es la comunicación por Internet  el día que por casualidad funciona su ordenador.
    Acéptese pues el valor ejemplar del hombre maduro o aun anciano y desde luego valoremos todavía  más a los  jóvenes – también son legión – que con sus ideas y conductas ejemplifican  su humanismo en la defensa de la Naturaleza y las cosas, en las ayudas desinteresadas al prójimo, en cualidades morales que son y serán cada vez más indispensables para que este mundo y esta humanidad que amamos continúe girando años y años  con la tierra.  

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