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martes, 24 de septiembre de 2019

Capítulo VIII-3ª Parte

viernes, 1 de octubre de 2010

CAPÍTULO VIII-3ª Parte

Tercera parte

¡Nos atacan!

1. La prensa y Conjo.
Ya en durante los años 1972 antes de mi incorporación al sanatorio y después de la misma y durante 1974 las referencias y escritos en la prensa de Galicia relativos a Conjo y a su Reforma asistencial fueron frecuentes si no constantes. Resúmenes de los acuerdos de las reuniones del Consejo de gobierno de la Fundación. Entrevistas con el Sr. Porto Anido presidente de la Diputación de La Coruña o con el mismo presidente de la Fundación Sr. Mariño Cea o bien del recién nombrado gerente Dr. Montoya. Así por ejemplo en Marzo de 1972 La Voz de Galicia publica un extenso informe y el texto de una rueda de prensa ofrecida por el Consejo en el Hostal de los Reyes Católicos de Santiago. Se dan cifras de inversiones; noticias de la creación de un plan de Asistencia general para Galicia; se dice que ya no serán necesarios largos expedientes para realizar ingresos dependientes de la Diputación de La Coruña.
Por entonces además Ángel Maria de Lera realizó una serie de visitas a centros psiquiátricos de toda España publicando a manera de entregas sus reportajes en Tribuna Medica. El numero 18 del mes de Julio de 1972 se dedica a Conjo. Con gran vivacidad y a manera de un relato de lo vivido en su vista y de las diversas conversaciones mantenidas presenta un cuadro colorista de la actividad y esperanza que comenzaban en un medio todavía atroz. Destaco que en estas entrevistas participan adecuadamente tanto el Dr. Montoya ya al frente de la Reforma, como el Dr. B. director médico. Una persona importante entonces al comienzo de la reforma y que también cita Lera, fue la superiora de la comunidad: Sor Luz Divina, que ya había colaborado en la reforma de Asturias y que Montoya había traído consigo. Inteligente, activa y con sentido común a la vez que con entrega absoluta, representaba una de esas buenas prioras y superioras de centros y comunidades eclesiásticas, a las que se deben sobre todo en las dos primeros tercios del siglo XX en España infinitas iniciativas y logros entre los que recuerdo aquí los que describí en mi etapa de Pamplona. Eran casi todas y todos navarros, aunque ahora ignoro si Sor Luz Divina lo era también. La tocó el difícil papel de liquidar las funciones predominantes en las salas y botiquines de las instituciones sanitarias que atendían para ser sustituidas o al menos entrar en igualdad de competencias con el nuevo personal laico. José Maria de Lera describe con gracejo los edificios románicos y barrocos de Conjo y el verdín acompañante de todo edificio viejo en la brumosa Santiago. En Noticias Médicas otra publicación prestigiosa también y de ámbito nacional, Montoya concedió largas entrevistas y escribió detallados artículos como el publicado el cuatro de Febrero de 1972 en Tribuna Medica para difundir la ideología y bases de las Reformas psiquiatritas necesarias y en marcha. Allí leemos:
“ La creación de Nuevos Centros será de poca utilidad si no se planifica una asistencia psiquiátrica más completa y racional”.
Sin embargo todavía en Abril de 1972 el Correo Gallego publica acuerdos de una reunión del Consejo de Gobierno de Conjo con las diputaciones de Lugo Orense y León donde todavía se defiende la política del ladrillo. “ Serán construidos en Conjo, dice el acuerdo, dieciséis pabellones que integrarán el complejo sanatorial del futuro. Sin embargo ya en Noviembre del mismo año 1972 tras nueva la reunión del consejo en La Voz de Galicia se informa que “próxima puesta en servicio de 900 camas que se ubicarán en Santiago El Ferrol y La Coruña.” La descentralización queda así aprobada y la política del ladrillo olvidada.
Ya a las pocas semanas de llegar a Conjo yo mismo con los jefes clínicos de mi Sector, sobre todo del Dr. Lado Romero como ayuda inestimable por su integración en la Sociedad de Santiago para estos avatares, presentamos en el Circulo Mercantil de Santiago situado en la céntrica Plaza del Toral, charlas de información y divulgación sobre la marcha de Conjo y las bases de la moderna asistencia psiquiátrica. El mismo Correo Gallego en Diciembre de 1972 , a manera de ejemplo, refería adecuadamente una de estas charlas o conferencias. En la conferencia de esa fecha, por cierto, propuse la creación de una sociedad de Amigos del Sanatorio de Conjo que tuvo una muy buena acogida por parte del periódico y de las personas que acudieron a al reunión. Siguieron también en El Circulo Mercantil una exposición de trabajos ocupacionales de pacientes, sobre todo del Sector 1. En los primeros meses de 1973 también aparecían con frecuencia noticias locales sobre la puesta en marcha de los nuevos dispensarios como el de Vimianzo y El Ferrol. En muchos de estos reportajes se publican también fotografías nuestras y así tengo ahora delante de mí las de El Ideal Gallego de 1 de Febrero de 1973 en las que aparecemos el Dr. Lado, Gago, la asistente social Charo Terrer[1] y yo mismo. Todos con buen y juvenil aspecto. Muy impactantes fueron los reportajes y entrevistas con ocasión de la visita del Dr. May oficial de la OMS de la Asistencia Psiquiátrica para Europa, y que ya he comentado. En La Voz de Galicia del 18 de Mayo de 1973 taxativamente el Dr. May afirmaba que las líneas de la Reforma de Conjo estaban totalmente de acuerdo con los directrices de la OMS: En la entrevista el periodista también pregunta inquisitivamente al Dr. May que qué opinaba de la antipsiquiatría término que empezaba a sonar ominosamente. El Dr. May contesta también taxativamente que
“ no es papel del psiquiatra modificar la estructura de la Sociedad” Y así por el estilo en otros muchos artículos y periódicos. Seguiré citando al El Ideal Gallego; La Voz de Galicia o El pueblo Gallego ( 2 de marzo 1972) o El Faro de Vigo. En todos los casos los artículos eran esperanzadores y optimistas en el sentido de la marcha de la necesaria Reforma. Periodistas como J. Gaciño, Rey Alvite y otros son recordados por su interés en el tema y también por las ayudas que nos prestaron en momentos difíciles y por mor de la ecuanimidad y el progreso.

La prensa publicó siempre amplias referencias de las actividades extrahospitalarias que definíamos como de información y de formación y que como dije comenzamos muy precozmente.
Ya en diciembre de 1972 ofrecimos un primer coloquio comarcal en Corcubión dirigido a los médicos de cabecera de la zona. A este siguieron y se repitieron en los lugares donde fuimos instalando los dispensarios. Arzua, Vimianzo, Finisterre y por supuesto en Santiago donde además de las diversas conferencias y coloquios en el Circulo Mercantil, a partir de Marzo de 1973 organicé y realicé con los demás miembros de mi equipo nada menos que 34 charlas por Radio Santiago a lo largo de los primeros meses de 1973 donde prácticamente presenté un curso elemental de psicología y psicopatología además de los temas habituales sobre la organización y marcha de la Reforma de Conjo.
También fue muy importante la colaboración con el ISCE o Instituto de Ciencias de la Educación que entonces funcionaba en todas las universidades y estaba dirigido a la formación del profesorado, no solo universitario. Su director entonces Prof. Julio Casado, además era antiguo alumno del Colegio Mayor Santa Cruz donde yo mismo residí y estudié durante mis años de carrera en Valladolid, y allí impartí también un amplio cursillo sobre Psicopatología y Asistencia Psiquiátrica en Enero de 1973, poco antes del comienzo del primer conflicto, y dirigido especialmente a maestros y profesores de enseñanza secundaria que a todos los efectos fue, el curso, reconocidos por el ISCE.
Alumnas de la Sección Femenina que tanto nos ayudaron en zonas rurales también hicieron prácticas en el Sanatorio, así como alumnas de la Escuela de Asistentes Sociales de Santiago. En este caso vinieron a realizar prácticas a lo largo del tiempo varias alumnas de la Escuela de Pamplona donde ya he reseñado que trabajé intensamente durante mi estancia en Pamplona.

Complementando esta prensa escrita “ extrahospitalaria” generamos una ingente cantidad de escritos intrahospitalarios y de organización. Personalmente tuve que realizar informes y planes organizativos, además de los numerosísimos relativos a mi propio equipo y sector, especialmente para la Comisión de Docencia y la organización MIR, y para la Comisión Científica, colaborando en la de Laborterapia. Es quizá el más interesante el relativo a la Docencia MIR ya que posteriormente y aun hoy día siguen planteándose dificultades sobre todo respecto a sus diversos grados de responsabilidad asistencial según el nivel creciente de su formación. Más tarde cuando ya fui director médico elaboré un plan aun más preciso que intentaré presentar al completo en su momento, precisamente por el interés que aun actualmente tiene. También durante esta época de renové y reactivé también las demás comisiones, como la científica con nuevas actividades que reseñaré en su momento. Los demás informes asistenciales eran por mi parte sumamente escuetos y precisos, siguiendo métodos alemanes, y que quizás por ello no se cumplían luego demasiado bien. Respecto a las instrucciones para mi propio equipo me resultan sorprendentes al releer tantos años después las relativas a las normas sobre ingresos, a los informes de alta, a la redacción de las historias, y la forma de supervisiones, y revisiones, todo ello aderezado por las memorias de fin de cada año con todos los datos estadísticos concretos del trabajo asistencial.
Mas es momento de pasar a otros temas que por sus dificultades están quizás más presentes en mi memoria que los relativos a los logros en las épocas pacíficas.



2. El malestar en la Cultura. De ceses y asimilaciones.
Así que trabajábamos con entusiasmo y confiados, apoyados, según parecía, por Instituciones y prensa mas ello era “Schall und Rauch”; es decir ruido y humo de complacencia mientras por debajo se fraguaban los peores propósitos.
Ruego por ello, que se me permita escoger este famoso título de uno de los ensayos más luminosos de S. Freud cuyo aniversario se cumple este año, para titular este epígrafe de mis memorias.
Efectivamente. Nosotros traíamos la mejor psiquiatría a Galicia. Renovábamos el aire de la ciudad un tanto provinciana y vetusta a pesar de sus universidades, clerecías ilustradas y capitalidades espirituales de Occidente y sin embargo la ciudad nos rechazaba, nos atacaba, nos asesinaba, valga incluso decir.
Todos lo percibíamos día a día. Miradas encontradas en el Sanatorio o en la calle. Murmuraciones en voz baja y en voz más alta después. Gritos más adelante, no solo ante nosotros sino ante nuestras familias en la peluquería o en las cafeterías. El malestar y los amagos de tormenta aumentaron hasta llegar a las llamadas anónimas al teléfono y los papelitos amenazadores encontrados como al azar en los cajones del despacho; una de las formas más repugnantes, me parece, de acosar y amedrentar que afortunadamente es hoy más difícil por el control fácil de las comunicaciones aunque estas sean mucho más versátiles y seguras.
Entretanto dos médicos psiquiatras antiguos del Sanatorio y que no habían sido admitidos en los nuevos equipos sectorizados presentaron demandas ante la magistratura del Trabajo de Santiago. Uno de ellos, (S. H.) pertenecía a la familia propietaria en gran parte del periódico ya citado de Santiago de El Correo Gallego, y era además vicepresidente de la Caja de Ahorros de La Coruña. Era ya mayor y había trabajado muchos años en Conjo Ambos, tras diversos avatares, perdieron su trabajo en el Sanatorio.

Ya he comentado también que dada la compleja estructura del Sanatorio todos nosotros además de nuestras unidades sectorizadas teníamos que atender unidades “supletorias” de diversos tipos pero básicamente asilares o residenciales. Yo personalmente atendía una sala denominada en las nomenclaturas antiguas del Centro “Enfermería Baja de Mujeres” y que albergaba unas 40 pacientes de tipo asilar y ancianas, muchas de ellas demenciadas aunque otras muy válidas. Era típico que estas pacientes validas ayudaran de forma importante a atender a las menos validas o demenciadas. Este era otro factor, frente a la escasez de personal, que mantenían la manicomialización o institucionalización. La unidad estaba ubicada en una de aquellas casas viejas que ya he descrito y situadas entre el edificio administrativo y el gran edificio central.
Pues bien, el día 7 de Enero de 1974 el Director médico Dr. B. en escueto escrito y sin más explicaciones me comunicaba que se hacia cargo de dicha unidad de Enfermería baja y me encontré al ir a pasar visita, que efectivamente, el Dr. B. ya habla visitado la sala, hablando con pacientes, escribiendo en las historias y cambiando medicaciones. Ya he comentado las dificultades y disfunciones que heredamos dentro del plan debido precisamente al nombramiento como director del Dr. B. que no colaboraba adecuadamente en la Reforma asistencial, pero que formalmente tampoco se oponía. No haré más comentarios sobre el Dr. B. El tendría sus razones, aunque siempre me pareció que habría sido más inteligente por su parte colaborar lealmente en la reforma como bien hicieron otros médicos, como el Dr. Lado, también procedentes, como he explicado del antiguo hospital y que colaboró a pesar de la frustración que sin duda hubo de producirle el hecho de que no fuera nombrado jefe de servicio como esperaba….
Otro factor típico de los antiguos “manicomios” era la falta de adscripción de cada paciente a un médico de referencia o responsable y así mismo respecto el personal de enfermería también responsable de ese paciente o unidad. Tal como referí respecto al Hospital de Pamplona en los antiguos manicomios era frecuente que cualquier médico actuase sobre cualquier paciente de forma, digamos coyuntural y que también recibiera el paciente ante la pregunta ineludible ¿Cuándo me da de alta?, que recibiera cualquier respuesta aleatoria…… Con tanta mayor frecuencia los pacientes se dirigían al director con esta y otras preguntas, pues nos les cabía dudas de que todo estaba en manos del director, lo cual a efectos legales, como ya he dicho, así realmente era. La respuesta correcta por supuesto y también por parte del propio director debería ser y es: “Su médico responsable es el Dr. Tal o la unidad tal… y a él debe dirigirse”. Por ello mismo esta “toma a cargo” o golpe de mano, según quiera calificarse, y hecho de aquella manera, de la citada unidad era absolutamente inaceptable dentro de la Reforma asistencial. De suyo y dado su carácter de director médico bien puede entenderse que podía dar tal orden pero sin un comentario previo o contacto personal o advertirlo en alguna de las infinitas reuniones que manteníamos, era contra toda costumbre y procedimiento. En aquel momento el diálogo estaba ya roto pero seguramente quiso explícitamente dar un golpe más definitivo y provocar una ruptura. Así que en cuanto me di cuenta de lo sucedido hice un escrito al gerente Dr. Montoya protestando enérgicamente con todas estas razones y declinando a la vez mi atención a esa sala para no producir más escándalo y desorientación en los pacientes que realmente era un conjunto de ancianas deterioradas que no se enteraban demasiado. A continuación el Dr. Montoya conminó al Dr. B. a que remitiera la unidad a la situación anterior para que yo siguiera atendiéndola. En los días siguientes de facto siguió pasando visita allí el Dr. B por lo que puse en conocimiento de la situación en una reunión a los otros jefes de servicio. Hicimos un escrito conjunto firmado por los tres y que aun tengo, dirigido al Dr. Montoya y al presidente de la Fundación. Incidíamos especialmente, además de en las razones técnicas citadas anteriormente, que en esta situación de ordenes contradictorias en el mismo día era intolerable. A continuación el Dr. B. fue destituido inmediatamente como director asumiendo el Dr. Montoya la dirección y gerencia simultáneamente. Según mis notas ello debió ocurrir ya el 12 de Febrero de 1974. Montoya se convirtió así en director gerente y el Dr. B. pasó a ser médico psiquiatra del centro precisamente a las órdenes del Dr. Montoya. Su caso sufrió largas y complejas vicisitudes. Mas tarde se le formó un expediente y fue expulsado del centro. El Dr. B. acudió a los tribunales y ganó el recurso. Fue repuesto en el hospital como médico pero 45 minutos después Montoya volvió a despedirlo. Al final quedó como médico del centro, según recuerdo. Simultáneamente recabó apoyos al Colegio de Médicos. Demandó al presidente del Consejo por supuestos insultos. Escribió diversos artículos en El Correo Gallego donde desde luego su director R. V. lo defendió en diversas páginas. Nunca ganó la demanda de que lo repusieran como director, por ser reputado cargo de confianza.
Fue triste el momento en que se retiró el titulo de director de su despacho. Como éramos jóvenes no nos dábamos bien cuenta del sufrimiento que esto podía suponer. El Dr. B. creía estar apoyado por el Colegio de Médicos y las fuerzas vivas de la ciudad. No se daba cuenta, me parece, de lo rápidamente que estaban cambiando las costumbres y las constelaciones de fuerzas. Muy poco tiempo después ya veréis, todos los medios se volcaron en todo lo contrario; la defensa de la Reforma a ultranza. Todo ello sucedió entonces paralelamente a los demás sucesos y escritos, pero contribuyó al mantenimiento de las polémicas y de la primera crisis que estoy relatando. A pesar de todo, el desarrollo de la Reforma como describía en la segunda parte de este capitulo de Conjo seguía – casi diría que inexplicablemente - adelante y muy bien adelante.
Así Montoya desde aquel momento como decíamos nosotros, se constituyó como vigilante y garante de la realización del Plan y Reforma Asistencial. Tenía tanto la Auctoritas, como el Imperium; mas a la larga me pareció que no usó de ambos con suficiente claridad.


3. Impacto en la línea de flotación.
Unos días después de la destitución de B. ocurrió el tremendo impacto del 22 de Febrero de 1974 que nos pilló completamente desprevenidos y nos dejó completamente estupefactos.
En dicha fecha “El Correo Gallego”, el periódico local de Santiago y firmado por su director R.V. [2]a toda enorme página interior y con varias fotografías (formato antiguo de más de 50 ctms.) leemos:

“El Caso del Sanatorio de Conjo.”
Entre otros lindos párrafos destaco textualmente:

Con el nuevo gerente, equipo nuevo; médicos que arriban casi todos de fuera de la región y por lo tanto muy dudosamente calificados para jugar con pleno conocimiento su problemática….
La revolución de un centro psiquiátrico. La imagen externa….la terapéutica de la libertad provoca las iras de un padre, que ha padecido el intento de violación de su hija; de un marido a quien informan que su mujer enferma es “novia” de un paciente; de un juez que devuelve un “curado” milagroso de una barriada…..
Consta además la reiterada intervención de la policía para evitar sucesos que sin ella podían haber finalizado con graves consecuencias…[3]
Constan también casos de “curados” que engordan la triunfalista estadística pasean desnudos por los cantones de La Coruña o agrediendo a navajazos a conciudadanos nuestros…
Del tema podrían hablar ese personal facultativo ahora manifiestamente marginado.

Otro epígrafe central dice:
La Terapéutica de la libido. R.V después de informar lo que es la libido según Freud y Jung escribe:
La píldora, para decirlo claramente, es moneda corriente en Conjo y dispensada en su Farmacia bajo receta tan especial como común…. Y aun son más frecuentes los análisis para determinación de embarazos que vienen solicitándose a algún laboratorio de Santiago…

Y sobre la terapia recreativa…
La Terapia recreativa de Conjo parece haberse ido inclinando más hacia un intento de liberación que de recuperación…
…Se ha provocado tolerado y protegido que en Conjo se venga llevando a cabo una experimentación que tiene como coballas[4] a sujetos bien ajenos a sun función como tales---

Y el ultimo párrafo titulado: Una manifiesta ilegalidad…
Una manifiesta ilegalidad se produce en Conjo de un tiempo a esta parte…ahí están como respaldo a la afirmación las sentencias de las autoridades laborales reconociendo la vigente legislación….[5]

No se trataba de un articulo suelto si no del comienzo de una completa campaña. El término de Terapéutica de la libido quedó acuñado entonces como caracterización de R.V y sus diversos alegatos. Y comenzó así la guerra de contestaciones y contracontestaciones amenizada por el recrudecimiento de los dimes y diretes, de las campañas de anónimos y de los gestos diversos en el “pueblo”.

Ya pocos días después, el 28 de Febrero, el Sr. D. Angel Porto, Presidente de la Diputación de La Coruña, , como entidad responsable y amparándose en la ley de prensa que obligaba a la publicación de la réplica a artículos que contuvieran criticas o difamaciones, envió al Correo Gallego un muy extenso escrito donde punto por punto contestaba y refutaba y las acusaciones del periódico.
Entre otras alegaciones preguntaba cómo el periódico si tenia en sus manos graves denuncias no había acudido a los tribunales. Criticaba la provinciana acusación de que médicos de fuera, no tendrían capacidad suficiente para entender la problemática gallega. Especialmente negaba la “Terapéutica de la libido”, término que continuó citándose indefinidamente en los ataques y contraataques que siguieron. Defendía a capa y espada el plan asistencial y señalaba el mal que se hacia a Galicia y a sus ciudadanos restando confianza a un centro ejemplar y que estaba haciendo un ímprobo esfuerzo en modernizarse. Señalaba también el importante cambio de dedicación de los nuevos médicos y los nuevos índices medico-hora trabajada respecto el numero total de pacientes.
Muy apoyado debía encontrarse el director de El Correo Gallego pues volvió a contestar R.V. con el titulo de “Rectificación o ratificación” ( 1 de Marzo) retorciendo los argumentos y ensañándose en las acusaciones. Y es más: Publica una carta abierta al Ministro del Interior con las mismas denuncias y en los días y semanas sucesivos y en grandes titulares sigue publicando cuantos sucesos de índole negativa ocurrían en el Sanatorio: el caso de una mujer embarazada; un suicidio; exhibicionismo obsceno de un “interno” de permiso en la Alameda. etc.( 7 de Marzo) y cuando reseña la conferencia y rueda de prensa que dimos en el Circulo Mercantil de Santiago el 21 de Marzo y a la que ya me he referido la apostilla escribiendo: Ha resultado intrascendente y de escasísima información.

4. Sobre afinidades y repulsiones.

Siguieron a todo ello cascadas de escritos y comentarios unos digamos a favor y otros en contra que amenizaron la vida en la nunca aburrida ciudad proclive al cotilleo y comentario en sus diversos grupos y estamentos y que encontró en Conjo un sabroso e indefinido tema, que tenía que ver con tabús tan ancestrales como la sexualidad y la locura.
Tienen quizás más valor los enviados por vecinos del propio barrio de Conjo. Unos quejándose de las molestias y aun ataques proporcionados por los enfermos de permiso o de alta y echando leña al fuego de “El Correo”. Aducían también muy falsamente que los fugados eran devueltos al Hospital a costa económica de los familiares. Otros escritos defendían el derecho de los enfermos a algún permiso alegrándose de que Conjo dejase ser lugar de prisión irrevocable y de horror oculto. Ya se ve que unos estaban aleccionados por un grupo y otros, pues, por el otro.
Más molesto resultó que la Fundación para defenderse solicitó la realización de una inspección oficial y técnica en esos días pero de cuyo resultado no nos enteramos mucho aunque debió ser positivo. Otra inspección tuvimos más adelante en la época de la segunda crisis y en la que comprobamos con horror que uno de los inspectores era de origen santiagués y llevaba el mismo apellido que uno de aquellos despedidos y juzgados como procedentes por la magistratura del trabajo, pero no quiero adelantar la descripción de los acontecimientos.
En todo caso los escritos de apoyo fueron constantes, entusiastas y procedentes de casi todos los demás periódicos y entidades de Galicia.
Destacaron el 3 de Marzo “El Ideal Gallego” en extenso articulo firmado por Jose A. Gaciño a los que siguieron otros en días sucesivos con títulos tan expresivos como “La Primavera de Montoya; Conjo: de Manicomio a Sanatorio Psiquiátrico o La Descentralización de la Asistencia Psiquiátrica una necesidad urgente ( 8 de Marzo) para terminar con “Conclusiones Provisionales de un Observador Inexperto” el 9 de Marzo. Siguen en la misma línea El Faro de Vigo y La Voz de Galicia que el 8 de Marzo publica una extensa carta de adhesión de la clínica Parellada de Santa Coloma a los medicos de Conjo “ Cuando un Hospital Psiquiátrico, deja de ser carcel o asilo surgen los problemas que la vida lleva en sí.” Firma el Dr. Bellido Vicente. Así mismo manifiestos en el mismo periódico de los psiquiatras de Toen ( Orense) De Bermeo en Vizcaya y de Leganés en Madrid. También de Madrid de los psiquiatras de la Ciudad Sanitaria Francisco Franco. De Sevilla ( Dr. Gotor y compañeros del Hospital Psiquiátrico de Miraflores) que envían una carta e informe a la Sociedad Española de Neuropsiquiatria solicitando una toma de postura e intervención y también de Valencia de Huelva y de otro lugares.
También aparecen cartas de solidaridad con El Correo Gallego firmadas según dice la publicación del mismo, por personal de todo tipo del Sanatorio y el 14 de Marzo de nuevo R.V. critica sarcásticamente ( “La Voz, ese gran periódico aparentemente afónico…) bajo el titulo de “Aviso a los Mareantes” extendiendo la critica a otros periódicos de Galicia que también nos apoyaron y a lo que vuelve a contestar Gaciño ahora en El Ideal Gallego ( 15 de Marzo) Y siguen escritos del mismo tenor en contestación a los sucesivos artículos que he citado como el del 23 de Marzo y los que siguen titulados “Cuando se busca el Falso Culpable”. Y así sucesivamente durante los meses de Abril, Mayo, Junio y Julio de 1974.
Pero el asunto no estaba ya solo en las comidillas y comidas de la prensa local si no que saltó a la prensa general convirtiéndose la cuestión hasta cierto punto en nacional. Muy significativo e importante es la reseña que en página completa por aquellas fechas y firmada nada menos que por Luis Carandell apareció en TRIUNFO. Los mayorcitos que me lean tendrán muy claro y presente lo que era y representaba Triunfo en aquella época. Para los más jóvenes y que no lo sepan les diré que Triunfo como revista semanal fue la más leída y valorada en los años previos a la transición por lo que entonces se llamaba la progresia. Una progresia por lo demás intelectual y razonable en aquel momento aunque inevitablemente y por necesidad de las antitesis estaba emparentada con la izquierda política. En Triunfo se libraron las batallas más importantes respecto libertad de prensa, divorcio, transición política…Colaborador muy importante además de L. Carandell fue Miret Magdalena que representaba la ideología más avanzada de la Iglesia y por ello mismo aureolado de enorme autoridad. Carandell mantenía en Triunfo una página que podría denominarse del “esperpento nacional”. Poco antes había comentado el caso de un Colegio de niñas de Ursulinas de Madrid en que unos padres, al parecer ultraconservadores, habían denunciado a las monjas como corruptoras de menores. Carandell comienza parangonando ambos casos y de alguna manera riéndose y lamentando el furibundo y burdo ataque de El Correo Gallego. Dice, piadosamente, que dado lo acientífico y burdo de su redacción y contenido no cree que en él haya intervenido algún médico . Una creencia desde luego que podemos considerar como ilustrada y desde Madrid y que en manera alguna podía defenderse desde Santiago. Y así continua a toda plana sus comentarios en la línea que os podéis suponer. Estos alegatos, desde luego, no nos tranquilizaban pues la guerra la teníamos nosotros solos encima y directamente, pero sí nos consolaban de alguna manera.
De todas formas las cosas se complicaron de forma inadecuada al menos para mí y creo por la actitud que tomaron también respecto el resto de mi equipo y sector. El 20 de Marzo desconocidos apedrearon la redacción de El Correo Gallego. Suceso claro está referido con extensos artículos, acusaciones y fotos. Y por esas fechas son detenidos brevemente cuatro residentes de Conjo por estar en posesión de propaganda ilegal. Los residentes también protagonizan un paro de pocos días solidarizándose con Conjo y con otros compañeros de Bilbao que por aquellas fechas también fueron expulsados. Así que los conflictos no eran privativos solo de Conjo. Y el 24 de Abril se produjo un incendio pequeño en la cubierta del Sanatorio que fue sofocado rápidamente por los bomberos. Un anuncio inofensivo de lo que seguiría después.
También desde el interior del centro los comprometidos con el plan asistencial enviamos nuestro escrito al Correo Gallego el 22. de Marzo y con más de cien firmas de todos los estamentos y que hubo que repetir en diversas ocasiones.

4. La querella.
No obstante la insistencia en las acusaciones y la gravedad de las mismas nos obligó a realizar una denuncia judicial seria en contra de El Correo Gallego y su director por calumnias y difamación. Por lo tanto una querella criminal en la que solicitábamos 10 millones por daños y perjuicios.
En la querella firmamos nueve médicos, claro está, de los equipos sectoriales y nos apoyó la Fundación que asumió correr con todos los gastos. Da noticia de todo ello el periódico citando textualmente los nombres de los querellantes y demás incidencias. Estamos en Julio de 1974.
Siguen a ello todos los sucesos desagradables del acto de conciliación, que no se logró; de los comentarios diversos y abucheos no muy ostensibles dentro del mismo centro y más sonoros fuera. Tuvimos que presentarnos varias veces en el juzgado mientras éramos rodeados por la curiosidad de unos y los gestos desagradables de otros. Perdimos en todo caso mucho tiempo mientras que las actuaciones de la querella avanzaban lentamente hasta que aparentemente se detuvieron del todo. No tengo ni idea si en algún momento llegaron a su fin. En todo caso no me enteré. Creo que el caso se sobreseyó en cumplimiento de ese cómodo procedimiento que tiene la justicia cuando llega a un callejón sin salida. Quizás los sucesos que siguieron fueron tan numerosos, graves y distintos en los meses y años siguientes que los escritos de El Correo perdieron actualidad, precisamente cuando, como veremos, podrían haber obtenido algunos atisbos de razón.
Esta última frase mía puede parecer insólita, pero la escribo 30 años después de los sucesos a que me refiero y 30 años después de mis notas y comentarios privados de aquel entonces. Es lógico que la tensión se haya apagado y que la sabiduría de la vida me haya enseñado no solo a respetar si no también a entender posiciones contrarias, si bien entender no es justificar. Hoy más bien algunas frases, episodios y sucesos me producen sonrisa conmiserativa y no necesariamente por los protagonistas de aquellos deleznables escritos del citado señor y citado periódico, si no sonrisa por mí mismo y el apasionamiento y temor con que viví todo aquello. Pero se trata de algo más y en este caso de algo más serio y profundo. La Gran Reforma Psiquiátrica de aquellos años continuada y extendida a ultranza como acabó sucediendo también en gran parte de Conjo, me parece, ha redundado en muchos lugares y centros en desamparo de los pacientes que inundan las cárceles y mueren en las alcantarillas como he tenido que aceptar más adelante a partir de contemplar la experiencia desde el otro lado: en concreto desde la unidad de agudos del Hospital Clínico de Valladolid. El nada sospechoso Prof. Lopez Piñeiro, nuestro gran erudito y experto actual en Historia de la Medicina hace poco que lo señalaba en la revista de alta divulgación “Investigación y Ciencia”. Así que quizás nosostros también nos “pasabamos” bastante en nuestro entusiasmo reformador.
Por otra parte la segunda crisis que reseñaré en la cuarta parte de este complejo capitulo de mis memorias, me lleva a la conclusión de que en aquel momento estaba yo un tanto obcecado o ciego de algunos sesgos que sí podían ocurrir sobre todo en el sector dos y que podrían justificar algunas de las acusaciones. Mas todas estas denuncias tuvieron por consecuencia, que todos los nuevos médicos y los tres equipos nos identificaramos totalmente entre nosotros y con el Dr. Montoya que seguía ostentando el cargo primero de gerente y desde la destitución de director del Dr. B. como director gerente con lo que tenía en sus manos absolutamente todo el poder.

5. De cómo una lucha se extingue y otra se enciende.
Así que este primer ataque o guerra, que denomino desde la derecha, tuvo como principal consecuencia que los tres equipos nuevos se apiñaran al lado de Montoya y la Fundación para defender la Reforma asistencial y desde luego de paso defendernos nosotros mismos. Ocultó, parece, discrepancias importantes en medios e intenciones que separaban los tres equipos y que se manifestaron en la crisis y guerra posterior. Es también increíble y creo que casi heroico el hecho de que a pesar de todas las inquietudes, disgustos, querellas e insultos, el plan asistencial siguiera adelante y que precisamente aquel año de 1974 fuera de los más fructíferos, como he expuesto en la parte dos de este capitulo relativo a Conjo. Desde luego yo entonces no era consciente de estas diferencias que auguraban los futuros problemas.
Así que sucesos y crisis en gran parte se solaparon y superpusieron en otros muchos indicios y sucesos que auguraban nuevos problemas y que tan solo he diferenciado en esas páginas para seguir un orden de exposición que facilitara la comprensión. Dejaré, así, para el próximo apartado el recuerdo de algunos detalles que son prolegómenos de la segunda crisis y que en parte ya he referido sobre todo al comentar el plan docente y la actitud de algunos o todos los residentes….

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[1] Debo rectificar mi referencia anterior en la Segunda Parte sobre Conjo en la que afirmé que la Asistente Social Srta. Carmela Carreró no llegó a trabajar en mi sector. Revisando mi documentación veo que llegó a integrarse pero por poco tiempo al causar baja por enfermedad y fallecer desgraciadamente en Junio de 1975.

[3] Jamás entró la policía en el centro ni siquiera posteriormente cuando las huelgas salvajes pararon y bloquearon completamente el funcionamiento del centro y la atención elemental a los pacientes.
[4] Textualmente con falta de ortografía incluida.
[5] Las sentencias laborales respecto la expulsión de dos médicos “antiguos” fueron favorables al sanatorio y parcialmente favorables al demandante en el caso del director médico B..


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