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martes, 24 de septiembre de 2019

Capítulo VIII-2ª Parte

viernes, 1 de octubre de 2010

CAPÍTULO VIII-2ª Parte

CAPITULO VIII

Segunda parte:
La Cuadratura del Círculo: De plazas vinculadas y consorcios e integraciones administrativas.


1. El Hospital Universitario deja de pertenecer la Universidad.
El trece de Septiembre de 1985 el Boletín Oficial del Estado publica un decreto por el cual los Hospitales de la Universidad han de integrarse en el INSALUD, o Sistema Público General de la Asistencia Sanitaria de la Seguridad Social. Ello no afectaba a todos los Hospitales y Universidades que ya habían sido transferidos a las Comunidades Autónomas, como los de Galicia, Cataluña y el País Vasco. Solo afectaban a los que dependían aún de la administración central o territorio “MECO”; es decir del Ministerio de Educación. Una palabreja por lo demás de MECO que rememoraba a todos, por lo menos a los que aún contábamos con alguna formación clásica con Meteco y a los que no, seguramente con Maqueto, que es posible descienda del término griego.
El decreto no se cumplió inmediatamente y como expresión de los nuevos tiempos el gobierno y los gobiernos concedieron un largo tiempo para el debate y la preparación de tan grave asunto. Grave aunque más para unos, los profesores universitarios en general y grave, me imagino, para los directivos del INSALUD que tenían que sufragar el funcionamiento prácticamente total de estos centros sin que pudieran gestionarlos adecuadamente, según su criterio.
Es oportuno, me parece, comentar aquí los distintos factores y opiniones que condicionaron estos decretos, que desde luego se acabaron cumpliendo en 1987.
Flotaba en el ambiente la crítica hacia la mala gestión de la Universidad en tema tan complejo. Y esta crítica era tanto más frecuente y abundante que las voces a favor ya que como describí en su momento, tan solo una pequeña parte del personal del Hospital era de suyo funcionarios de la universidad, estando el resto, de los médicos, y prácticamente todos los no médicos, como contratados, si bien en general como contratados fijos.
En el campo de la Medicina Publica era desde luego el INSALUD su organismo básico y quienes pertenecían al mismo disfrutaban de un régimen especial, próximo al de funcionario, y denominado Régimen Estatutario. Es comprensible por ello que la mayor parte de los médicos del Hospital y que no eran profesores numerarios, desearan integrarse en el INSALUD con lo que automáticamente entrarían en el régimen de estatutario sin necesidad de pasar por los complicados procesos de las oposiciones universitarias, que además en ningún caso iban a crear puestos para todos los médicos que precisaba el Hospital para funcionar. Es más: los mismos profesores, como yo mismo en aquel momento, respecto el Hospital estábamos en igualdad de condiciones con el resto, puesto que en aquel momento disfrutábamos de dos puestos oficiales independientes desde el punto de vista administrativo y adquirido por dos procedimientos diferentes: el de profesor numerario de la universidad conseguido por oposición y el de médico estatutario del Hospital en puesto conseguido por concurso de méritos.
Por otra parte y visto desde la mayoría del personal del Hospital el profesor universitario, que en general detentaba los puestos de jefes de servicio y jefes de departamentos, era con frecuencia bastante criticado. Se les acusaba de no cumplir los horarios; de no asumir cargas asistenciales concretas; de estar la mayor parte del tiempo en la Facultad o en el Hospital pero dedicados a “sus cosas” de preparación de clases, congresos y contactos personales obligados para el mantenimiento de las redes de clientelismo, que caracterizaban desde siempre en España al profesorado universitario y sus complejas y singulares oposiciones.
Todavía más factores y muy importantes pueden aducirse a favor del proceso de integración que comento: Factores técnicos y de conocimiento. Me explicaré. La Universidad estaba aún muy anclada en rigideces antiguas respecto denominación y ámbitos de contenido de las distintas cátedras denominadas según las asignaturas del Currículum Académico de los estudios de licenciatura de Medicina. Así por ejemplo la Cátedra de Medicina Interna; o la de Cirugía General …. Sin embargo las necesidades modernas asistenciales y las nuevas secciones o servicios asistenciales y que por ello iban cristalizando en los Hospitales, exigían cada vez más superespecializaciones y superespecialistas, por ejemplo en nefrología, o en diálisis renal o en trasplantes renales. La antigua Medicina Interna como tal y la presento como ejemplo de lo que estoy diciendo, casi había ya desaparecido. La cardiología se convertía en una especialidad más quirúrgica que médica además de exigir un tremendo aparataje y de grandes capacidades manipulativas para su manejo (por ejemplo en el cateterismo cardiaco) y así sucesivamente…… Así con frecuencia se podía ir contemplando que un magnifico jefe de sección superespecialista en trasplantes renales, por ejemplo sabia mucho más del tema que el catedrático y además por la “rigidez universitaria” no veía el momento ni la manera en que podría ser catedrático en esa su especialidad. En años posteriores, precisamente el servicio de cardiología será y es un ejemplo vivo de lo que estoy escribiendo.
En mi opinión era la Universidad la que debería haberse renovado bien a fondo para poder ajustarse a estas demandas: Mas Universidad no era solo Medicina, o por decirlo mejor, la medicina ocupaba y ocupa un lugar singular entre las demás titulaciones unviersitarias, precisamente por su necesaria vinculación a un hospital. Así que la Facultad de Medicina arrastraba las rémoras consiguientes de toda la Universidad y de las muy diversas necesidades de las distintas carreras.
Otro aspecto aún dificultaba más la precisión de funcionamiento de la Universidad y aun más respecto a la Medicina. La divergencia cada vez mayor entre las cualidades, las disposiciones y los esfuerzos relacionados con las tres actividades básicas del profesorado: la investigación, la docencia, y en el caso de la Medicina, la Asistencia.
Los profesores de otras licenciaturas, no podían o no querían entender nuestros dos puestos y nuestros dos sueldos – hay que decirlo en este momento -. En varias conversaciones con ellos yo les decía que estaba de acuerdo y que los profesores de derecho, por ejemplo, deberían llevar y atender también a todos los asuntos estatales del derecho y ejercer por lo tanto simultáneamente de Abogados del Estado; de Jueces, o responsables de la puesta al día y seguimiento de todos los códigos legislativos. Y los ingenieros ocuparse del mantenimiento de la red eléctrica estatal o de las obras públicas. En este momento ellos, los amigos profesores de otras licenciaturas solían poner el grito en el cielo. Seguían opinando con comprensible envidia que no era posible que cumpliéramos con los dos sueldos dentro de la jornada laboral que ya por legislación no podía ser superior a las 40 horas semanales, me parece. Nosotros aducíamos que sólo en un sueldo percibíamos los complementos y los trienios de antigüedad y que los dos sueldos correspondían a la doble responsabilidad. Por otra parte esa crítica no tenia en cuenta que los convenios y conciertos entre ambas instituciones ya preveían la distribución de los horarios entre ambas actividades y así, el tiempo de trabajo se entendía hasta las doce y media de la mañana para el Hospital y hasta las tres para la universidad. En seguida tuvimos que aducir que no se trataba de horarios, si no de horas, pues si no sería imposible de cumplir. Por supuesto no hubo más remedio que aceptar siempre cierta o mucha flexibilidad, pero ello echaba leña al fuego de las dificultades y de las críticas.
No quiero presentar todos estos factores en estilo formal y burocrático pero se presta a ello, pues todavía percibo muchos factores más en esta cuestión que enfrentó, si bien de forma poco virulenta a diversas personas y estamentos del Hospital. Desde luego lo que resultaba hasta chistoso para evidenciar aquello de que España es diferente, era el intento de explicar esta situación a amigos extranjeros, en mi caso de la universidad alemana. Allí quien es nombrado para un puesto de profesorado en medicina automáticamente es medico en ese nivel del hospital universitario. Las plazas son unitarias, pero ello se debe, entiendo yo a ese hecho clave de ser los hospitales universitarios propiedad de la universidad. La verdad es que siendo universidad y hospitales de dominio publico los legos en la política pensábamos que no habría parque existir dificultad alguna de funcionamiento o integración. Claro que volviendo a pensar en Alemania existían otros hospitales, por ejemplo municipales o de las cajas de seguros o privados que no sé si de alguna manera colaborarían en la docencia. Me parece que no, porque docencia se entendía como debe entenderse; es decir, como actividad superespecializada en sí, en la transmisión de conocimientos para lo que no basta poseer conocimientos. De todas formas esta situación ha cambiado en Alemania también. Pero basta de disquisiciones en patios ajenos.
Así pues en nuestro caso pueden describirse aún más factores implicados:
Las recetas. No podíamos hacer recetas de la Seguridad Social si no las propias del Hospital que debían luego los pacientes formalizar en la receta oficial con el médico de cabecera. Aparte de las perdidas de tiempo y eficacia el asunto nos resultaba irritante y todos anhelábamos disponer de un recetario oficial de la Seguridad Social. Solo nos lo entregaron cuando se integró el Hospital y con él todos sus médicos y resto del personal en la Seguridad Social.
Señalaré para terminar un último factor que hacia comprensible al menos en términos históricos este importante paso:
El Sistema M.I.R que era, es el sistema oficial de formación de especialistas había quedado totalmente en manos de la Seguridad Social. El INSALUD proclamaba las vacantes, regulaba las pruebas de acceso y en las comisiones nacionales que regulaban todos los detalles aunque la formaban especialistas de todos los estamentos y lugares, predominaron poco a poco también los del INSALUD a costa de los profesores universitarios. Y ello era comprensible por lo mismo que señalaba anteriormente: La asistencia cada vez se superespecializaba más y sus títulos ya no coincidían con los de las asignaturas ni de las cátedras. Las Facultades de Medicina parecía – y en este sentido continuó su posterior evolución – que solo iban a impartir conocimientos muy generales en los que, además, los alumnos solo deseaban que se les preparase para superar el examen MIR que era del tipo test de pregunta con respuesta de elección múltiple. Por ello gran parte de los catedráticos, incluido el nuestro en Psiquiatría examinaban por el mismo sistema.

2. El Referéndum de integración.
El caso es que en este ambiente el día 30 de Agosto de 1986 se celebró un memorable referéndum en el que participó todo el personal del Hospital. Votamos por grupos profesionales y la pregunta era bien clara. Si deseábamos integrarnos, como miembros del Hospital en la Seguridad Social (INSALUD) o no. Según creo recordar la pregunta se refería así al estatuto del propio personal pues yo creo que la integración del Hospital como tal era ya obligada por el decreto de Setiembre de 1985 que he citado antes.
Me encantaría disponer de los resultados concretos. Desde luego ganó por amplísima mayoría la respuesta positiva hacia la integración, mas un grupo de profesores numerarios que evidentemente habría votado en contra, expuso públicamente su disconformidad. No solo eso. El citado grupo había organizado a partir de Octubre de 1985 una protesta jurídica oficial contra el decreto de integración, mediante un recurso llamado primero de reposición y más adelante de tipo Contencioso Administrativo centrando su alegación básica en el hecho de que al traspasar el Hospital al INSALUD se había realizado un despojo o merma patrimonial a la Universidad sin compensación alguna. Participaron bastantes en este Contencioso incluso yo mismo, que había votado sin embargo a favor de la integración siguiendo el ejemplo de otros muchos compañeros. Incongruencia humana sin duda, pero defendible por aquello del derecho a las propias contradicciones. Era además preciso estar allí por si acaso se ganaba el recurso y no se realizaba o deshacía la dichosa integración con posibles consecuencias negativas personales. Al fin y al cabo la votación había sido secreta y nadie tenía porqué saber lo que habíamos votado. Hablan algunos en estas situaciones como de uso torticero del derecho, lo cual es absurdo, pues precisamente el derecho admite o aun exige, que cada uno tome el partido y adopte la interpretación más conveniente para sus intereses, lo cual hasta es necesario para los jueces, que han de decidir entre las diversas razones que aleguen las partes.
Estos recursos como todo el mundo sabe, cuestan caros, tardan, o al menos tardaban, pues ahora son más ágiles, varios años en resolverse y además no detenían el proceso impugnado por lo que la integración del Hospital y su personal se puso en marcha. Tuvimos que hacer la reclamación individualmente aunque naturalmente estando todos los del grupo de acuerdo y actuando coordinadamente. Así que me tocó pagar varias veces, con los demás, a los abogados que llevaban adelante el proceso que cada vez, al menos a o mis ojos, se fue haciendo más innecesario y aún esperpéntico. Lo curioso es que el contencioso se ganó bajo la base de un defecto de forma por faltar el trámite de audiencia a las partes afectadas, pero parece que ello no sirvió de nada pues el proceso continuó adelante y solamente unos Quijotes continuaron con el mismo. Al fin y al cabo se trataba meramente del cambio de titularidad administrativa de propiedades e Instituciones del Estado. El Hospital no pertenecía a los profesores tal como quizás creyeron algunos.
En estas andanzas estábamos cuando aprobada la integración y pasados unos meses, en Abril de 1987 nos pusieron a todos delante un documento por el cual nos informaban y nosotros aceptábamos el cambio administrativo desde contratados fijos por la Universidad a contratados fijos estatutarios por el INSALUD. En aquel momento yo era ya profesor titular lo que tiene importancia a otros efectos y ya relataré más tarde si me acompaña el ánimo, los esfuerzos, disgustos y dificultades que tuve que superar para llegar a ser profesor numerario.
En todo caso yo firmé pronta y gustosamente el “documento de integración” y recibí con alegría las recetas oficiales del INSALUD y el sello con su código de barras con el que debía formalizarlas. Su posesión, nos parecía que dignificaba y aumentaba nuestro prestigio ante los pacientes, y además nos permitía disponer de algunas medicinas que precisáramos para propio consumo, siempre de forma razonable y parca, al menos por mi parte.
Un grupo de profesores, incluido el nuestro, aquellos comprensiblemente que más se habían opuesto a la integración, se negaron a firmar. No lo hicieron nunca y parece que el asunto quedó en el olvido y lo que es más curioso; éstos que no firmaron no gozaron ni sufrieron de diferencia alguna administrativa respecto a los que firmamos. Entonces ¿Para qué la firma, con la zozobra que ello puede suponer aunque los incipientes sindicatos nos aleccionaron e informaron? Misterios. Yo recordaba aquí a los nuevos auxiliares de Conjo y sus cautelas ante las firmas de nuevos contratos aunque en aquel caso resultaban claramente favorables. En todo caso este grupo pudo presumir y lo hizo con frecuencia, de no haberse doblegado y de “no haber vendido la Universidad”. Sin embargo más de uno seguramente reflexionaría y se daría cuenta después, por todo lo que referiré que la universidad sí que les había vendido a ellos y en otros asuntos seguramente más importantes. En todo caso el asunto, pasados unos años, se olvidó completamente y todos dimos por bueno que trabajábamos asistencialmente para el INSALUD.

3. Consecuencias inmediatas asistenciales de la Integración.
La primera. Aunque el asunto apenas nos afectaba ni lo notábamos en la vida cotidiana, es que los directores, que eran anteriormente universitarios, fueron sustituidos por gerentes procedentes casi siempre del cuerpo de Inspectores de la Seguridad Social. La dirección médica recayó en médicos no profesores, y aumentó extraordinariamente la burocracia y el espacio ocupado por ella en la planta B. del Hospital. Así se crearon tres subdirecciones médicas (médica, quirúrgica y de servicios centrales) y también se separó la enfermería de la dirección médica creándose una dirección de enfermería. Todo lo cual, sobre todo lo ultimo, tenia su importancia respecto la línea jerárquica o cadena de mando que ya no solo se ejercía sobre cuestiones de organización si no de la propia actividad y responsabilidad profesional. La enfermería y con razón, se dignificaba cada vez más asumiendo más responsabilidades y mejor formación, pero yo al menos y en psiquiatría y en la unidad que dirigía, noté poco a poco algún sutil cambio del que fingí no enterarme ni acusar noticia. Llamaré a estas las:

Segundas consecuencias. Poco a poco simultáneamente a los cambios de personas, de supervisores y de otros responsables, como he referido, los ATS y auxiliares se fueron dedicando cada vez de forma más estricta a la labor que les incumbía, con el resultado de acompañar menos a los pacientes a actividades ocupacionales de ocio o de mera conversación acantonándose alrededor de su mesa en el centro de la unidad. (pues no existían normativas especiales respecto el personal de psiquiatría con sus demandas tan diversas a otras especialidades) Es decir a la vez que más se les exigía en labores estrictamente de enfermería y del aumento de burocracia, tanto menos voluntaristas se mostraban para aquellas actividades no directamente programadas. Mas de una vez se me preguntó o criticó este asunto remitiéndome yo en contestación a los estatutos profesionales del personal de enfermería tal como ellos me hubieran contestado de haberlo preguntado lo cual omití, pues yo sigo en todo aquella máxima de Quilón, tan diferente a las parolas de la revuelta de Mayo del 68. En vez de pedir lo imposible Quilón nos recomendaba no desear siquiera lo imposible. Tanto menos solicitarlo y menos aún, claro está exigirlo.
Otro problema era el cambio frecuente de personas de la enfermería que comprendo exigiría la organización general del Hospital a fin de suplir sustituciones, bajas, vacaciones y demás problemas, pero ello conllevaba que a veces cubrieran el turno A.T.S sin experiencia alguna en psiquiatría, o personas muy jóvenes o a veces todas del mismo sexo femenino, lo cual sin ser sexista, tiene su importancia psicológica y física en la psiquiatría. Alguna tarde o noche al comprobar que se quedaban solas en la planta dos jovencitas atemorizadas ante algún maniaco vociferante, gitano mal educado o drogaadicto agresivo, se me ponían los pelos de punta. Otras veces al revés me quedaba y nos quedábamos impresionados de la profesionalidad y valentía no ya solo del personal de enfermería sino no de los o las MIR de guardia que se enfrentaban con los mismos problemas. Ya dije, que en muchas promociones de MIR de los 90 solo entraron chicas. A mi confieso que me encantaba pues siempre por mi familia he vivido rodeado de mujeres, pero otros en el departamento declaradamente misóginos y aún insultantemente misóginos, lo soportaban muy mal hablando malamente del “gineceo” o del “gallinero” y que ellas le perdonen aunque dudo de que el o los implicados se lo merezcan.

Intoxicación por aceite de colza. Por otra parte había surgido en el año 1981 - 82 el desastre de la intoxicación masiva con el aceite de colza, por lo que poco más tarde se establecieron consultas y trabajos especiales por las tardes para su tratamiento. Así quedó ocupado también por las tardes el gimnasio del Servicio de Rehabilitación a donde acudían nuestros pacientes como terapia ocupacional y que por lo tanto dejaron de acudir al mismo. Aunque me parece, según informes de mi amigo y ayudante para refrescar la memoria de estos sucesos el A.T.S. R. A. C. ya antes de ello dejaron nuestros pacientes de asistir por las tardes a los gimnasios de Rehabilitación, quizás por los otros motivos – de tipo laboral- que reseñé. Efectivamente los A.T.S. basándose precisamente en sus normas, se iban negando a acompañar a los pacientes fuera de la propia unidad. Ello era responsabilidad de los celadores – el traslado de los pacientes. - Algo parecido influyó en las practicas clínicas en el aula en las que yo al menos, gustaba de presentar pacientes en vivo, que tomaba de los ingresados bajo mi cargo en la unidad de agudos, pero claro está que era conveniente o aun muy necesario que me acompañara y ayudara un ATS o auxiliar. Pronto me dijeron que ese acompañamiento era graciable y que no podían exigírselo. Entonces con frecuencia llevaba yo mismo a los pacientes o pedía ayuda al MIR que por entonces rotara conmigo, pero éste muchas veces estaba ocupado o no manifestaba interés en asistir a la sesión por lo que me veía solo con frecuencia. Tras alguna experiencia dificultosa poco a poco fui dando las prácticas y lo mismo otros profesores, sin la presencia de un paciente en directo. Lo mismo sucedió con las sesiones clínicas del Departamento dirigidas a los MIR. Por otra parte las practicas clínicas se fueron también transformando, reduciéndose a que los alumnos acompañaban al profesor asociado mientras hacia su trabajo en el despacho, aunque se mantenían los llamados seminarios que se daban en el aula a un grupo de unos 25 estudiantes, lo cual ofrecía también dificultades para presentar pacientes en directo. Más adelante volveré sobe más problemas relacionados con las practicas y sus diversas normativas. Otra razón para ello fue el aumento paulatino de las exigencias de confidencialidad por parte de los pacientes y que dificultaba la exposición del caso ante un cierto número de personas.

Tercera consecuencia. Según se sucedían los años fueron estableciéndose unidades de psiquiatría de agudos, según ordenaba la ley general de Sanidad vigente, en los demás hospitales de la Autonomía. Muy tempranamente y bien se desarrollaron los de Burgos, luego Ponferrada, León, Zamora… casi todos fueron atendidos por nuestros propios MIR que terminada su formación se iban colocando muy bien en estos centros aunque algunos tuvieron que trabajar durante años en autonomias foráneas como Cataluña, Castilla la Mancha y alguno, como Justo Diez en Francia. En el mismo Valladolid el Hospital Psiquiátrico que funcionaba merced a un concierto denominado Consorcio entre INSALUD, Diputación, y Junta de Castilla León, organizó una unidad de agudos cuyas instalaciones fueron mejorando con los años y disponiendo desde luego de mucho más espacio también exterior, de patios y jardines que nosotros. En el mismo Hospital Río Hortega, sin embargo no existía unidad de agudos de psiquiatría, como exigía la ley y por que no había espacio para ello. Así como ya he explicado en la primera parte de este capitulo, Valladolid y provincia se dividió en dos áreas asistenciales, la este que era la nuestra y la oeste cuya unidad de agudos se situó en el antiguo Hospital Psiquiátrico Dr. Villacian, donde, después de importantes reformas, disponía de mucho más espacio y mejores instalaciones que nosotros. En el Hospital Río Hortega había espacio suficiente para la instalación de la unidad de agudos de psiquiatría del área oeste. Ya he comentado en la primera parte de este capitulo los porqués y las deficiencias de esta división, adjuntando el escrito que envié a las autoridades sanitarias por este motivo.

La cuarta consecuencia puede centrarse en el profundo cambio de organización de las consultas externas del departamento y en la cual trabajaban entre cuatro y dos médicos según épocas, y que afectaban también a las consultas de psiquiatría infanto-juvenil formadas por tres médicos después de la asimilación forzosa de dos psiquiatras infantiles procedentes de la desmantelación –así debe llamarse- de los magníficos servicios del Profesor Sánchez Villares de Pediatría. No quiero dar nombres ni de unos ni de otros o mejor dicho, otras.
Al principio cada médico de la consulta llevaba su propia agenda y citaba a sus propios pacientes bajo su responsabilidad tanto asistencial como administrativa a fin de cubrir su tiempo y su trabajo. Además las historias de las consultas ambulatorias se archivaban en el propio departamento y estaban por ello a mano siempre y además, como decían los compañeros implicados, ello garantizaba la confidencialidad tan importante en psiquiatría. Mas el aumento de la intervención burocrática o dicho desde el punto de vista de ellos, la mejoría de la gestión, exigía, decían, la centralización de todas las historias, y que se llevara una historia única de cada paciente donde cupieran las parciales de cada especialidad. Por ultimo se suprimió la agenda de citas de cada médico pasando a citarse los pacientes desde una oficina central. Aquí vino la discusión sobre los tiempos que al fin se fijaron de media hora para cada paciente nuevo y de diez minutos para las revisiones. Todo ello creo una infinita serie de disgustos y reinvindicaciones en las que no quiero ni sé entrar pues yo siempre trabajé exclusivamente en Hospitalización aunque hubo un conato de que llevara también unas revisiones de las ultimas altas a lo que pude oponerme en razón de detentar una plaza vinculada y de que mi tiempo al Hospital era solo de 25 horas semanales según fue fijado en los conciertos que se realizaron. La verdad es que a pesar de todo me ausentaba a las doce y media de la planta de hospitalización con un cierto remordimiento de conciencia, dejando a veces asuntos o revisiones al MIR, lo que era perfectamente legitimo y aun necesario. Sin embargo siempre tuve la sensación de que el personal de enfermería no lo entendía bien y a pesar de dejar en las salas y cubículos de enfermería unos buenos carteles diciendo donde estaba y porqué. Con mucha, demasiada frecuencia contestaban al teléfono que no sabían donde estaba lo que me producía una irritación mucho mayor de la que expresaba y de la que podían juzgar en la Unidad.
Realmente no se trasladaron al archivo central todas la antiguas historias de las consultas externas. Que yo sepa al menos las historias de psicología que recogían todas las escalas y pruebas de los pacientes quedaron siempre en unos grandes armarios de estrechas habitaciones-archivo del departamento. A partir de una cierta fecha sin embargo también la historia de psiquiatría tanto ambulatoria como de hospitalización, se integraron en un mismo sobre guardados en los archivos centrales del hospital. Esta exigencia, en principio razonable creaba sin embargo algunos efectos secundaros. El sobre de la historia era en algunos pacientes tan voluminoso que se transformaba más bien en muchos sobres llenos hasta los topes, que se rompían con facilidad desgranando sus diversos papeles. El movimiento de la historia; es decir desde los archivos a las consultas o a hospitalización era realizado por los celadores a quienes se los veía cargados hasta la desesperación por pasillos y ascensores con carritos similares a los de los supermercados. Era difícil acceder con rapidez a una historia y una vez en la mano era aun más difícil encontrar el documento solicitado pues a pesar de todos los controles y comisiones solían estar completamente desordenadas.

Quinta consecuencia. Cambios cualitativos en la historia psiquiátrica. Otro problema más lo constituía que las historias de psiquiatría eran golosas para el cotilleo en uno y otro lugar pues albergaban jugosos datos privados sobre vidas y costumbres y naturalmente muchos pacientes eran personas conocidas de unos o de otros. Con eso nosotros mismos renunciamos a escribir exhaustivamente datos de los pacientes. Claro que esto podía conducir a un pretexto para nuestra pereza y así minimizar cada vez más la historia psiquiátrica sobre todo en lo referente a lo que yo llamaba vida y milagros del paciente y que en mejor ortodoxia eran los incidentes biográficos (mal llamados en contaminación anglosajona, Sucesos vitales). El asunto sin embargo tenía una enjundia realmente mayor: Estaba en juego un aspecto doctrinal y teórico: ¿La historia debía abarcar en el apartado de antecedentes y biografía del paciente todas las cuestiones y épocas de su vida, o tan solo aquello momentos y circunstancias relevantes para el caso o síntomas actuales? Nuestro jefe por sus deseos de que se realizara siempre un trabajo exhaustivo por así decir y el Prof. Rubio por su orientación medico psicosomática pensaban que debía preguntarse y recogerse todo; es decir cuanto más mejor. Yo tenía mis dudas. En todo caso es y sigue siendo dificilísimo diferenciar qué puede ser importante y qué no, respecto los síntomas y diagnostico de un paciente concreto en una situación concreta. Inexorablemente la sumación de todos estos factores como la exigencia de confidencialidad que no se garantizaba con tanto movimiento de los papeles, la limitación de los tiempos de consulta, los mismos diagnósticos orientados a situaciones de estado y no de rasgo, el declive de las posiciones psicoanalíticas y psicosomáticas, y porque no decirlo, la cierta desidia que iba invadiendo todo ( tanto más cuanto mayor intervencionismo administrativo se ejercía en la labor del médico individual) condujeron a una simplificación cada vez mayor. En mi fuero interno siempre lamenté que no se exploraran dos aspectos centrales de la persona: Sus creencias religiosas o ideológicas y su sexualidad. Para ambas solo quedaban reservadas preguntas sumamente superficiales y accesorias.
Estos efectos iban transformando la psiquiatría como actividad médica dejando espacio para las nuevas profesiones y actividades que iban usurpando en parte sus responsabilidades o completándolas por otra. Pienso en el ejército de psicólogos, cada vez mejor preparados; de asistentes sociales; de los mediadores; de los aconsejadores; de los clientelismos de diversos tipos y ello si citar a los más o menos irresponsables o ilegales como las sucesivas generaciones de brujos, adivinadores y echadores de cartas, que se iban anunciando en los periódicos con total desfachatez. Era la consecuencia del abandono de sus funciones tradicionales primero de los curadores de almas religiosos y por otra del psiquiatra clásico.
Así que por nuestra parte el informe de alta se constituyó en documento más importante como resumen de la historia y desde los primeros años tuvimos la precaución de conservar en la planta todos los informes de alta a los que acudíamos en cada ingreso nuevo ya que la mayoría de los casos eran reingresos. También a partir del informe de alta que el Dr. Madrigal y yo escribíamos cuidadosamente y era trasladado a máquina de escribir clásica y en los dos o tres últimos años a ordenador, se realizaron estudios y estadísticas con gran facilidad. Nuestro jefe de departamento criticaba nuestro trabajo aduciendo que los informes a veces eran algo así como fantasías celestiales ya que en la historia y sobre todo a falta de protocolos clínicos faltaba la descripción de los síntomas que justificaban los diagnósticos. Desde luego los tratamientos medicamentosos acabaron siendo casi café para todos, pero nosotros al menos en hospitalización, hacíamos un trabajo inmenso y principal en el consejo, y en la mediación en intervenciones con las familias en lo que yo llamaba psicoterapia de caballo, termino no despectivo si no meramente simplificador de nuestras intenciones en lucha con nuestras posibilidades de todo tipo. Por otra parte puede ser este el momento para señalar que en Hospitalización éramos solo psiquiatra y medio (mico y mona, decía yo a veces) ya que a media mañana yo marchaba a la Facultad. Esta es la “ratio” más baja de todas las unidades de psiquiatría del territorio autonómico de Castilla León y daría casi risa, si no pena para nosotros, contar y comentar las ratios psiquiatra- cama en estos últimos años en los que permanecimos incólumes solo Madrigal y yo en la planta obteniendo sin embargo las cifras más bajas también de toda la autonomía en cuanto estancia media de los pacientes, una de las cifras estadísticas más relevantes para nuestros gestores.

Reducción de la plantilla. Por esta época también se redujo drásticamente el número de psiquiatras del staff. El Dr. Delio Guerro pidió la excedencia. Berta Rios y Ildefonso Mateo se marcharon respectivamente a Madrid y a Sevilla….. y lo más triste el Prof. José Luis Rubio falleció en 1997.

Sexta consecuencia. La centralización de las consultas hundió también el intento de superespecialización de las mismas como ya referí en los primeros apartados de este capitulo. En este problema todos los médicos del Hospital citábamos el triste caso del servicio del Prof. Sanchez Villares que se esforzó en formar especialistas en las distintas áreas de la pediatría, como cardiología infantil, ( Prof. J. Ardura) Neurologia, ( Dr. Rafael Palencia) psiquiatría
( Dra.. A. Bartolomé y Dra. Baxauli….

Y la séptima consecuencia, por último, consistió en la creación de la Plaza Vinculada y los conflictos que se derivaron de ello pero dada su importancia y además por acontecer cronológicamente después de mi acceso a Profesor titular, lo describiré más adelante.



4. El largo y penoso camino hacía la consecución de mi plaza de profesor numerario de la Universidad.

Los prolegómenos. En mi generación, y posiblemente aún por un tiempo en las actuales[1], el frecuente relato de los avatares y sufrimientos hasta alcanzar una plaza de profesor numerario de la universidad centradas en el esperpéntico trance de la oposición, remeda, sin salvar apenas ninguna distancia, al también frecuente relato de las mujeres, también de mi generación, de sus partos. Y desde luego no deja de ser un parto o un alumbramiento por lo menos, ya que no siempre surge del suceso un robusto y guapo bebé si no con frecuencia una asquerosa e inútil placenta ( hasta que se descubrieron las pomadas y cremas cosméticas producidas con la misma ) Y sin embargo ahora, pasado el tiempo y con una cierta, que no total libertad, para narrar el trance me resulta el asunto más fastidioso que nunca; deja de ser glorioso, aun siendo coronado por el éxito, para ser meramente tedioso y similar también a una pesadilla que es preferible olvidar. ¡Cuantos esfuerzos inútiles en España derramados por este indecible sistema! Cuando se refiere en el extranjero junto con otras cuantas cuestiones que tanto rellenan estos relatos de mi memoria, ponen los ojos en blanco y no consiguen entender nada, lo mismo que respecto a otras costumbres que aunque juzgamos favorables y superiores siguen resultando insólitas para algunos de nuestros convecinos cultos e inteligentes. ¡Ay! ahora estoy pensando en nuestro sistema de apellidos, tan claro y eficaz que iguala jurídicamente al padre y a la madre desde hace casi infinitos siglos…. Es un decir.
El caso es que ya Marañón apostrofó las oposiciones como parte de El Ruedo Ibérico; es decir, espectáculo próximo a las corridas de toros. Claro que a lo mejor y teniendo en cuenta la idiosincrasia de nuestro país es éste el menos malo de todos los procedimientos posibles como sucede con la democracia. Así que relataré algunas cosas, otra vez, en lo posible “sine ira et studio”, pues el asunto y los sucesos vividos se prestan para todo lo contrario; es decir, mucha ira y mucho studio, es decir complicación, complejidad, complicidad y contuberniedad.

Ya he explicado que desde Conjo tenia en los últimos años la vista puesta en la Universidad y en concreto la de Valladolid. Mediante los contactos y consejos con el catedrático de psiquiatría de Valladolid, que recientemente había ganado las oposiciones, ya firmé una convocatoria para profesores adjuntos de psiquiatría en el año 1976. Fui admitido con otras 32 personas. Fue una convocatoria central de siete plazas desde el Ministerio y que no tenían un destino o lugar especifico. Eran oposiciones al Cuerpo de Adjuntos, idénticos administrativamente a la oposición que yo hice en 1983.
En esta oposición entraron en el Cuerpo conspicuos profesores de los años siguientes y que muchos eran amigos o conocía muy bien, como E. Baca, Salvador Cervera, Morales Meseguer (fallecido tan prematuramente y que yo había tratado mucho en Santiago donde perteneció al equipo universitario del Prof. Demetrio Barcia.) Desde Conjo me fue imposible prepararlo y lo firme solo para que “ me fueran conociendo”, según me aconsejaban.
Por fin desde Santiago, y gracias, desde luego al apoyo del catedrático, a quien debo agradecérselo, en Mayo de 1978 firmé un contrato de profesor adjunto interino de psiquiatría de Valladolid lo que ya me obligaba a regresar a Valladolid en un plazo prudencial. Me obligaba moralmente y a mi mismo pues todavía en aquellos años y bastantes más posteriormente como describiré, sobrevivían resabios y malas praxis del antiguo régimen y no todos los profesores residían en la ciudad de su plaza. El sueldo era ridículo y no permitía en absoluto el traslado a Valladolid que no podría haber realizado de no convocarse y ganar en Octubre de 1971 la plaza de Jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital Clínico, como ya he contado.
Así que me incorporé a Valladolid en la posición de profesor adjunto interino bajo un contrato administrativo.
La plaza que ocupaba se transformó al año siguiente, Mayo de 1979, en plaza de profesor agregado, de bastante más categoría y de algo más de sueldo y que ocupé también como interino. Nominalmente el acceso a estas plazas interinas se realizaba por concurso de méritos, mas en la practica dependía exclusivamente el profesor catedrático de la asignatura. La convocatoria era bastante opaca, no existía baremo alguno, ni tribunal constituido y el catedrático decidía, por lo que tanto hay que agradecerlo, pero a la vez, como puede suponerse, creaba una dependencia muy fuerte y estricta a partir de este agradecimiento lo cual de nuevo era característico de lo que he llamado antiguo régimen. Objetivamente no es que en principio me parezca mal. Permite de una forma clara y fácil la formación de equipos fuertes o al menos fuertemente ligados al director de los mismos. Eso en una economía o sistema económico social desarrollado, con grandes posibilidades de cambios, con colocaciones y ofertas siempre abiertas para el valioso y el esforzado, consigue una sociedad dinámica, sociedad científica dinámica y grupos de trabajo o investigación sólidos, de los que estaba muy lejos España en aquel entonces y me temo que también ahora ( 2006) En Alemania también lo decidía todo el jefe pero allí el procedimiento era transparente en cuanto a que estaba claro que el jefe decidía y punto. Este sistema sin embargo fue el que en mis años de joven un tanto, no mucho pero sí un poco intolerante y un poco también aventurero, me llevó a no aceptar las ayudas y porvenir que me ofrecía el Prof. F. J. García Conde de cuyo servicio en el viejo Hospital Provincial fui alumno interno, como he referido en el capitulo correspondiente. Me pareció que me obligaba a una cierta esclavitud y el detalle que más me molestó entonces fue que al salir de clase me pidiera algunas veces que le acompañara al restaurante donde comía y le llevara la cartera. El restaurante era El Rojo, en la plaza del Campillo y famoso por ser una tasca popular con excelente marisco. El se albergaba en el mejor Hotel de la ciudad entonces: El Conde Ansurez. García Conde ha fallecido hace pocas semanas y me he apresurado a enviar mi pésame a su hijo Conde Bru. De haber seguido aquellas iniciativas habría sido internista con un curriculum menos aventurado que el que seguí y análogo al de mis amigos por ejemplo José Luis Yepes y Juan Antonio Gutierrez Pérez, médicos del Ejercito del Aire bajo el amparo de García Conde que también lo era. Lo de llevar la cartera me parecía intolerable y no se me ocurrió pensar que quizás tenia algún reuma o dolor, o que era realmente una forma de distinguirme o que lo que podía recibir de él era mucho más que lo que yo le podría dar o él me pedía. Un maestro de verdad pedía a cambio solamente un poco de afecto y algún detalle. D. Javier a pesar de seguir viviendo en Valencia, de venir a Valladolid cada quince días en esfuerzo tremendo para todos, explicaba su programa, y lo explicaba muy bien con unas maravillosas clases tanto en el aspecto docente como en el formal lingüístico. Yo era alumno interno. Me colocaba con mi bata y con los demás internos en primera fila y D. Javier me miraba continuamente como si me explicara a mí solo y a mi solo casi siempre me preguntaba contestando yo con afortunado acierto casi siempre….
Siguiendo con mi tema; así que como era de esperar el 19 de Febrero de 1981 se convocaron oposiciones a la misma plaza que yo estaba ocupando como interino y también la firmé, me parece, pues ya no estoy totalmente seguro; de lo que estoy seguro es que no me presenté. El me había dicho que tenia tres votos asegurados en aquel tribunal y por lo tanto la plaza casi segura, de no pinchar en la propia exposición, tal como se decía en el correspondiente argot. Simultáneamente me metía miedo y miedo sobre el trance oposicional, hasta tal punto que llegué a soñar que en el acto de la oposición no solo me quedaba en blanco como el protagonista de Fresas Silvestres de la genial película de I. Bergman si no que sencillamente me moría.
Por otra parte es cierto que yo no me encontraba preparado. La oposición exigía la presentación de un programa propio de la asignatura en unas 40 o 50 lecciones y te sacaban a bolas tres lecciones de las que el tribunal escogía una que habrías de desarrollar en el segundo ejercicio. Pues bien: No me había dado tiempo a preparar el programa ni a explicarle entero en un curso académico y yo había estado demasiado tiempo separado de la docencia.
Otras razones o racionalizaciones se me impusieron entonces. Yo no era ya un principiante. Tenía mi cierta edad y un largo curriculum y en Valladolid aun me recordaban por mi brillante expediente académico; uno de los mejores de la Facultad en todos o casi todos los años (22 matriculas de honor; es decir en todas las asignaturas troncales menos en una – la ginecología…) Por último me importaba mucho tanto por prestigio como por necesidades crematísticas, mi consulta recién iniciada en la que tampoco podía permitirme un fracaso. Por ultimo, por ultimo se iba notando la perdida de importancia de la Universidad en la marcha de la Sanidad y en concreto del Hospital y de los demás puestos del INSALUD. Como se vio después los no profesores acababan ganando lo mismo o más sin las mil pejigueras que comportaba el puesto de profesor. Incluso médicos de atención primaria, como empezó a llamarse a los de familia y cabecera de toda la vida, ganaban más y con menos esfuerzo. Pues el esfuerzo del profesor no acababa nunca en la autoobligación de leer, de estar al día, de mantener infinitos papeles de clases, resúmenes, transparencias después, guiones de lecciones, participación en congresos, realización de trabajos y publicaciones, amen de las reuniones, consejos e inmenso papeleo cada vez en mayor cantidad. En fin una tensión permanente que abarcaba todo el tiempo, incluido el del supuesto ocio y el de los sueños. Y todo ello iba bien para personas que centraban toda su vida en la profesión, amen, claro está de ser activas y con interés en el caso, pero yo no era así. Me gustaba disfrutar del ocio; no soportaba el estrés, no me importaba demasiado el fugaz prestigio de los congresos y de las sociedades, estaba muy mal dotado para la asociación, la intriga o aun la sana colaboración, pues trabajaba en solitario y silencio. Total aquel mundo no era importante para mi; ahora bien el hecho de ser profesor sí que me gustaba, sí que me parecía que me lo merecía, sí que lo demandaba un cierto orgullo interior y por otra parte teniendo seguro el puesto en el Hospital se podía intentar llegar a profesor sin excesivos riesgos tomándolo – ¡ay si fuera posible!,- que no lo era, como una competición deportiva. Mi familia me animaba dentro de esitas consideraciones, pero con mi agradecimiento infinito por ello, no me lo exigía, y tampoco, claro está me desanimaba o prohibía como le sucedió a un buen y conocido amigo, ya fallecido.

Más avatares y sus consecuencias. Así que no me presenté a esa oposición. Me parece que ni siquiera firmé la convocatoria y tal como era de esperar ocupó la plaza otro y yo al comienzo del nuevo curso el 30 de Setiembre de 1981 me quedé en la calle respecto la Universidad. Muy mal momento pues la plaza universitaria incluía el privilegio, después abolido, de matricula gratuita para los hijos y en aquellos años mis tres hijas iban a ir accediendo a la Universidad.
No me di cuenta que al no seguir las indicaciones o ordenes no solo dejé de estar apoyado sino que desde entonces se me apoyaría en contra, como así fue y precisamente a través y en concreto por esta persona que ocupó mi puesto.
Esta persona firmó la toma de posesión, dio una clase inaugural y no volvió a aparecer por Valladolid mientras que yo, que seguía teniendo interés en preparar la oposición para otro momento que me pareciera más propicio, acepté sustituirlo participando en todas las clases y actividades de las asignaturas de psiquiatría en la Facultad:
¿Me dieron por ello algún dinero? ¿El interesado quizás que siguió cobrándolo aun a escala reducida[2] según luego me dijeron me dio algo? No padre. (Efectivamente yo recordaba a mi padre sustituyendo al Dr. Núñez en el Instituto Nacional de Previsión de Segovia y que tampoco nunca recibió nada por ello) ¿Me dieron algún titulo, diploma o al menos escrito de reconocimiento? No padre. Absolutamente nada. Mucho más adelante requerí que al menos que me reconocieron como Colaborador Honorario para ese tiempo; cansado de pedirlo al fin dije que ya tenía el papel y que no se preocupara nadie más (un decir) No se le ocurrió, ni yo pedír algún escrito particular del catedrático por aquel año de clases y que pudiera servir de méritos. Yo que estaba tan acostumbrado a los numerosos informes elogiosos desde Alemania, Pamplona y otros, me sentí bastante humillado, pero por otra parte mi orgullo me impedía pedirlo. En fin todos bastante neuróticos en aquella casa grande de la Facultad de Medicina y de la cacareada y orgullosa universidad.
¿Dijo algo el Hospital por el tiempo robado al mismo para dar clase sin estar nominado oficialmente para ello? No padre.
¿Quizás los alumnos, o compañeros o Junta de Facultad se quejaron por recibir clases de quien no estaba nominado; es decir, oficialmente capacitado para ello.? No padre.
¿Existían inspectores del Ministerio que controlasen quien daba las clases, si se cumplían los horarios, etc?. No padre. Eso se organizó mucho después.
En fin; estábamos aún en el antiguo régimen y todos y yo el primero estábamos contentos de que nos dejaran dar clases en la Facultad o Universidad aunque fuera gratis. Así sucedía en otras asignaturas. El catedrático o titular demandaba esporádicamente o con inusitada frecuencia que le sustituyera en clase su buen amigo X o su médico del equipo clínico del Hospital….. o lo que fuera.
Esa persona al final de ese curso pidió la excedencia y yo esperaba que en la plaza vacante se me confirmara otra vez como interino, dado entre otros detalles que había estado sustituyendo (Inoficial e inadecuadamente) Pero no. En total silencio esa plaza se perdió para psiquiatría y me enteré que se concedió a cirugía donde la ocupó un magnifico neurocirujano el Dr. Izquierdo Rojo, que por supuesto no tenía la culpa de nada, y que años más tarde dejó también la Facultad.
Así que durante los dos años siguientes: el 1982 y 1983 no tuve plaza alguna en la Facultad. Eso traía como ventaja poder disfrutar de las vacaciones en cualquier época del año y no solo en el mes de agosto oficial tiempo de las vacaciones académicas. Así pudimos ir en el Otoño de vacaciones al Sur de España y al Algarve de Portugal. La disminución de los ingresos nos pesó mucho también por motivo de las matriculas de las hijas, como decía, pero desde luego con el trabajo y esfuerzo de todos- aun dispuestos a empeñar las joyas- las niñas fueron matriculadas, hicieron estancias todas en Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, y comimos bien todos los días en una casa vieja y enorme donde, eso sí, pasábamos mucho frío.
Por otra parte me fui preparando poco a poco y yo solito para las oposiciones pues la orden del 19 de Febrero e 1981 publicada en el B.O.E del 15 de Abril de 1981 convocaba de nuevo un turno libre a seis plazas de profesor adjunto de psiquiatría que decidí firmar y concurrir.
La espera fue larga y por ello mi tiempo de preparación.

Oposiciones.
Se celebraron por fin en Madrid del 12 al 16 de Setiembre de 1983.
La lista de admitidos se publicó en el B.O.E. el 31 de Diciembre de 1983.
Habían firmado la oposición nada menos que 32 personas. Acudieron unas 12, no lo recuerdo bien y sacó el nr. 1 con 4,62 puntos Civeira. Yo obtuve el último puesto con 3,89 puntos. Entraron además: Baldomero Baca, Montero Roig, Camacho y Vallejo Ruiloba. Con la plaza ganada se entraba en el cuerpo pero se quedaba uno en expectativa de destino y por supuesto no se cobraba nada ni surtía antigüedad, hasta la toma de posesión, lo que era en aquel momento una incógnita. Desde luego no podría ni querría desplazarme de Valladolid. Los sueldos para una plaza exclusiva de adjunto seguían siendo irrisorios.

El desarrollo de la oposición. Cargué de libros y papeles el coche (Tenia que llevar uno mismo su documentación) Me despedí de mis padres que pasaban unos días en el pueblo y acompañado de mi esposa que animaba, protegía y ayudaba… nos alojamos en el Hotel Tirol de la calle de La Princesa de Madrid donde solían alojarse los opositores por su cercanía a la Ciudad Universitaria. Desayunamos juntos mirándonos los opositores, me parece - o es distorsión paranoide, - torvamente, y nos presentamos en la Sala de Grados de la Facultad de Medicina de la Universitaria en tesitura y actitud de corderos al matadero. Esa era al menos mi vivencia.
Presidía el tribunal el Prof. García Conde Bru, hijo de mi antiguo profesor Francisco Javier García Conde. ¡Vaya; un primer amigo! (Fue decisivo) Después R.S. aquel a quien había sustituido en Valladolid. (¡Vaya. Todo lo contrario). Luego el Prof. Calcedo ( llamado el Almirante y amigo mío desde aquel momento por enemigo común. ¡Ah! no viene apoyado por…. entonces lo apoyaré yo….) además Enrique Rojas y Alonso Fernández a quien conocía por la común lucha antialcohólica desde aquel Congreso en La Coruña a donde acudí desde Heiligenhafen.
El primer ejercicio se denominaba de autobombo, pues consistía en la exposición del curriculum y los méritos. Se presentaban las diapositivas realizadas penosamente con tiralíneas y foto del resultado. Mi curriculum era muy bueno, pero más en el aspecto asistencial que en el docente o investigador que se exigía particularmente para el profesorado universitario. Tenía a pesar de ello muchas publicaciones y no era ya un principiante, como algún otro opositor más joven. Quedé agotado al terminar.
El segundo ejercicio al día siguiente, creo recordar, era el más difícil. Consistía en la explicación de una lección del propio programa escogida por el tribunal, entre tres que sacaba la victima a bolas. La misma bolsa de cuero con las bolas parecía ominosa y casi temíamos sacar una bola negra que nos expulsara de la oposición o de este mundo. Tal era el ambiente dominante.
No recuerdo que otros temas saqué de la bolsa, pero sí que me escogieron: Los psicosíndromes del alcoholismo. Un tema bueno para mí. Creo que lo escogió Alonso por ser especialista en el tema y no sé si se acordaría de mí como trabajador en la praxis del problema tantos años en Alemania y Navarra.
Una vez obtenido el tema seguía la llamada “encerrona” consistente en que el opositor quedaba recluido en una sala durante cuatro horas que tenía para preparar su clase. Podía acceder a todo tipo de libros, o notas que ël llevara o que le aportara algún ayudante, pero él mismo no podía salir de la Sala y además debía utilizar para sus notas exclusivamente el papel sellado de la universidad que se le entregaba en el momento. En esta situación muchos ayudantes de opositor salían disparados como escuderos a buscar algún libro, revista o cita rara que pudiera ayudar a su señor (de aquí quizás la costumbre de llamar luego señorítos a los catedráticos) Yo no llevaba más que el inmenso apoyo moral de mi esposa.
Redacté y presenté un precioso esquema, en mi opinión, claro, del problema. Por una parte los psicosíndromes, por otra los procesos orgánico cerebrales. Su parangón y relaciones, la evolución de los procesos y la sucesión posible de los síntomas y síndromes insistiendo en el doble condicionamiento psicopatológico, el psicoreactivo y el orgánico cerebral. Era el tema princeps de Jaspers para diferenciar los procesos de las reacciones en la situación limite entre unos y otros de la celotipia alcohólica. El tema era precioso. Yo no tenia diapositivas y lo presenté en el encerado recalcando que era mi procedimiento habitual de exposición en clase desdeñando diapositivas complejas que el alumno no tiene tiempo ni de entender ni de copiar. Aquí el esquema en el encerado se desarrollaba a la vez que el discurso didáctico. El ejemplo, la anécdota, o el “deceso” que entonces se denominaba meramente pausa, debían servir a mantener la atención del alumno y en este caso del tribunal que sin embargo charlaba, sonreía y chismorreaba por los bajines distrayendo y desanimando a la victima. Hora y media de exposición. Acabé contento, pero totalmente derrumbado. Es uno de los momentos de mayor estrés y cansancio de mi vida y que logró que en experiencia propia conociera esos síntomas. A la vez se me desencadenó una terrible jaqueca que suele darme aunque muy raras veces tras un estrés extremo.
Desde Valladolid solamente D. Pedro, mi querido y admirado amigo y maestro, me llamó para preguntar sobre la marcha de la oposición. El resto de los compañeros del Hospital y de psiquiatría se hundieron en el silencio más absoluto aunque después pude enterarme que bien les llegaron a algunos algunas noticias que fueron negativas – equivocadamente por fortuna - por lo que se alegraron lo que les petaba.
El tercer ejercicio o práctico se consideraba ya de rutina pensando que la suerte ya estaba decidida. De suyo en este tipo de oposiciones estaba ya todo decidido antes de empezar, salvo imprevistos poco previsibles y las alianzas, componendas, conocimiento o fama de los candidatos que debían estar ya bregados en las palestras de congresos, escritos y demás movimientos, habrían determinado los acuerdos procedentes.
Nos presentaron en el práctico – sobre papeles, no en vivo, a un caso de anorexia nerviosa. En aquellos años comenzaba a extenderse el imparable dominio en el diagnóstico psiquiátrico del DSM que todavía no conocíamos muy bien a pesar de los Grandes Relatos del Hospital en los que yo mismo había participado activa y pasivamente. El ejercicio era sin notas ni papeles y tuvimos que esforzarnos en recordar las normas del DSM entre lo que destacó según mis recuerdos Vallejo Ruiloba.
Bien; pues a pesar de todo lo dicho, parece que mi presencia y actuación sí que desbarató un tanto las previsiones o acuerdos del tribunal, y un candidato prioritario tuvo que quedar fuera hasta la próxima convocatoria. Obtuve plaza en el numero 6; es decir, el ultimo. Así desde entonces puedo presumir de haber solo realizado dos oposiciones en mi vida. En la primera en 1955 obtuve el numero uno para acceder a Alumno Interno de la Facultad de Medicina. En esta segunda, ya he dicho el resultado. Entretanto puedo presumir también que solamente una vez en la vida profesional no obtuve lo que solicité. Cuando solicité la plaza de jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital y Fundación Valdecilla de Santander.
Después llovieron los abrazos y felicitaciones incluidos los del tribunal y ahora seria el momento de reseñar aquella anécdota tan sabrosa como inolvidable que he contado en público solo un par de veces, cuando fue necesario, pero que aquí no la contaré.
Regreso a casa en expectativa de destino. Agotado pero feliz regresamos a Valladolid.
No se me olvidará cómo me recibieron en Valladolid. Estaban todos en una reunión de staff un lunes por la mañana. Entré y ni se levantaron de la silla, Alguna tímida enhorabuena. Alguien farfulló no se qué sobre porqué que no había consultado el programa en lo relativo a la psiquiatría infantil. Empezaron a hacer cábalas de cómo se habría producido la oposición o las votaciones. Solamente Jesús de la Gandara, entonces MIR que seguramente participaba en la reunión del departamento como representante de ellos, dijo algo así como: “Jimeno ha sacado la oposición sencillamente porque se lo merecía y es un tipo bueno... Mi agradecimiento solo por aquella frase en aquel medio que percibía como hostil lo agradeceré toda la vida.
Otra enhorabuena que valoré muy intensamente fue la del Prof. Barcia Salorio entonces ya en Murcia y con quien había colaborado en Santiago uniéndome a él siempre una muy buena amistad. Realmente yo pensaba que en aquel momento era el catedrático de psiquiatría más importante de toda España. Me escribió personalmente en carta de fecha el 3 de Octubre de 1983. También García Conde, el presidente del tribunal contestó afectuosamente a mi carta donde le agradecía su inestimable ayuda y apoyo. Su padre precisamente ha fallecido hace poco con lo que he vuelto a escribirle y recibir su agradecimiento.
Luego en Valladolid pasaron unos días, reflexionaron mis compañeros, se conoce, y me ofrecieron una cena, lo cual era obligado según las costumbres de la Universidad. En ella recuerdo una sabrosa merluza a la cazuela.
La oposición ganada me integraba en el cuerpo de profesores adjuntos pero quedaba en expectativa de destino y era una incógnita cómo éste habría de dilucidarse. Me parece que algunos en Valladolid pensaron que quizás marchara a otra ciudad y universidad, pero ello de ninguna manera entraba en mis cálculos dada la exigua paga de adjunto, mi mejor puesto del Hospital y el incipiente desarrollo, pero favorable de la consulta privada. Si fuera necesario estaba dispuesto a renunciar, o mejor dicho estaría obligado, a renunciar a la plaza. En el Hospital otro amigo estaba en la misma situación: El Dr. Jover, de medicina interna.
Por lo visto el MEC tuvo que realizar también alguna consulta jurídica con los abogados del Estado respecto a la validez de un maravilloso decreto – porque me favorecía pero a la vez totalmente razonable - que se publicó en el BOE el 1 de Enero de 1984 y por el cual las plazas de adjunto celebradas antes del 21 del Set. de 1983 ( cuando entraba en vigor la nueva ley universitaria o L,R,U,) debían adjudicarse en las universidades respecto a las cuales el candidato tuviera ya alguna relación contractual o de trabajo, y ese era mi caso y el del Dr. Jover por tener plaza fija en el Hospital que todavía pertenecía a la Universidad y cuyo responsable jurídico era el Rector. Así que acogiéndome a ese decreto tuve que presentar las correspondientes instancias y peticiones (pues en nuestra administración nada que te sea favorable se mueve automáticamente) Para apoyar mi petición hice una visita personal al Rector Prof. D. Fernando Tejerina, una persona inolvidable por su caballerosidad, sencillez y afecto a quien yo llamo siempre “mi querido rector”. También contaba con otros amigos en su equipo rectoral por lo que contaba con una resolución adecuada de la importante cuestión de la adjudicación de mi plaza en Valladolid. Desde luego ni “mi jefe” ni el decano movieron un dedo para resolver el asunto.
Hasta Julio de ese mismo año no me contestó oficialmente el secretario de la Universidad Prof. Lopez Muñiz en sentido favorable. Fijaros sin embargo cómo van pasando los meses y yo sigo sin mi plaza, sin mi sueldo naturalmente y con la zozobra respecto la resolución del caso.
El 13 de Febrero por fin la Junta de la Facultad de Medicina apoya estas peticiones - cuando el asunto ya está resuelto por ley – y por fin el 12 de Diciembre del 83 recibo el nombramiento, no ya de Profesor Adjunto si no de profesor titular de Psiquiatría, pues el cuerpo de profesores titulares se creó en 1983 y en 1984 se integraron en él y con este título todos los antiguos profesores adjuntos.
Toma de posesión.
Mas aun debo esperar al comienzo del nuevo curso momento en el que se reorganizan las plantillas y nóminas y así por fin el 24 de Septiembre de 1984 tomo posesión de mi plaza en un sencillo acto de jura de la constitución y firma reglamentaria en los libros de la universidad, todo ello en el despacho del rector, y seguido de un pequeño copetín. Me sentía muy feliz. Entretanto y por entrar en vigor la nueva L.R.U. los adjuntos quedan integrados en el nuevo cuerpo de profesores titulares. He tenido suerte. Así yo ya me incorporo a partir del comienzo del curso académico el 1 de Octubre de 1984 como profesor titular de universidad. Ya explicaré que consecuencias y cambios suponía.
No asistió a la toma de posesión ninguno de mis compañeros, sí naturalmente mi esposa, pero tuve la inmensa sorpresa de que sin que yo le hubiera avisado ni hubiera tenido en los últimos años mucha relación con él; la inmensa sorpresa, digo, de ver aparecer en la toma de posesión a uno de mis viejos y escasos amigos, por quien he tenido un verdadero afecto. En casa lo considerábamos un verdadero santo.: Miguel Enrique Moreno Rexach. No se como se enteró. Apareció el pobre atáxico y tambaleante. Teníamos que sujetarle por la calle. Una vez más sentí el trapo que había hecho la medicina en aquella persona y aquella inteligencia tan magnífica, pues todo derivó de una cadena de errores médicos gravísimos, que no es del caso relatar ahora..... Pobre MIKIKE S.J. !!. Era un sabio (en lingüística de lenguas modernas y orientales de la Escritura) y un Santo, vuelvo a repetir, quizás el único que he conocido en toda la extensión de la palabra y yo le quería muchísimo, desde que nos conocimos y tratamos también con sus hermanas y familia en Segovia en los años de mi adolescencia.

Años más tarde, por cierto, con ocasión de una visita a Segovia me acerqué, como suelo hacer, por su casa en aquella plazuela del Conde de Cheste en donde tenia su casa, una casita antigua con pequeño jardín y vi que estaba abierta o más bien que alguien entraba en ella. Me animé a llamara. Efectivamente allí vivía su hermano que es arquitecto y que me dice se ha trasladado a vivir un tanto en plan bohemio aquella casa. Se acordaba de mí. El, Juan, era más joven que nosotros. Se acordaba de mi padre, que fue tan amigo del suyo en aquella Segovia de principios de siglo y en la cual fundaron con Alberto Marquerie los primeros grupos de boy scout de Segovia. ( Exploradores). Me dijo que tal como yo suponía Miguel Enrique había fallecido el año pasado en su residencia de jesuitas de Alcalá de Henares. Dice que en las últimas épocas estaba un poco "ido" y que confundía a personas y situaciones. El no quiso nunca dejar a los jesuitas. Le aconsejamos en su momento - en aquel momento en el que él luchaba por su ordenación que le negaban por su epilepsia (sintomática ) que se saliera, que podría hacer también mucho bien fuera de la orden.... A los jesuitas no pudo devolverles el fruto que podría haber dado. Puedo dar todavía el nombre del médico y neurocirujano culpable, pero no lo escribiré aquí. Confundió un edema de papila producido por una neuritis óptica con un posible tumor cerebral y le hizo una serie de radiografías con contraste de lipiodol. Ello le produjo una epilepsia sintomática. No contaré más.

Al acceder a una plaza de profesor numerario se vivía, absurda y ridículamente, debo decir ahora, como si le hubieran ungido a uno con órdenes casi religiosas. Y en realidad así fue en la Universidad occidental antigua con sus duros ritos de paso que en el mismo Valladolid obligaban no ya al profesor sino a quien accedía al titulo de doctor y se le imponía la famosa borla, se le imponía, nada menos, que la organización a su costa de una corrida de toros y cuentan los anales que más de uno no pudo acceder por este motivo, y otros presentaban escritos solicitando el descargo de tan penosa costumbre, pero era difícil pues representaba unas fiesta para la ciudad. A mi, desde luego me produjo una enorme satisfacción. Con la sangre del toro, después, se escribía el VICTOR en los claustros de la universidad.

5. El conflicto de las plazas vinculadas.
Este grave conflicto administrativo-laboral, el más importante que sufrí o en el que participé en estos últimos años de trabajo en Valladolid, es consecuencia de la Integración del Clínico en el INSALUD, descrito anteriormente, así como de la aplicación de la Ley General de Sanidad vigente y que facultaba a las Universidades a realizar convenios de colaboración con las Instituciones Sanitarias.
Aparte el aspecto anecdótico, la cuestión tiene gran interés para la organización de la Sanidad a su mayor nivel, que lógicamente debería ser la dependiente de las Facultades de Medicina, así como su comparación con otros países europeos. Ya adelanto que todo intento de explicación de los avatares y complejidades del sistema vigente y su origen y que voy a describir resultó siempre completamente incomprensible para colegas alemanes o ingleses a quienes intentamos explicárselo. A los americanos ni siquiera lo intentamos por estar las universidades de allá ajenas a todo concepto de funcionario o similar.
Respecto los datos administrativos de este conflicto sigo las fechas descritas en el muy bien documentado y ponderado articulo sobre el tema de José Ignacio Paz Bouza publicado en “El Médico” el 3 de Marzo de 1989. [3]
Por una parte estaba en vigor el Decreto sobre incompatibilidades de los empleados públicos de 1984. Simultáneamente se contemplaba que los docentes universitarios, sin embargo, necesitaban para el desempeño de su actividad realizar también funciones asistenciales.
Así el Real decreto 1558 de 1986 expresa las bases generales del régimen de conciertos entre las Universidades y las Instituciones Sanitarias y dentro de ello se creaba y definía el concepto de plaza vinculada consistente en una nueva figura de funcionario universitario que simultáneamente tenia funciones asistenciales en la correspondiente Institución Sanitaria concertada, recibiendo por ello un complemente de sueldo. De esta manera la plaza vinculada integraba las dos plazas que tenían, teníamos, casi todos los profesores, una docente y otra asistencial en una sola, una sola nómina, decía el decreto, de la Universidad.
Es preciso recordar, que sin embargo, todos los afectados habíamos adquirido cada plaza por procedimientos distintos y por ello y para empezar nos sentíamos despojados de una de las plazas, la asistencial, además de vernos impelidos a una plaza nueva cuyos detalles y consecuencias en el momento y después se nos escapaban y nos preocupaban; por ejemplo respecto el régimen de Seguridad Social propio que los empleados en las Sanidad disfrutaban en el Régimen General de la Seguridad Social y los universitarios en el llamado MUFACE. En aquel momento estábamos disfrutando también de los dos sistemas que tenían cada uno sus ventajas y inconvenientes distintos.
El problema más gordo e inmediato era sin embargo el retributivo. Con la plaza vinculada perdíamos aproximadamente un millón y medio de pesetas al año. Hay que adelantar que aun recibiendo anteriormente las dos nóminas, como he descrito, trienios , complementos etc. se recibían solo en una, en general en la asistencial que era más generosa en este aspecto.
En la resolución 11496 del 7 de Mayo de 1988 fija el B.O.E. las retribuciones de las plazas vinculadas según lo dicho anteriormente y el 1 de Enero de 1989 entró en vigor.
Para más INRI es preciso añadir que las “Autonomias de Primera” como siempre Galicia, El País Vasco y Cataluña no lo aplicarían, conservarían las dos nominas y expresaron claramente que la Autonomía en todo caso, compensaría a sus profesores ( de Universidades ya integradas en su Autonomía) con lo que faltara. El sistema se aplicaba solo al llamado territorio M.E.C es decir dependiente de la administración central del Ministerio de Educación de Madrid. Es más; en aquellos años las otras autonomias, sobre todo la Catalana, estaban contratando a profesionales, muchos reclutados desde el extranjero ( a mi no me tocó ya esta bicoca) Adelanto que efectivamente no lo aplicaron nunca y en la actualidad ( escribo en Setiembre de 2006) siguen cobrando las dos nominas más los complementos autonómicos y lo correspondiente a la carrera profesional que precisamente en Castilla León acaba de aprobarse también para los profesores universitarios que una vez más habían quedado inicialmente excluidos lo que obligó a unas huelgas en este año pasado. Pero estamos en Enero de 1989.
Otro problema que sin embargo quedaba en retaguardia era la llamada correspondencia docente asistencial; es decir la determinación de qué nivel asistencial correspondía a cada nivel docente. Esta cuestión solo se resolvió muchos años más tarde (creo que en el 2003) mediante el nuevo Concierto Universidad SACYL (Sucesor autonómico del INSALUD una vez que la Junta de Castilla León asumió la competencia en Seguridad Social) En ese momento se aceptó lo que solicitábamos: que el catedrático sería jefe de servicio del Hospital y el titular jefe de sección del mismo. Varios compañeros tuvieron que esperar años largos para obtener esta justa equiparación. Yo sin embargo ya era medico jefe de sección del Hospital.
La indignada respuesta fue inmediata. Desde el día 20 de Enero de 1989 en Salamanca y el 26 en las demás universidades el profesorado universitario se puso en huelga docente y se suspendieron las clases en la Facultad de Medicina.

Después de las correspondientes asambleas que celebramos ordenadamente en el Aula de Grados de la Facultad, en Valladolid nos pusimos en huelga 80 profesores; prácticamente todos los que tuvimos que asumir la dichosa plaza vinculada. Creo que solamente uno cuyo nombre bien recuerdo pero que no cito por ser un buen amigo y a quien quizás una cita nominal le disgustaría. En todo caso recuerdo que el Prof. Cesar Aguirre de Anatomía Patológica y el Prof. Rodríguez Torres de Medicina Preventiva fueron asesores y portavoces importantes.
Creo recordar que al estar ya en vigor la plaza vinculada no pudimos hacer huelga docente y no asistencial si no que tuvo que ser en las dos funciones. Los más esotéricos pensábamos en la Santísima Trinidad con su descripción de varias naturalezas en una misma persona.
Para paliar los efectos, muy duros, recurrimos al truco habitual de parar los días laborables y de volver al trabajo los fines de semana y festivos. Mas adelante el paro se redujo a tres días a la semana. También se criticó que siguiéramos trabajando en nuestras consultas particulares; mientras que los que no las tenían sufrían aun más.
Al no obtener respuesta satisfactoria continuamos en huelga que con diversas intermitencias duro desde Enero de 1989 hasta el cuatro de Abril del mismo año. Hicimos una serie de reclamaciones por las cantidades no percibidas desde que se creó la plaza, reclamación que desde luego también perdimos. Privadamente se nos llegó a amenazar con la exigencia de las cantidades percibidas “irregularmente” en años anteriores, a lo que desde luego contestábamos que los responsables fueron los que nos pagaron. También adujimos que en otras Autonomías no se había aplicado este reglamento y seguían cobrando por los dos conceptos y en este caso acabamos cayéndonos del guindo al ver por donde iba España a su desintegración al contestarnos que cada Autonomía tenia la capacidad de adjudicar nominas y contenidos que desease.
Un evento, como ahora se dice, lúdico festivo en estos avatares lo recuerdo en la excursión que hicimos corporativamente a Segovia por aquellas fechas aprovechando que en su Parador (con sus maravillosas vistas unturbenianas[4] de la ciudad), se celebraba una reunión política de alto nivel. Nos manifestamos a lo largo de la carreterita y de las vallas que conducen al Parador, pues no nos dejaron pasar más allá. Exhibimos una débil pancarta e increpamos educadamente a los políticos cuando salían del Parador para comer en la ciudad. Mal nos veíamos a nosotros mismos en este papel. Recuerdo por ejemplo al Prof. Miguel Garcia Muñoz, recientemente fallecido, jadeando con su buena humanidad y a mi mismo en supremo trance de extrañamiento de la realidad en el que intentaba intuir las vivencias aquellas de “significación anormal” de los psicóticos. Nosotros por nuestra parte después de la fatigosa marcha por la carreterita, (con el autobús al lado) nos fuimos a comer a Lago, en la carretera de La Granja. Un lugar y una zona tan conocido por mí y que me traía tantos recuerdos de aquellos días en los que mi padre me llevaba en bicicleta…. sudando y medio muerto por las cuestas de los depósitos (de agua) No nos hicieron, claro está, ni maldito caso y ya quedó claro que nuestra autonomía no era histórica si no de segunda clase. Éramos victimas sin duda de una revancha, pero nuestras fuerzas se agotaron y estas diferencias desde entonces, me parece y nos parecen a todos que han ido más bien aumentando.

Entre tanto los alumnos de Medicina apoyados por sus padres temían la posible pérdida del curso académico, recordando en este caso lo sucedido al cierre de la Universidad en el año de las revueltas universitarias y en las cuales “apedrearon con huevos” al entonces rector de la Universidad Prof. Del Sol, catedrático de Ginecología y Obstetricia y que años más tarde se suicidó cuando ya trabajaba en Madrid. Entonces se creó la llamada universidad libre (o paralela) en la cual se impartieron cursos y prácticas en edificios adyacentes a la universidad por parte de los mismos profesores, con lo que se consiguió que los alumnos no perdieran curso. En reuniones de los alumnos y sus padres a comienzos de Abril de 1989 éstos exigieron en primer lugar la organización de servicios mínimos docentes, que al parecer no esta contemplado como exigible según la ley al no tratarse de servicios esenciales para la seguridad u orden publico. A falta de ello solicitaron también la constitución de una Universidad libre. Fue rechazado, pero los profesores nos comprometimos a una vez finalizada la huelga por aquellos días de Abril haríamos todos los esfuerzos necesarios para que no se perdiera curso. Todo ello tuvo, como es natural abundante repercusión en los periódicos y radios, no solo locales, de cuyos recortes tomo datos que ayuden a mi memoria.

En Abril de 1996 los titulares antiguos, es decir que habían accedido antes de la reforma de la L.R.U. en Setiembre de 1983 y por lo tanto con oposiciones nacionales celebradas siempre en Madrid, situación que era la mía, solicitamos que se nos equiparase a los catedráticos. Este grupo se llamó a si mismo “Titulares de Pata Negra”, acentuando así nuestra categoría; pero claro está que dentro del mismo cuerpo funcionarial , aunque los procedimientos de ingreso hubieran sido distintos, no cabían distingos; es decir no admitieron distingos en el MEC, pues ya he explicado las enormes diferencias que se iban estableciendo entre las distintas autonomías.
Promovido por el Prof. Antonio Alarcos ( O.R.L.) del Clínico entre otros, se fundó una asociación de ámbito nacional de profesores titulares de universidad análoga a la que ya mantenían los catedráticos y dirigidas a la defensa de los intereses profesionales, que veíamos cada vez más atacados y disminuidos.
Tan tarde como Enero de 1990 todavía reclamamos al INSALUD las cantidades no percibidas al crearse las plazas vinculadas sin éxito alguno, como era de esperar.
Al fin tuvimos que aceptar lo irremediable. Se nos ofreció, como triste compensación, pienso yo, que escogiéramos el régimen sanitario y de jubilación; bien por el sistema de clases pasivas del estado (correspondiente al puesto universitario) o bien por el régimen general de la Seguridad Social. Después de asesorarnos, o por lo menos de asesorarme escogí el general de la Seguridad Social, de lo cual no me arrepiento pues ha sido ventajoso para mi reciente jubilación.



6. El chusco y penoso caso de la entrevista de los médicos encapuchados.
Como una consecuencia, quizás, de la integración - o absorción – del Hospital Universitario en el INSALUD se celebraron en diciembre de 1986 varias asambleas coordinadas del Clínico y de El Río Hortega en las que se comentó y denunció el deterioro de la calidad asistencial. Una delegación de cinco médicos jefes de servicio fueron comisionados para que hablaran con el director provincial del INSALUD, Dr. Tomás de Gonzalo, sin que obtuvieran respuestas satisfactorias. En vista de ello en Enero de 1987 los cinco citados jefes de Servicio convocaron una rueda de prensa en la que hicieron patente las deficiencias asistenciales existentes. Creo que es pertinente recordar el nombre de estos cinco compañeros, más o menos mártires de la causa: Dr. F. Fernández de las Heras (Pediatría del El Rio Hortega ) Tomás Caro Patón ( Cardiología del Clínico) Arturo Molina ( Rehabilitación del Clínico) Felicísimo Martín ( Medicina interna de El Río Hortega y José Ignacio Peral (Anatomía Patológica de El Clínico).
El día 22 de Enero a su vez el director del INSALUD Tomás de Gonzalo promovió su rueda de prensa en la que desmentía con datos estadísticos en la mano las informaciones proporcionadas por los anteriores acusándoles de bajos rendimientos y descalificándoles para hacer crítica alguna aparte otros comentarios. A consecuencia de ello la comisión de los cinco jefes de servicio se sintió insultada por lo que presentó una querella por injurias por la cual Tomás de Gonzalo es procesado y declarado culpable el 18 de Julio, siendo condenado a un mes de arresto y a multas e indemnizaciones.
Tres días después de esta condena del gerente del INSALUD se abre un expediente disciplinario a los cinco jefes de servicio de la comisión.
Se organiza un revuelo grande en el que participa el Colegio de Médicos local y nacional acudiendo el presidente del nacional, Dr. Berguer, a Valladolid donde convoca a su vez a periódicos y medios locales para defender a los expedientados.
El seis de Abril, según los recortes de prensa que consulto, en nombre del Sindicato Médico, tres médicos ofrecen una rueda de prensa revestidos de densas capuchas negras apareciendo así en las primeras portadas de todos los periódicos locales. Declararon que no pretendían hacer bufonadas si no que sentían auténticamente miedo a lo que de Gonzalo contestaba que en esa tesitura quien tenía que tener miedo era él. No recuerdo muy bien cómo terminó la cuestión. Desde luego todos los implicados continuaron trabajando en sus puestos. El Prof. Caro Patón ya había renunciado s su puesto asistencial al negarse a realizar guardias, dada su edad y su condición de jefe de Servicio.
En años sucesivos el INSALUD y su sucesor el SACYL emitieron diversas normativas en las que se prohibía estrictamente que personal del mismo presentara en los medios públicos opiniones o comentarios sin previa autorización expresa de los gerentes y directores.
Yo permanecí muy distante de todas estas asambleas y acontecimientos, pues estaba muy escaldado de aquellos sucesos de Conjo. Está claro que siempre es peligroso atacar a los jefes que te toca aguantar y además la Sanidad es un apartado inmensamente sensible a la opinión pública y por ello de importancia vital para los políticos.
En aquellos años tuvimos en diversas ocasiones que demandar laboralmente al INSALUD. Recuerdo en concreto una demanda relativa a los emolumentos por las guardias y que ganamos. Pensaba en mis tiempos de Alemania cuando, como en su momento escribí, las cuestiones administrativo- laborales no nos hicieron perder ni un minuto preocupándose por nosotros atentamente los directivos y gerentes, como era su obligación.

7. El Hundimiento de los “Grandes Relatos”. Nuestras huelgas y protestas por el asunto de la plaza vinculada trajeron también como consecuencia la suspensión completa de las sesiones docentes del Departamento Hospitalario. Cuando cesaron las huelgas aceptando más o menos resignadamente la situación, mientras manteníamos abiertos los procesos jurídicos, ya la situación, el ánimo, y quizás también la edad de los componentes de plantilla o staff no eran los mismos. Durante mucho tiempo, más de un año, siguieron totalmente suspendidas estas actividades aunque los MIR por su cuenta se reunían alguna vez en sesiones sobre todo bibliografiítas. Algunas personas del staff se plantearon incluso la docencia MIR cotidiana en el despacho o consulta y renunciaron o intentaron renunciar a trabajar con Un MIR en rotación a su lado. Yo siempre aprecié la colaboración del MIR en rotación e intenté siempre enseñar lo que pude o lo que, también hay que decirlo, pudiera aprender quien rotara conmigo. Las guardias de presencia física pasaron a ser localizadas con lo que la distancia hacia el Hospital siguió aumentando.
Cuando pasado este largo tiempo y con infinitos esfuerzos del jefe de departamento se reanudaron las sesiones, tuvieron estas una extensión y organización completamente distintas. En primer lugar se redujeron a una sesión clínica fija los miércoles. A una sesión bibliográfica menos exacta que realizaban los MIR solos. A la sesión clínica que era obligatoria dentro del plan docente de los MIR dejaron de acudir la mayoría del staff y cuento como habituales además de mí mismo, mi compañero de fatigas en hospitalización el Dr. Madrigal y otro o otros dos más en otras ocasiones, aparte del jefe de departamento. Además la sesión la preparaba y presentaba solo el residente si bien su tutor, con quien realizaba su rotación en aquel momento, estaba obligado a ayudarle. Salvo excepciones de alguna clase o sesión particular el staff no tuvo que volver a presentar lecciones personalmente. Con ello la mayor parte de los psiquiatras del staff dejaron de acudir a las sesiones con lo que perdieron cada vez más interés.Yo animaba siempre a los MIR que acudieran a mis clases de la asignatura en la Facultad, pero ello no estaba previsto en el sistema; no solían tener mucho tiempo ni ánimos disponibles y suponía el desplazamiento a la Facultad que aunque para los MIR del clínico solo estaba a 200 metros era una exigencia difícil dado el realmente muchísimo trabajo que tenían, tienen, en el Hospital. He de decir que en los últimos años y gracias a los apoyos informáticos del Power point etc. Volvieron a mejorar apreciablemente las sesiones que preparaban los propios MIR en general con gran dedicación y pulcritud. En ellas, como yo decía, siempre aprendía algo y los comentarios de un senior, como yo, que tuve siempre gran interés en la psicopatología y contacto con la psiquiatría alemana, creo, repito sin falsas modestias, que fueron de interés.
Mas la falta de asistencia del staff a las sesiones era en parte comprensible puesto que solo con enorme dificultad se consiguió y no de forma constante, que no se citaran pacientes de consulta a las horas de las sesiones. Madrigal y yo no teníamos inconveniente en decir claramente que una “ventaja” de trabajar en Hospitalización consistía precisamente en no estar sometidos a un horario tan estricto, con lo que se facilitaba la asistencia a las sesiones; claro está que esta ventaja era superada con creces por la dificultad de los pacientes, las exigencias de los familiares y los gritos y portazos que cada vez con más frecuencia protagonizados por familiares y pacientes mal educados teníamos que soportar.




[1] Por fin y desde hace muy poco tiempo respecto el momento en que reviso estas páginas ( Enero de 2009) se ha suprimido uno de los espectáculos pintorescos de nuestro Ruedo Ibérico: Las oposiciones a cátedras. Ha sido sustituido por una agencia central evaluadora (Aneca) Ya veremos sus resultados.
[2] Creo que ya estaba vigente la norma que exigía la actividad de al menos un año para poder pedir la excedencia.
[3] Agradezco en este momento al amigo Prof. J.A. Macias Fernández su puesta a mi disposición de los recortes de periódicos y otra documentación correspondiente a este conflicto.
[4] Me refiero al magnifico y clásico pintor segoviano Jesús Unturbe que plasmó en los años 50 y 60 en magnificas acuarelas y oleos todo el sabor castellano de Segovia y sus pueblos. Fue muy buen amigo de mi padre y con ello le traté mucho de niño. Conservo varios cuadros del mismo que en su momento había regalado a mi padre, que le sirvió como médico de cabecera a él y a su familia.


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